- 13 -

1.5K 230 8
                                    

Desde que A-Yuan llego a gusu, ya habían pasado más de 8 años y ahora estaba a sólo meses de cumplir 13 años.

Desde aquel dia en que Wei Ying se despidio de ambos, no lo habían vuelto a contactar. Aunque lo intentarán noche tras noche, no apareció, así como tampoco se mostró ante el niño ni una sola vez. Es por eso que, después de un par de años simplemente  dejo de buscarlo.

A-Yuan no comprendía porque desapareció de un día al otro, y tampoco se explicaba porque, ciertas noches, se despertaba llorando y la cansada voz del hombre llamándole "Rabanito" era lo único que recordaba dentro de su borroso sueño.

La voz era rasposa, cansada y apagada, sin embargo, el niño sentía tanto cariño en aquel apodo que no podia evitar sentirse conmovido, y al despertar, las lágrimas ya estaban corriendo por su rostro, y aunque al inició no lo comprendida, no hacía nada por evitarlo.

Quien más presenciaba aquello, era Jingyi, quien noche tras noche escuchaba los sollozos ahogados en la cama que estaba a su lado, así como la súplica en su voz cada vez que llamaba por "Xian-gege", cosa que aún no le había contado a su amigo, quien lo más probable era que pensara, nadie se había percatado de sus noches en vela.

Estaba preocupado, las noches llorando eran cada vez mas constantes, en el dia a dia, incluso la gente se habia dado cuenta que su amigo estaba desconcentrado, sus notas perfectas se habian convertido en casi perfectas y la participacion en las clases cada vez dismunuia mas.

Y aunque eso era razon suficiente de preocupacion, Jingyi sentia que habia algo mas, como las molestas miradas a los mayores, el recelo al hablar con los discipulos. Parecia guardar rencor hacia los demas, solo volvia a ser su respetuoso y cariñoso amigo cuando se encontraban en los ya mas constantes paseos en gusu con sus tios.

— ¿A-Yuan, estas aquí?

La cabeza de su amigo salió detras del hombro de un extraño, se encontraba formado en un puesto para comprar Tánghúlu y habia una ligera sonrisa en su rostro.

— ¿También vas a querer uno?

— Por favor, Hanguan Jun y tío están buscando cosas para los salones.

— ¿compramos para ellos tambien?

— si, si, yo quiero dos.

— ¿Dos, Jingyi?

— No juzgues, esta prohibido.

Aunque el nombrado quizo bromear un poco, aquella frase fue suficiente para que la expresión de A-Yuan cambiará, solo duro pocos segundos antes de volver a mostrar su sonrisa.

Se podía considerar algo sin importancia, pero Jingyi ya estaba perdiendo la cabeza, sin duda algo le estaba pasando a su amigo.

A-Yuan miro a su amigo con detenimiento, dandose cuenta que tenía la misma mueca de concentración cuando sobrepensaba algo.

— SeisTánghúlu, por favor.

— Aquí tiene.

— Gracias.

A-Yuan tomó los dulces y le entregó los suyos al contrario, quien rápidamente comenzó a comer y caminaba en dirección para buscar a los mayores.

Era cada vez más común que, mientras ellos estuvieran dando vueltas, tanto el como si amigo pudiesen dar una vuelta libremente antes de volver con ellos.

Estuvieron en silencio por un par de minutos, al menos hasta que A-Yuan rompió el silencio.

— ¿Todo bien, Jingyi?

El nombrado miro a su amigo con incredulidad, termino de masticar su esfera y, cuando la trago por completo comenzo a hablar.

— Uhm, estoy bien, ¿que me dices tu, A-Yuan?

A-Yuan, ¿Me recuerdas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora