capítulo treinta y cinco

Începe de la început
                                    

—Ya, ya, lo sé. Pero me pone algo nervioso... —estar hablando con la madre de la persona que le gustaba era algo extraño. Su corazón era incapaz de relajarse—. Además, ¿por qué tanta ilusión por conocerme?

—Porque mi hija me ha hablado maravillas de ti. Y quería ver si era que ella te veía con muy buenos ojos o de verdad eras tan bueno como decía.

—Yo sé que es lo segundo. Soy maravilloso —el pobre intentó aplacar su nerviosismo comportándose con normalidad. Esto hizo reír a Tighnari, quien ocultó su sonrisa con su mano derecha.

—Viendo cómo haces sonreír a mi niño, estoy segura de que es lo segundo.

—Tengo que ir al baño. Vuelvo en un segundo.

Tighnari se fue al baño con prisa, dejando a su madre a solas con Cyno. Como habían congeniado (habían pasado cerca de una hora charlando), no le importó “abandonar” a su amigo. Sabía que no sería incómodo para él.

—Cyno, tengo una preguntita.

—¿Sí? —Cyno, quien se había quedado embobado mirando la puerta, se dio la vuelta para poder verla.

—¿A ti te gusta mi Nari? —Cyno se puso rojo.

—¿Cómo te has dado cuenta? —como sabía que era inútil mentirle a una madre, Cyno decidió ser sincero. No merecía la pena mentir.

—Porque lo miras con tal cariño que se nota a leguas que estás colado.

—¿Tan obvio soy?

—Y tanto. No como el desgraciado de su exnovio. No podía existir hombre más indiferente, por favor —la mujer rodó sus ojos. Era la primera vez en todo el rato que llevaba ahí que Cyno veía esa expresión—. Cuando me dijo que era su novio, no sé cómo fui capaz de no desmayarme. Y se lo dije. Le dije que ese hombre no me daba buena espina. Pero él insistió.

—Tampoco puedes echarle la culpa al pobre. Dottore es igualito que su padre. Tiene una capacidad increíble para fingir ser alguien que no es.

—¿Tú conoces a ese desgraciado? —Cyno asintió con su cabeza.

—Me hacía bullying cuando iba al colegio —respondió sin más. La mujer se quedó perpleja—. Y mi madre es la ex de su padre.

—Cada cosa que dices es peor que la anterior —el joven soltó una carcajada.

—Lo sé. No tuve una infancia especialmente bonita por culpa de esos tres —a Cyno no le gustaba mucho contar esta historia, pero la madre de sus amigos le transmitía tal confianza que no le importaba soltarle algo de información—. Pero ya me deshice de ellos hace años y he podido seguir viviendo con normalidad.

—Eso es un alivio.

Lo que no podía contarle es que Dottore había regresado a su vida por Tighnari. Porque él sabía que su hijo no le había contado nada a su madre por miedo a que esta se preocupase demasiado.

—Por cierto, Cyno.

—¿Sí?

—Muchas gracias por ser amigo de mis hijos. Nunca había visto a Collei tan feliz y tan charlatana hasta que se hizo tu amiga —la mujer miró la puerta por la que Tighnari había salido antes antes de seguir hablando—, ni a mi Nari tan cómodo junto a alguien.

—Eso es porque soy como un perro.

—Puede —ella rio—. Ay, mi Nari probablemente llegue pronto. Antes de eso, tengo que pedirte un favor.

—Facilito.

—Este te va a encantar —bromeó—. Por favor, cuida muy bien a mi Nari y a mi Collei. Mi final está cada vez más cerca, y me duele muchísimo pensar que no voy a poder ser un apoyo para mi pobre niño, ni voy a poder dedicarle a mi niña el tiempo que merece. Pero me quedo más tranquila si sé que tienen un buen amigo en el que confiar.

—Pensaba hacerlo aunque no me lo pidiera —Cyno sonrió con cariño—. Son muy buenos amigos míos y no pienso dejar que les pase nada.

—Ay, si mi hijo se hubiera presentado ese día contigo me hubiera hecho muy feliz. Qué lástima que se fijara en ese imbécil.

Cyno asintió con su cabeza y sacó su móvil para revisar la hora. Después de esta visita, habían planeado pasar un rato en su casa para jugar “Mario Kart”.

—Aunque quedas advertido, chavalín. Si le haces daño a alguno de los dos, te atormentaré. Ya sea en vida o en muerte —Cyno no puedo evitar reír.

—Yo aceptaré mi castigo, no se preocupe —al recordar lo dicho por los mejores amigos de Tighnari, mencionó—. Y si usted misma es incapaz de castigarme, no tiene que preocuparse. Alhaitham y Kaveh ya me tienen amenazado. Más bien, Alhaitham.

—El pobre es más antipático. No sé cómo ha sido capaz de echarse novio.

—Es que con Kaveh se le cae la baba. He estado con ellos unas cuantas de veces, y cada vez que está cerca de él le cambia la actitud.

—¡Ay! Cómo me gustaría verlos una última vez —Cyno frunció el ceño.

La mujer tenía muy asumida su muerte.

—Mamá, papá me ha llamado y me ha dicho que cuando salga del trabajo va a venir a verte —Tighnari abrió la puerta y se acercó a ambas personas—. ¿Cuándo fue la última vez que vino a verte?

—Hace un par de días. Desde que ha vuelto, ha estado viniendo casi todos los días. El pobre hace lo que puede.

Ella sabía que su marido tenía un trabajo con unos horarios muy complicados y que le impedían ir a verla. Por eso mismo no le exigía mucho, y simplemente le agradecía cada vez que podía pasarse a verla y estar todo el tiempo que podía con ella.

—A veces me molesta que esté tan apegado a su trabajo... —se quejó Tighnari.

—Así es el mundo, Nari. Tu padre hizo todo lo posible para estar con vosotros cuando erais unos niños y también durante vuestra adolescencia. Pero cuando os hicisteis unos adultos, él comprendió que era el momento. Está haciendo todo lo que puede, así que no le eches la culpa —Tighnari agachó su cabeza.

Es cierto. Ya no eran niños. Él era responsable de su propia vida y de todas las decisiones que tomaba. Igual que Collei.

Ya no necesitaban a un adulto en sus vidas.

Porque ellos eran los adultos.

El verde de mi primavera ♡ CynonariUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum