-Solo sería un estorbo para él. – no se atrevía a mirarla a los ojos. – Debería buscar otro sitio donde no moleste a nadie. – jugueteaba con sus manos con cierta ansiedad. – Mi padre, me dejo la herencia a mí, como su único hijo, ahora tengo un poco de dinero, buscaría trabajo y...

Celia termino abrazándolo, Nevan se hacía un pequeño ovillo cuando alguien lo tocaba, le costaba gestionar su reacciones, por eso separaba a sus amigos con amabilidad y se alejaba de ellos. Celia no lo forzó a seguir en esa posición por mucho tiempo, notaba como el omega temblaba en sus manos.

-No estás molestando a nadie. – no le creía, siempre le mentían. – Aquí estarás bien durante un tiempo, mientras te recuperas, no debes pensar en el dinero en este momento, yo me encargaré de todo.

-Esto no está bien, Celia. – se quejó. – Sé porque estáis haciendo esto, sé que crees que no soy capaz de cuidarme a mí mismo, yo he salido de cosas peores, puedo...

-No hago esto porque no confíe en ti. – se atrevió a decirle. – Lo hago, porque siento que hice mal en confiar en él en un principio, hago esto, porque no pude protegerte antes.

-Siempre soy un problema para todo el mundo, incluso para mi bebé. – Emily había conseguido atrapar las llaves de Celia. – Todo esto ocurrió por mí culpa.

-No es cierto, Nevan, no hagas caso a las palabras de esas mujeres.

Clarisse y Lisbeth, se presentaron en la habitación de Nevan, cuando estaba en hospital, para pedirle explicaciones de porque había engañado a su hijo durante tanto tiempo. Culpando a Nevan de que Nash dejase de tomar sus medicinas. Joe las echo del lugar en varias ocasiones, pero ellas no querían hacerle caso, finalmente tuvieron que llamar a los de seguridad para que se las lleve de allí.

-Nash hizo todo eso porque su cabeza no estaba bien. – le explico con tranquilidad. – Él estaba enfermó y no nos dimos cuenta, nadie sabía que debía seguir un tratamiento, mucho menos sabíamos que no lo estaba tomando. Siempre actúo como una persona normal, supo engañarnos de una manera demasiado cruel. – el omega no le respondió. – No hiciste nada malo, recuérdalo, pequeño ángel, no hiciste nada malo.

Scott los visito aquella tarde, el beta estaba preocupado por Nevan, aunque lo había visto el día anterior, y hablando con él por teléfono hacía apenas unas horas. Se escapó del piso de Oliver sin decirle nada a él o a Lily. De camino le compró un par de dulces al omega, sabía que le gustaba tomarlo y también le compró un pequeño sonajero a Emily, para que pudiera jugar. Le gustaban demasiado las cosas que hacían ruido, aunque todos terminaban con dolor de cabeza al final del día.

-¿Quieres que llevemos a Emily al parque? – el omega negó con la cabeza. – Hay uno cerca de aquí, no van muchos niños a estas horas, podríamos.

A Nevan le daba miedo salir a la calle o cruzarse con desconocidos. Mantenía las cortinas bajadas para que nadie éntrese y cerraba la puerta de casa cada vez que entraba o salía alguien. No había salido de allí desde que llego, ni siquiera se asomó al balconcito que había en su habitación, le pidió a Celia que le cambiara el lugar. Él quería dormir en el despacho que había al lado del baño, ya que no contaba con ninguna ventana demasiado grande para que lo vieran.

-Celia puede acompañarnos ¿verdad? – la beta asintió, tal vez así lo animaría. – Hay una cafetería ¿Quieres tomar algo?

-Es peligroso, no puedo. – Scott miró a Celia para que intentase convencerlo, pero ella no hablo.

Sentía que Nash estaba cerca, aunque le aseguraron en un par de ocasiones que el alfa estaba en la cárcel, él no llegaba a creérselo. Siempre lo intentaban engañar para que saliera de casa, de alguna u otra manera. Joe sacó a Travis al pasillo de la comunidad, para que fuera a buscarlo, las piernas de Nevan se paralizaron cuando intentó cruzar el umbral de la puerta. Finalmente, Celia tuvo que pedirle a Joe que volviera a llevar a Travis al piso, antes de que Nevan se pusiera peor.

Hasta el final del caminoWhere stories live. Discover now