Capítulo 08 | Insistencia

Start from the beginning
                                    

—Te ves hermosa hoy, luna, no puedo dejar de mirarte —susurré junto a su mejilla, percibiendo al calor inundarla y su cuerpo retorcerse debajo del mío—. Te amo.

Se lo repetí una y otra vez, con la esperanza de que no lo olvidaría. Y la besé hondo para que se diera cuenta de que solo yo conocía los puntos exactos para hacerla suspirar, para hacerla feliz, para hacerla sonreír.

El cielo tronó y, pronto, fuimos cubiertos por un torrencial. El agua cayó sobre nosotros, pero no nos importó. Por el contrario, las gotas de lluvia la hacían ver como una diosa de las estaciones y no podía controlarme al no poder entender cómo alguien como ella me había permitido entrar en su mundo tan elegantemente mágico.

—Te amo, luna, te amo. —El agua escondió lo mucho que me dolía, los truenos escondieron mis sollozos desesperados y sus suspiros me los guardé en el interior. Me estaba haciendo un coleccionista del poco tiempo que me quedaba a su lado; pero me detuve y me eché hacia atrás.

—¡Cariño! ¿Qué sucede? —preguntó al ver mis ojos hinchados por el llanto, yo negué con la cabeza.

—Solo prométeme algo, ¿de acuerdo? —Asintió sin pensarlo—. No importa cuán mal se vea o lo que parezca, por favor recuerda que la luna está ahí, aunque no la veas. Siempre estaré ahí, cariño, siempre porque eres y serás mi indicada.

Iba a hablar, pero volví a besarla sabiendo que olvidaría lo acababa de decir, no podía dejar que se diera cuenta porque haría demasiadas preguntas y yo terminaría confesándole todo y poniéndola en peligro.

Y yo la amaba, así que renunciaría a ser feliz con tal de verla a ella bien.



Dejo de torturarme con los recuerdos cuando escucho pasos bajar las escaleras, mi corazón quiere salir de mi pecho al verla dirigirse hacia la cocina en pijama y pantuflas. Unos shorts cortos y una blusa de tirantes celeste que se convierten en nada frente a mis ojos. Minutos después, sale con una manzana, la cual muerde y se queda quieta. Su vista se levanta y la clava en la mía.

Una vez más siento el aleteo y, cuando creo que me dará la espalda, se acerca como una cazadora y se sienta en el sofá frente al mío.

En un atrevimiento, recorro su cuerpo con lentitud, observando que hay diferencias, pero no demasiadas. Puedo ver un poco más ancha su cadera y más estrecha su cintura. Ella me vuelve loco tan solo con permanecer a una corta distancia y lo sabe porque esconde su sonrisa detrás de esa fruta amarilla.

—Te ves hermosa hoy, luna, no puedo dejar de mirarte —murmuro, embelesado. Tarde me doy cuenta de lo que he hecho... ¡mierda! Así que espero que me grite o me gruña, pero no lo hace.

—Gracias —susurra, escueta. Me tenso cuando ella me imita y hace el mismo recorrido minucioso con sus pupilas descaradas; me encuentro confundido porque está provocándome para que me levante y arranque suspiros de ese par de labios tentadores y llenos de jugo de manzana—. Te ves... demasiado limpio.

Ríe y muerde su labio, así que sonrío divertido, aunque no sé por qué lo hacemos en realidad.

—Estoy esperando a que me ensucies —suelto a lo que ella entrecierra los párpados con sospecha, siempre fue ese tipo de chica que no entiende los juegos previos; eso solo hacía más emocionante el lanzarle cosas como esas, por lo regular terminaba explicándole, me daba un golpe suave en el hombro, escondía su rostro en sus palmas y yo le daba un besito en la frente.

Va a hablar, pero es interrumpida por la presencia de los dueños de la casa, llevando a las dos pequeñas en los brazos.

Tess deposita a una de las gemelas —aún no puedo distinguirlas— en los brazos de Maggie. Con torpeza recibo a la preciosura que Dan me entrega, alzo una ceja cuestionante, pero él solo guiña y se encoge de hombros.

Begonia © ✔️ (TG #2)Where stories live. Discover now