— Ally dijo que no podrá venir con nosotras — dijo Dinah Jane, mientras subía a su propio coche y se ajustaba el cinturón de seguridad. — Dijo que le está cuidando a Nicki y que está enfermo. — Afirmo con la cabeza, también dentro del coche. — ¿Estás bien? — Respiro hondo y murmuro que sí, ansiosa.

Tengo que ser fuerte y hacer que esto suceda. Porque elegí estar aquí. Elegí descubrir la verdad y, si es necesario, afrontarla también.

Dinah y Ally eran mis mejores amigas y llevaban exactamente tres meses escuchando mis lloriqueos sobre lo ausente que a veces se hacía mi esposo. Sospechaban de una supuesta traición, cosa que ya lo sabía, pero odiaba tener que aceptarlo en público. Shawn seguía siendo mi compañero, el mismo hombre que me había pedido matrimonio hacía ocho años, y lo defendería hasta que esté segura.

Además, era horrible tener que admitir que en algún momento de nuestra relación dejé de ser atractiva para él. Que ya no era suficiente para darle placer y que por eso se había ido a buscar a otra en la calle.

También era difícil decir el momento exacto en el que ocurrió y lo que habría hecho para ocasionarlo, pero tenía para mí que era culpa mía y encontrar a la amante de mi esposo para averiguar qué tenía ella de diferente, sería la respuesta para acabar con todo esto y reanudar mi matrimonio.

— Me alegro de que quieras enfrentarte a tus miedos, Chan. — comentó Dinah mientras aparcaba a la vuelta de la esquina donde está la salida de la empresa de Shawn Mendes, mi esposo. "Chan" era una abreviatura de "Chancho", es decir, un apodo íntimo. Del mismo modo, yo la llamaba "Chee" — Porque hoy te vas a enterar de todo.

Pero, ¿y si no quiero enterarme de todo? ¿Y si fuera más cómodo dejarlo todo como está?

— No tengo a dónde ir. — respondí cabizbaja. — No tengo casa, no tengo trabajo, no importa lo que descubra hoy, Chee, tendré que lidiar con todo esto con el pico cerrado.

— ¿Y tus padres en Cuba? — arriesgó.

— ¿Crees que sea una gran idea volver a tu país de origen después de ocho años, con tu madre regodeándose de que sabía que nuestra relación nunca funcionaría? ¿Cómo se supone que voy a mirarles a las personas después de eso? — la gigante tragó en seco. — Eso fue lo que pensé.

— Puedes dormir en mi casa si quieres...

— Dormir es diferente a vivir, Chee. Aun así, te lo agradezco, pero te rechazo la oferta. — Me quité el cinturón de seguridad, pasándome las manos por el pelo. — ¿Cómo crees que sea la mujer con la que me engaña? — La miro fijamente, un poco preocupada.

— No lo sé. Debe de ser horrorosa. — guardó el móvil que nos servía de GPS en el bolsillo. — Una mujer repugnante. Puede que incluso sea una prostituta barata.

Dinah pensó que sacar a relucir cualidades despectivas me haría sentir mejor. Sin embargo...

— Siendo así, soy peor que ellas, ¿no? — Me río de forma nasal, apenada.

— No fue en ese sentido, Chan. — mueve las manos, negando con la cabeza. — Yo solo quería...

— ¡Ahí está! — Prácticamente salté de mi asiento cuando vi a mi esposo salir de la empresa. — Veamos ahora su trayecto...

Dinah se quedó boquiabierta, me hervía la sangre y me pasaban otras cosas mientras veía a Shawn subirse a un Mercedes negro, también al lado del aparcamiento de la empresa. Él tendría que subirse al autobús y no un transporte privado.

— P-podría ser un u-uber.

— Oh, sí, claro. Con matrícula de transporte personal. — replico irónicamente.

La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪𝔯𝔢𝔫) - TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora