Abrazos de koala para llamar tu atención

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Nada hace que Jennie se sienta mejor después de un largo día que volver a casa contigo.

Estaba tan feliz de estar en casa.

¡Prácticamente subió corriendo las escaleras porque estaba tan emocionada de verte!

Corrió a la habitación y, con una sonrisa en su rostro, entró. Dejó caer todas sus cosas en el suelo mientras miraba hacia donde estabas acostada en la cama compartida, desplazándote por tu teléfono sin pensar.

—¡T/n! ¡Estoy en casa!—. Jennie dijo emocionada mientras se dirigía hacia ti. Pero estabas de espaldas a ella, por lo que no podías oírla y cuando se asomó por encima de tu hombro para ver tu rostro, se dio cuenta de que tenías los auriculares puestos, escuchando lo que supuso que era tu nueva canción favorita que has estado escuchando en repetición durante días.

—¿T/n? ¿Bebé? ¡Mi niña!

Gritó un poco más fuerte e incluso agitó su mano frente a tu cara, pero cuando ni siquiera la miraste, se dio cuenta de que estabas tan metido en lo que sea que estabas haciendo que ni siquiera la notaste allí.

—Está bien, T/n. Si no me escuchas, no me dejarás otra opción.

No le dijiste ni una palabra, así que simplemente se arrojó sobre ti, dándote el abrazo de koala más grande, cálido y grandioso que jamás hayas recibido.

—¡Jennie!—. Te reíste cuando enterró su rostro en el hueco de tu cuello, llenándolo de besos con sus labios increíblemente suaves. —¡Me asustaste!

—¡Traté de llamar tu atención! Pero no me notaste. No me dejaste otra opción—. Ella bromeó, pero se podías ver el ligero puchero en sus labios. Tomando su mejilla, la atrajiste para besarla y sentiste su sonrisa contra tus labios.

—Diría que lo siento, pero no lo siento, porque me encanta que hayas hecho esto para llamar mi atención.

Ella se rió y apoyó la frente en tu hombro. Sentiste sus labios tocar tu piel haciendo que tus ojos se cerraran. La sentiste quitarte el teléfono de las manos y ni siquiera pudiste pensar en protestar por ello.

—¿Tuviste un buen día?

Ella sonrió, agradecida de que siempre le preguntes eso porque realmente te importa, pero ni siquiera quería hablar de lo que había sucedido antes. No es que fuera malo, solo porque no quería concentrarse en nada más que en ti.

—¡Lo hice! Gracias por preguntar. Pero ahora estoy en casa y solo quiero concentrarme en ti, en nosotras.

Encontraste que tu corazón latía salvajemente cuando ella inclinó tu cabeza hacia abajo, las yemas de sus dedos se engancharon debajo de tu barbilla mientras te besaba y te dejaba sin aliento.

Tus dedos temblaron cuando los dejaste rozar la parte posterior de su cuello. Mientras ella continuaba abrazándote con fuerza y besándote suavemente, sabías que tampoco querías nada más que eso.

Jennie Imaginas - Libro uno Where stories live. Discover now