Capítulo 10

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Elena Swan

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Elena Swan

Subo las escaleras con velocidad una vez que Noah y Bella se van de la casa.

¡Por los dioses!

No sé qué va a pasar ahora, pero lo único que tengo claro es que no voy a ver a Nessie por un largo tiempo. La vergüenza de haber casi besado a uno de sus tíos es realmente abrumadora y el hecho de que yo haya querido que realmente pasara es aún peor.

A parte de que sigo sin estar cien por ciento segura del lazo que compartimos. ¿Qué pasa si en realidad no compartimos ningún lazo y solo son conjeturas mías ante la sensación de lo que sentí cuando los conocí?

No, no puede ser solo eso. Es más que claro que tenemos un vínculo, de lo contrario, Jasper se habría alejado y Edward probablemente estaría furioso con la sola idea de que alguien más esté cerca de su pareja.

Suelto un suspiro ante lo frustrante que se muestra todo en mi mente.

La puerta de mi habitación es golpeada y sé que es Percy, pero no puedo abrirla. Se pondrá furioso en cuanto sepa que soy compañera de dos personas, y no cualquier persona, si no, de dos vampiros.

—¡Lena! —los nervios me carcomen, pero tengo que abrir la puerta, así que no me queda otra opción más que levantarme de la cama y responder a su llamado.

—¿Qué pasa, sesos de alga? —me escudriña con la mirada y yo solo lo miro fijamente, como si eso ocultara todo lo qué pasó hace unas horas en casa de la familia Cullen.

—Me preocupé mucho, Lena. Creí que algo te había pasado —pongo los ojos en blanco y regreso a la cama, cubriéndome con las mantas por el gran frío que está haciendo en Forks y que hasta ahora estoy sintiendo, pues no me había preocupado por eso en todo el tiempo que estuve con los Cullen.

—Soy hija de un dios, deberías saber que no tienes de qué preocuparte.

—Precisamente, al ser hija de un dios, eres aún más vulnerable a ataques de monstruos del inframundo, sobre todo al ser hija de uno de los tres grandes.

—Pues hemos estado aquí casi un mes y no nos han atacado.

—Aún no.

—Percy, ¿a qué viniste? Porque parece que solo quieres darme una reprimenda sin sentido.

—Solo quería saber que estabas con bien —se sienta junto a mí—. ¿Cómo estuvo tu visita en casa de tus primos?

—Agradable —no mentía, lo estuvo todo el tiempo—. ¿Sabes algo de papá o de Zeus?

—¿Lo dices por la tormenta? —asiento con la cabeza—. No lo sé, pero no debe ser nada bueno.

—¿Y Annabeth?

—Está con Sue en la cocina, le diré que venga a verte.

Se levanta de la cama y se encamina a la salida de mi habitación.

Elena Swan «J.H, E.C»Where stories live. Discover now