-Te llamaré para avisarte. – Nash acarició el vientre con cariño. – Está muy bien, no tienes por qué ponerte así, solo es una siesta.

-Emily, cuida de tu papá y pórtate bien, deja que duerma... - sonrió y puso su puño pegado al ombligo del omega. – Sé buena.

Nash lo observó hasta perderlo por el pasillo que daba a la habitación del omega, quería seguirlo, lo notaba demasiado extraño. Apenas había probado el chocolate del desayuno y eso no era bueno, siempre se llenaba las mejillas con él, saboreándolo hasta el último mordisco, también se había dejado el batido a medio terminar y solo se comió dos de cuatro magdalenas.

-Espero que no sea nada malo. – se dijo a sí mismo, tendría que consultarlo con Dama, detenidamente. - ¿Tú piensas lo mismo? Nevan estaba raro, hoy...

Esa mañana, Celia no se encontraba en el hostal, así que no podía confirmar sus sospechas con ella, y se negaba a hablar con Scott, ese beta siempre se metía con él cuando estaban a solas. No podía soportarlo, tampoco podía creer, como al principio le caía bien e incluso le causaba algo de gracia su personalidad.

Los únicos que podían escucharlo en aquel momento eran los peludos que estaban tomando el sol, incluso Travis había dejado de hacer travesuras para bañarse con unos rayos de sol antes de la comida.

Nevan se cambió en silencio, sabía que a los padres de Jaxon les gustaba la formalidad, así que no podía ir con alguna de sus camisetas de dibujitos, se sentía extraño vistiéndose de colores tan claritos, incluso Emily lo notó. Se tuvo que poner unos pantalones que le veían muy justos, le molestaban en la parte de la panza.

-Solo son una horas, aguanta un poco, mi bebé. – acarició su vientre para tranquilizarla. – Vas a conocer a tus abuelitos, así que debes portarte bien, Emily. – sonrió. – A lo mejor, incluso está tu padre.

Dejó las pantuflas de vaquita cerca de la cama y se puso las deportivas, eran las únicas zapatillas que le venían bien en aquel momento, sus pies estaban muy hinchados, incluso a veces le costaba ponerse los pantalones.

Le canturreo una nana a Emily, antes de salir de nuevo de la habitación, el autobús estaba a punto de salir, así que debía darse prisa. Tenía que irse sin que Nash se diera cuenta, el alfa lo seguiría aunque él le dijera que no. Era demasiado pesado esos últimos días, Nevan se cansaba al estar a su lado, tan solo mirarlo, ya le producía un sueño terrible. Nash estuvo pendiente de todas las vacunas que se tuvo que poner, incluso las primeras, le pregunto a Joe si se las había puesto, para asegurarse de que todo estuviera bien. Estaba demasiado obsesionado con su salud y la del bebé.

-No le digas a Nash que hemos salido. – le advirtió con seriedad. – Él no sé pone muy celoso cuando hablamos de tu padre, será igual con tus abuelitos. Es mejor que guardes silencio, Emily. – sonrió. – Tal vez, lo veamos...

Comprobó que Nash no estuviera cerca cuando cruzó de nuevo la recepción, por suerte las deportivas no podían delatarlo con mugidos. Caminaba concentrado para no hacer ningún sonido, los betas que estaban cerca se le quedaron mirando extraño cuando paso por delante de ellos, Nevan les pidió que no dijera nada y siguió caminando. Emily le dio una pequeña patadita cuando salieron del hostal, ese fue una de sus advertencia, a las cuales, Nevan no presto atención.

El bus estaba casi vació a esa hora, así que tuvo suerte al poder sentarse en uno de los asiento, agradecía no tener que pertenecer de pie durante media hora, los baches le hacían perder el equilibrio muchas veces, ya le había pasado antes. Nevan tenía una mirada nostálgica en su rostro, era la primera vez en ocho meses que volvería a la casa en la que había vivido antes.

-Emily todo va a salir bien. – él también quería creérselo. – Todo va a salir muy bien, tu padre va a cumplir mi deseo.

Empezó a sentir nauseas, cuando el bus cruzó la calle principal del barrio de los omegas, pronto llegaría al cruce que llevaba a la ciudad, tendría que esperar una parada para poder bajarse al centro. Su primera parada siempre era cerca del hospital, se conocía el camino de memoria, gracias a las veces que había tenido que ir. Nash insistió en que debía aprendérsela por si acaso lo necesitaba para un futuro.

Hasta el final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora