—Me agrada la música y no tenía nada que hacer esta noche— dijo secamente, el capitán no pudo seguir hablando pues un grupo encabezado por el señor Swan y la vizcondesa pasaba por el pasillo, en ceremonioso desfile. Detrás de ellos venía la señora Platt del brazo del conde Volturi.

Parecía ser que todo mundo se emparejó para entrar al salón dónde se preparaba la orquesta de cámara.

Bella no pudo evitar seguir al grupo, pues era su misión atender a los asistentes ante cualquier eventualidad. Las butacas estaban divididas en dos columnas, la derecha, convenientemente más cerca de la orquesta y la izquierda que era la que Bella debía supervisar.

Llegó hasta la primera fila del lado derecho y quitó la reserva para el capitán Cullen al lado de su hermana. Dudaba mucho que Tanya muestre el mismo entusiasmo que había manifestado en la mañana, ahora que sabía quién era realmente aquel guapo marino.

Con pesar notó que su propio nombre no estaba en primera fila de la derecha, junto a la familia y los invitados especiales. Incluso la señora Chelsea tenía reservado un lugar privilegiado. La habían relegado a la fila de la izquierda donde se sentaría la gente que había pagado entradas.

Eso la entristeció, su hermana volvía a hacer de las suyas. Muchas veces creyó que lo hacía inconscientemente o se olvidaba de ella pero ahora comprobaba que Tanya no la quería cerca de su padre y de la gente que consideraba importante. O tal vez era un intento de alejarla del conde y la tenía por rival.

Eso sería terrible, ningún hermano debe albergar rencor por otro. Desde niñas había existido entre Tanya y Jessica cierta "competencia". Ambas eran rubias, de ojos azules. Las dos rivalizaban en belleza y abiertamente se desafiaban una a la otra. Pero la mayor contaba con la aprobación del padre y la menor con la preferencia de la madre, quizás por ser la más pequeña.

Sin embargo a Bella la dejaban de lado, no gozaba de ningún trato privilegiado, con frecuencia se sentía apartada del grupo o simplemente olvidada. Quizás en parte se debía a su carácter tranquilo, ella no entraba en competencia con sus hermanas, no luchaba contra ellas.

Intentando volver al presente, Bella reparó en el capitán Cullen, quien se había sentado varias filas detrás. Pero su mirada se alegró al ver entrar del brazo a los Whitlock. Quiso correr a abrazar a su amiga pero no pudo. Aquella fila era resguardada por su hermana quien saludaba a todos los recién llegados.

Los invitados y el público se acomodaron en sus lugares, no era un concierto muy concurrido, apenas sesenta personas de lo mejor de la sociedad tendrían el honor de presenciar el concierto en honor a la excelentísima vizcondesa de Cornish.

Bella se esforzó en atender lo mejor posible a la gente que llegaba, repartió los programas del concierto con radiantes sonrisas. Tener al capitán Cullen tan cerca era una de las cosas que más la hacía feliz. Y sin querer había vuelto a recobrar aquella lozanía y hermosura que hacía mucho tiempo creía haber perdido.

Desde que él había vuelto sus emociones había fluctuado inestablemente entre el dolor y la alegría. Esto le había devuelto sus antiguas mejillas sonrosadas.

Estaba la joven a punto de ocupar su lugar cuando el conde Volturi se presentó a su lado.

—Mi querida damita, le ruego que me haga el honor de acompañarme esta noche— le sonrió.

—Creo que mi hermana ha acomodado los lugares, no hay modo que cambiemos la disposición de la sala— contestó Bella.

—Lo sé y con gusto cambiaré mi lugar al lado de la vizcondesa con quien haya tenido la suerte de tocarle como vecino de butaca, estoy seguro que no habrá objeciones— el conde Volturi hacía gala de su buena educación y delicadeza en todo momento. La joven no pudo evitar sonreír ante tal elogio. Aceptó discretamente.

Pronto se oyeron los primeros acordes de la orquesta ante el aplauso del público.

El señor Swan y Tanya vieron horrorizados cómo uno de los funcionarios de rentas del condado cambiaba lugares con el conde Volturi. Para la señora Platt era una demostración real de que Alec Volturi tenía serias intenciones con su ahijada. Y al parecer todo el público lo notó.

Muchos comentarios se alzaron en medio del barullo. Al lado del capitán Cullen una pareja murmuraba sobre si sería conveniente tal unión.

—Aquel joven de traje azul es nada menos que un conde Italiano, familia de los Swan, Charlotte me ha comentado que es viudo y tal parece que se ha fijado en la hija de Charlie Swan. Pero en la segunda— susurraba una mujer robusta.

—Es una joven hermosa— contestó su marido.

—La guapa es la mayor, aunque muy orgullosa para mí gusto. Pero Isabella es más instruida y sé de buena fuente que es muy piadosa. Figúrate que visita gente en Clatskanie.

— ¿En Clatskanie?

—Lleva ropa y mantas a las viudas y huérfanos. Esa muchacha es un tesoro.

El capitán Cullen resistió hasta el intermedio, los comentarios, las muestras de afecto entre Bella y el conde, ambos en primera fila, terminaron por abatirlo. Caminó hasta la salida. Habían pasado casi ocho años y a pesar de su empeño en el mar defendiendo su nación, combatiendo muchas veces las fuerzas externas, incluso habiendo logrado amasar una considerable fortuna, algunas personas seguían viéndolo como el joven huérfano que no merece estar entre la gente ilustre de un pueblo. Porque Port Ángeles le parecía un pueblo en comparación con las grandes ciudades donde había tenido el privilegio de desembarcar.

"Tal vez debería marcharme, ya no existe motivo para seguir aquí" se dijo a sí mismo mientras alcanzaba la puerta de salida.

El sonido de unos pasos a lo lejos le llamó la atención. Escuchó su nombre cuando había logrado asir su mano al pomo de la puerta. Era ella.

—Capitán Cullen ¿Se marcha tan pronto?— preguntó Bella.

El caballero se giró. Contempló  la dama que parecía esperar su respuesta.

—Lo siento, no tengo nada que hacer aquí, ya vi suficiente— intentó parecer cortés a pesar de sus palabras.

—La segunda parte es más interesante... me refiero al recital— la muchacha lo miraba intentando detenerlo. Pero el marino estaba decidido a marcharse.

—Gracias señorita Swan pero tengo asuntos pendientes.

—Entiendo...— la figura del conde Volturi apareció al fondo del pasillo, el joven se había dado cuenta de la imprevista desaparición de su compañera y decidió salir a buscarla.

— ¿Se marcha de Port Ángeles?— preguntó Bella.

—Tal vez. Aún no lo sé. Bueno... adiós— el capitán incómodo por la cercanía el conde sólo deseaba marcharse.

—No digas adiós... jamás...— murmuró Bella, recordando las palabras que Edward había empleado una y otra vez en el pasado. Aquellas que le dolía recordar. No supo si el capitán pudo oírla.

— ¿Todo va bien Bella?— el conde llegó hasta ellos para asegurarse que todo marche correctamente. Además intuía que aquel marino lo alejaba de su prima.

—Sí, todo está perfectamente bien— Bella se volvió un segundo a contestar y la puerta se cerró. El capitán Cullen se había marchado.

— ¿Se siente mal?— volvió a preguntar el conde.

—Sólo me faltó aire— sonrió ella sin volverse atrás. Tomó el brazo que le ofrecía el caballero y regresó con los suyos.

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Y se hace el difícil. Qué ganas de pegarle en la cabezota a este Edward.

Gracias por leer :D

PATITO

No digas adiós -Terminado-Where stories live. Discover now