17. Caen las vendas

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<<Las vendas en los ojos no solo te impiden ver la luz, tampoco te permiten diferenciar entre la verdad y la mentira.>>

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El maestro de Pociones fijó su mirada en los ojos azules del que fue su profesor favorito, y muy suavemente para no lastimarlo, se adentró en la mente y el recuerdo que Filius quería mostrarle.

Severus sintió como su corazón se apretaba al ver como Harry se rompía contando la miserable vida que llevaba. Vio abundantes lágrimas corriendo por las mejillas del niño mientras éste se encogía lleno de dolor y vergüenza.

También pudo ver la llegada de los padres de Theo y Blaise, y como estos habían sido bastantes cariñosos y cercanos con el ojiverde.

Cuando Filius lo expulsó de su mente, Severus gritó de dolor antes de caer de rodillas al suelo. Escondiendo la cara entre sus manos, lloró desconsolado, horrorizado por todo el dolor y la soledad que reflejaban los ojos del hijo de Lily.

Filius, conteniendo su dolor e impotencia por ambos magos, tanto Harry como Severus, se acercó a él y le acarició la espalda, consolándolo como el niño desconsolado que era en ese momento.

— Todo estará bien, Severus. Te prometo que buscaré la manera de que el niño no vuelva a pisar esa casa — lo consoló el campeón de duelos mientras seguía frotando su espalda.

— Cuenta conmigo para eso — murmuró el pocionista una vez que se hubo recuperado lo suficiente.

— Bien, dos mentes piensan mejor que una — celebró el profesor Flitwick sonriéndole con orgullo.

— Dumbledore no puede saber nada— advirtió el ojinegro mientras se incorporaba y volvía a sentarse a la mesa.

— No lo sabrá hasta que sea demasiado tarde — aseguró el ravenclaw sentándose frente a él.

— Y no pueda hacer nada — asintió Severus, pensando ya en un plan para evitar que el hijo de Lily volviese a una casa abusiva.

— Así es, muchacho — estuvo de acuerdo Filius, dándole un toquecito amistoso en la mano.

— Cuando Lily murió hice un voto mágico para proteger a Harry, y Dumbledore fue el testigo... — reveló Snape dejando con la boca abierta al líder de las águilas.

— Eso explica muchas cosas — asintió pensativo el campeón de duelos, dándose cuenta de que esa podría ser una pieza importante del puzzle que estaba intentando armar.

— ¿Qué quieres decir? — preguntó el pocionista sin entender bien qué quería decir su colega.

— La magia que mejor domina nuestro querido director es el chantaje emocional — comentó Filius rodando los ojos con obviedad.

— No sabía que el chantaje catalogaba como magia — replicó divertido el pelinegro dejando asomar una leve sonrisa.

— En el caso de Albus, claramente lo hace — afirmó con una sonrisa traviesa el profesor de Encantamientos.

— No encuentro fallas a tu teoría — declaró con solemnidad el slytherin.

Los dos se miraron serios y rompieron a reír segundos después, su risa era fresca y divertida como la de dos adolescentes cómplices de una travesura.

— Todavía no entiendo cómo mantengo mi magia — habló Severus cuando pudo recuperarse de su ataque de risa.

— Bueno, no creo que ser un ogro cuente cómo que hayas roto tu voto —
se burló el medio gobblin mirándolo con una sonrisa divertida.

— No me refiero a la clase, estoy hablando de la falta de bienestar de Harry, eso sí debería contar... — aclaró el pocionista, su mente estaba demasiado enredada todavía para poder pensar con claridad.

— Los votos son complicados, podría ser cualquier cláusula, como por ejemplo que no sabías las condiciones en que vivía — respondió el profesor de Encantamientos mientras anotaba mentalmente buscar algunos libros sobre el tema para informarse lo mejor posible.

— Pero debería haberlo sabido, debería haberlo visitado — murmuró el ojinegro, auto castigándose internamente.

— Algo me dice que no habrías podido. No crees que muchos otros lo intentaron antes — aseguró Filius sabiendo bien que si el director no había querido a Severus cerca del niño, habría hecho lo imposible por alejarlo de él.

— Albus jamás me lo habría dicho — adivinó Snape teniendo exactamente los mismos pensamientos que su colega.

— Así es — asintió el ravenclaw con gesto serio.

— Está bien, no puedo hacer nada para arreglar el pasado. ¿Qué haremos ahora? Porque ahora sí sé el tipo de hogar en el que vive, y no pienso permitir que vuelva allí — declaró con firmeza el ojinegro mientras se levantaba repentinamente y caminaba nervioso por la habitación — Y ya no es solo por el voto que hice, si no también por Lily, ella lo fue todo para mí, y sé con seguridad que Harry era todo para ella.

— ¿Y por Harry? — preguntó el Jefe de Ravenclaw queriendo escuchar lo que quería escuchar.

— Sí, por él también. Puede que haya perdido mi oportunidad de ser alguien cercano en su vida, pero eso no impedirá que lo proteja y lo cuide hasta el fin de mis días — respondió el slytherin haciendo muy feliz al campeón de duelos.

— Severus, ¿me permites un consejo? — solicitó Filius iniciando la segunda parte de su plan: que él y el niño se acercasen.

— Adelante — asintió el pocionista rezando para no tener que arrepentirse de su decisión.

— Habla con Harry y discúlpate, mejor aún, pídele disculpas a los tres. Te aseguro que los tres te perdonarán, son muy buenos chicos — aconsejó el profesor Flitwick, sabiendo que debería ser perdonado por Blaise y Theo para que el ojiverde pudiese confiar en él.

— Seguiré tu consejo. Aunque no soy tan optimista como tú, los chicos se merecen esa disculpa — admitió Severus con sinceridad.

— Bueno, te dejo que sigas con tus cosas, mientras yo voy a seguir con las mías — dijo el medio gobblin, levantándose para volver a su despacho.

— Gracias por la charla, Filius — agradeció Snape, levantándose también para acompañarlo hasta la puerta.

— Siempre es un placer hablar contigo, Severus — sonrió el ravenclaw antes de retirarse para corregir ensayos indescifrables.


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Gracias por leer...

¿Por qué no podemos ser amigos?Where stories live. Discover now