capítulo treinta y siete

Magsimula sa umpisa
                                    

—Supongo que no pasará nada si te lo digo. Total, ya no hay sorpresa ni nada —Tighnari apoyó su rostro sobre la mano derecha, tal y como solía hacer siempre. No pudo evitar mirar la foto que le había traído a su madre, donde aparecían sus dos mejores amigos (Alhaitham y Kaveh) en un parque de atracciones, junto a él—. Como es tu cumpleaños, Cyno y yo habíamos planeado algo... Pero de repente me ha dicho que no podía venir y me ha dejado plantado —el joven dejó escapar un suspiro. Su madre ladeó la cabeza, comprendiendo rápidamente la situación—. Con la ilusión que me hacía que viniera hoy...

—¿Y no le has preguntado qué ha pasado de repente? Tal vez sea algo serio.

Tighnari negó con la cabeza: —No. No me he atrevido. Son asuntos suyos.

—¡Muy mal, Nari! ¡Las cosas no se hacen así! —el joven cubrió su cabeza, aunque el golpe del que sus instintos le habían advertido nunca llegó—. No te voy a golpear. No me quedan fuerzas suficientes como para enrollar una revista y usarla como mi arma letal. Apenas puedo levantar los brazos.

—Me han dicho que estas dos últimas semanas has estado fatal. Y yo mismo lo he visto. Mamá, tú...

—¡No digas cosas deprimentes, anda! Hoy estoy tan fresca como una lechuga. Ya ves, el cáncer podrá haberme arrebatado todo, pero no pienso rendirme —la mujer sonrió, aunque su hijo no pudo responderle con la misma sonrisa—. Nari, sé que Cyno te importa mucho. Y tú le importas mucho a él. No dejes que tu lado irracional te haga pensar que él ha hecho esto porque no le importas —su madre extendió su mano e intentó alcanzar el rostro de su amado hijo, pero su cuerpo estaba tan débil que le acabó traicionando. Al comprender las intenciones de su madre, Tighnari tomó su mano y él mismo la dirigió hacia su rostro—, él te quiere mucho más de lo que tú crees. Lo que sea que haya pasado hoy ha tenido que ser grave.

—Pero, ¿qué podría ser tan importante como para cancelar algo que llevábamos meses preparando? —ambos estaban tan ilusionados. En ese momento era incapaz de olvidar aquellas tardes que habían pasado juntos, intentando terminar el peluche en el que tanto habían trabajado. Fue un trabajo divertido y que logró unirlos muchísimo.

—¿Acaso me habíais preparado un regalo?

—Sí —la mujer sonrió con dulzura—. Es un...

—¡No, no! Esas cosas son un secreto, Nari. Os habéis esforzado mucho para hacerlo, ¡así que no aceptaré adelantos!

—Mamá, nunca sabes cuándo será tu último día. No puedes...

—Lo único que quiero saber es si disfrutasteis la experiencia —su hijo frunció los labios.

—Gracias a eso pude conocerlo más. Y lo pasamos muy bien, realmente...

—¿Ves? Eso es lo que más me importa. Incluso si mañana no despierto y jamás podéis dármelo, al menos podéis quedaros tranquilos y ser felices con la experiencia que habéis obtenido. Y de paso, os lo podéis quedar y dárselo a otra persona importante en un futuro —al ver que la expresión de su hijo seguía siendo confusa, la mujer le apretó la mejilla—. Cyno es muy importante para ti, ¿cierto? —Tighnari asintió con su cabeza—. ¡Entonces, dejaos de tonterías, anda! Pareces un adolescente tonto. Más te vale perdonarlo pronto.

—No puedo estar enfadado toda mi vida por esto.

La mujer acarició la mejilla de su hijo. Parece que el pobre estaba confundido. En su interior había nacido una tormenta muy complicada y difícil de tratar.

El amor siempre traía la confusión consigo. Y era algo inevitable.

—Ay, mi pobre Nari. Te queda un camino muy largo por delante.

El verde de mi primavera ♡ CynonariTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon