XII

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—Es una broma —dijo mi padre.

—No. Mira tú mismo.

En la mesa, yacía un conjunto de papeles esparcidos, algunos de solicitudes de admisión a diferentes universidades y otros siendo los resultados del examen de la principal a la que iría. Todas habían sido rechazadas. Fallé todas las pruebas a propósito sin un solo punto.

Todas, a excepción de una que mi padre desconocía.

Él estaba boquiabierto, corto de una reacción. Pudo haberse molestado, pero una risa incrédula salió en su lugar. Sostuvo su cabeza, pasando su mano por su frente arrugada y después su cabello en el cual habían aparecido canas desde que nos mudamos aquí. Se sentó en la silla del comedor, se quitó sus lentes y apoyó su rostro en sus palmas.

Luego lo hablaría con mamá y Tara. Primero se lo quería enseñar a él y acompletar la tarea de recibir el sermón sin espectadoras.

Pero este sermón no llegó.

—Si esto es lo que quieres... —fue lo único que dijo.

Sin que lo viera, sonreí de verdad.


Enero 2017

Tomé la decisión de escapar a un lugar más lejano, aquel donde tuve mi primer hogar. Había otro motivo aparte de ese y que fuera el pueblo más limpio y pacífico que conocía, pero estaba oculto en un archivero viejo de mi mente. En vez de indagar en él, lo acepté. Habiendo juntado suficiente de mis ahorros, seguí el consejo de Ian y reuní la esperanza para un mejor año.

Yo - 10:48 A.M.
Te tengo una gran noticia

Ian - 10:48 A.M.
TOMMY
Donde habías estado bro???
Casi creía que te habías muerto de no ser porque revisaba el face de tu mamá jaja...

Yo - 10:48 A.M.
Estoy bien, esta vez es verdad
Al menos ahora
Quieres que te diga?

Ian me respondió que sí, pero que no íbamos a dejar pasar lo anterior tan fácilmente. Cuando le dije, me llamó.

—Tomás Torres, hijo de tu santa madre —me dijo al teléfono—. Eres el tipo más loco que he conocido.

Viniendo de él, lo tomé como un cumplido.

Cuando llegué al aeropuerto de La Paz y vi a Ian esperándome, saqué un par de billetes de mi cartera. Él los rehusó y me dijo que no recibiría ningún pago que no fuera la disculpa que le debía. Fue difícil, probablemente me esforcé más por formar las palabras de mi explicación que por ahorrar el dinero para los primeros meses de renta, pero al final pude hacerlo y me dio uno de esos abrazos que tanto extrañaba. 

Pasé la primera semana saliendo con él y recuperando el tiempo perdido. Jugamos, bebimos un poco y hablamos solo acerca de nuestros gustos en común, sin haberte mencionado una vez. Le agradecí por eso internamente.

La segunda semana, me encontré con ese fantasma del pasado. Su nombre era Dylan y lo sigue siendo. Nunca te hablé de él y espero que jamás lo conozcas. Sería terrible contaminar su vista con tu imagen.

—Lo lograste... —me dijo con la pista de una sonrisa cuando le conté que había entrado a la escuela de bellas artes local. Era pequeña, pero reconocida por haber sido fundada por un artista de élite francés.

—Entonces, ¿eres artista? —me preguntó su amigo.

—Más o menos.

—Lo es —afirmó Dylan—. Deberías ver sus dibujos.

MFDL | Murder Your MemoryWhere stories live. Discover now