-Te quedaría muy bien, parecerías un pequeño ángel ¿no crees? – Nevan se mantenía en silencio. – Quiero que te lo pongas para que pueda ver cómo te queda.

-Me lo pondré si llevas a Emily al hospital. – le propuso con cierta picardía. – Lo llevaré todo el día si es que lo quieres, pero primero debes llevar a mi hija a que la revise un médico.

-Se lo que pretender, Nevan. – rio con maldad. – Pero no lo vas a conseguir ¿Qué harías cuando salgamos de aquí?

La habitación se quedó en completo silencio, Nevan se olvidó por unos segundos de como respirar, se sentía atrapado en una gran jaula de la que no podía escapar. Su vida no era importante en aquel momento, le importaba más Emily, que él mismo, podía soportar la idea de vivir con Nash, de aquella manera. Hubiera sido de otra manera si Emily estuviera en un lugar seguro, Nevan estaba a cualquier cosa por ella, era capaz incluso dejar que se fuera de sus brazos, si con eso conseguía que estuviera bien.

No tenía claro lo que Nash quería hacer con él, y odiaba el hecho de que Emily estuviera en la misma situación. Nash no era lo que creía al principio. Se dio cuenta en aquel lugar, al que el alfa se emperraba que llamará hogar. Su mirada, sus gestos, incluso su manera de hablar había cambiado. Era otra persona completamente diferente.

-¿Vas a ponerte el vestido? – negó con la cabeza. – Es una pena, tendré que guardarlo de nuevo.

Abrazo con fuerza a Emily, cuando Nash los dejo a solas. De alguna u otra forma sentía que no estaba siendo un buen padre en aquel momento, fue demasiado ingenuo en aquel momento. Se arrepentía de haber aceptado ir a una excursión con Nash. Debió haber seguido las instrucciones de Celia al pie de la letra, avisarla cuando se lo dijo, pero pensaba que ella estaba exagerando con sus acusaciones.

Nevan comenzó a llorar al pensar en ella y en las personas que conoció en el hostal, se preguntaba cómo estaban los gatitos y si Celia los estaba cuidando bien. Quería saber cómo estaba su pequeño Travis y si Scott había conseguido al fin confesarse a Lily, aunque lo veía un poco complicado, porque aunque el beta se presentará como una persona extrovertida, era demasiado tímido en algunas ocasiones.

Le gustaría visitar la consulta del doctor Corbin y contarle lo que le ocurría a Emily, quería que le dijera que era normal el dolor que estaba sintiendo su hija, que solo eran unos pequeños cólicos. Nevan le hacía masajes y la ayudaba en todo lo que podía, pero ella seguía sintiendo dolor, cada vez le costaba más quedarse dormida. Podía pasarse horas llorando sin parar, hasta quedarse casi afónica. Nash no decía nada, era como si no la escuchar. A Nevan se le rompía el corazón verla de aquella manera, le parecía demasiado cruel.

-Papá te salvará. – le susurró al oído, para que no la escuchara Nash. – Haré todo lo posible para que al menos tú, sigas con vida, mi vida.

Emily hizo una pequeña mueca de tristeza, Nevan pensó que iba a ponerse a llorar, pero no fue así. El omega acarició su espalda hasta que se quedó profundamente dormido, junto a ella. No se sentía tranquilo, sus ojos le pasaron una mala jugada, no quería dormirse con Nash tan cerca de él.

Al despertar sintió que el corazón se le salía del pecho al no ver a su pequeña en sus brazos, Nash estaba sentado a su lado, recostado en su hombro. Nevan estaba a punto de gritar para encontrar a Emily, cuando la vio en su cunita dormida. Le importo bien poco que Nash estuviera apoyado en él, durmiendo, sintió una gran satisfacción cuando vio que el alfa se despertaba sobresaltado.

-Tranquila, mi vida, papá está aquí. – seguía con vida, suspiro con tranquilidad al tenerla de nuevo en brazos. – Papá no se ha ido, mi vida.

-Estás siendo exagerado, Nevan. – le espeto el alfa. – Nunca le haría daño a nuestra hija.

Hasta el final del caminoWhere stories live. Discover now