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¿Acaso el mundo estaba en contra de él? O tal vez iba a desmayarse.

Ahí estaba, el primer chico con el que fingió, también, ser algo. Estaba junto a una chica muy bonita, una preferencia que pensó que había olvidado. Abrazados, justo como hacía unos años estuvieron ellos. Su corazón late tan rápido, porque tendría que pasar a su lado. Y, simplemente, esperaba que no lo reconociera.

Preparado, inspiró aire antes de retomar su ruta. Con nervios, camina hasta el otro lado del parque, donde se encuentra el centro comercial. Pero, no todo termina con un final feliz. Le dio una mirada rápida al otro, a su mala suerte, éste se acercó a él, tomándolo de su muñeca.

-¿Broflovski?-inquirió el anticristo.

Kyle quitó de manera brusca la mano del contrario. De verdad que quería irse. "Hubiera sido mejor quedarme en casa" pensó con una nula tristeza. Damien tenía su semblante con sorpresa de volver a encontrar al chico.

-No pensé que estuvieses aquí-declaró el pelinegro, bajando la mirada. El pelirrojo frunció el ceño.

Era muy obvio que Damien sabía sobre la situación que siempre le pasaba. Esto ya venía desde hacía mucho. Todo el tiempo lo mandaban a casa de su familia.

-Ah, claro. Supongo que lo olvidaste-susurra, apartándose un poco más.

Ambos se quedan en silencio, no tenían idea de qué decir o que hacer en aquella situación en la cual se encontraban. Se suponía que Kyle no iba a estar allí, centrando su atención en Damien. Se suponía que lo había olvidado de sus recuerdos, que había sido estrujado como una hoja.

-¿Damien ya nos vamos?-dijo la chica detrás del satánico. El cual, posa su atención en ella.

-A-ah, sí. Supongo que nos vemos, Kyle-se despide, tomando de la mano a la chica de cabellos rubios.

Él suspira, esperando que aquello no volviera a suceder le.

Debía contárselo a alguien. O más bien, a ese alguien.

Corrió de vuelta a casa, otro día iría al estúpido centro comercial. Cuando llega, va al patio, donde tenía una paz inaudita. Marcó el número, esperando que contestara lo antes posible.

"-¿Aló?-" respondió la voz un tanto chillona del otro.

-He-hey, Leo.

"-¡Kyle!, creí que no me hablarías más-" río con ternura. El mencionado sonríe tenazmente.

-Si, yo... lo siento-mencionó.

"-Tú tranquilo, sé lo que estás pasando."

-Escucha, Butters, tengo que contarte algo.

No escuchó una respuesta por parte del otro, al parecer estaba atento a escuchar, si no es que se había quedado dormido.

"-Dime soy todo oídos."

Tenía que estar preparado, su amigo todo el tiempo estaba escuchando como se lamentaba con cualquier cosa. Con lo que sea que le pasa.

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Damien era un chico muy solitario, era el hijo de Satanás, un anticristo, en la escuela sólo tenía un amigo, Phillip, o como lo apodan, Pip. En toda su vida, había compartido momentos con ese ángel de Dios, hasta que murió y no volvió a verlo. Lo extrañaba tanto, que quería olvidarlo, olvidar ese sentimiento de amor que tenía sobre él.

Y su idea más absurda, no fue otra que pedirle ayuda a uno de esos cuatro chicos que atormentaban la vida de los más nerds.

Primero empezó hablándoles, una técnica que podría servirle a favor. Enseñándoles lo que podía hacer con sus poderes que su padre le había entregado. Hasta que el plan llegó a más.

Fue muy cercano a Kyle, que no le quedó de otra que proponerle que fueran una pareja falsa, diciéndole que nada más era para experimentar lo que se sentía estar con un chico. A lo que éste último aceptó.

Y los días pasaron, ambos la pasaban bien. O, hasta que el pelirrojo se enterase de lo que Damien había planeado, porque alguien se enteró de ello.

"-¡Eres un hijo de puta, Damien! ¿P-por qué me usaste para esto? Sólo fue para olvidar a Pip, ¿verdad?-murmuró entre lágrimas.

El pelinegro no sabía como sentirse, porque aquello era una verdad, una que no podía negar aunque deseara.

-Kyle, yo...

Cállate! No quiero oírte. Jodete, en serio. Vete a la jodida mierda, Damien.

Masculló, salió corriendo hacia quien sabe donde. Ese día, se recostó en su cama, pensando en todo lo que había ocurrido, y como su plan se estropeó por su culpa.

-Deja de pensar en eso, Dami. Sólo eres un idiota-murmuró con la verdad el demonio de gran estatura.

El chico rodó los ojos, recargando sus brazos en los costados del sofá.

-Agh, es que... ¡no puedo! Cada vez que lo recuerdo me siento mal...

Satán suspira, tomando a su pequeño hijo.

-Si te sientes mal, ¿por qué lo hiciste? Sabías cómo terminaría esto. Así que deja de sentirte mal y piensa que si fuiste un verdadero idiota, hijo.

Lo dejo en el mismo lugar mientras iba por unos bocadillos.

"Seguramente tiene razón" piensa Damien, saliendo de ahí.

¡Los amigos no se besan! Style (STANxKYLE)Where stories live. Discover now