Capítulo 1

74 5 11
                                    

—Toma, pero recuerda que no puedes abrirlo hasta el sábado.

Levin dejó caer en mis manos un paquetito perfectamente envuelto en un papel azul. Lo miré con curiosidad.

—¿De verdad me vas hacer esto? —protesté a la vez que lo agitaba ligeramente para intentar adivinar su contenido— ¿Por qué esperar al sábado?

—Tú has decidido marcharte a pocos días de tu cumpleaños, hermosa.

Y era cierto. Durante todo el verano me había sentido tentada a escaparme a Caterald, pero recordar las estrictas prohibiciones de mi padre me había mantenido lejos. Ahora, apenas a un mes de comenzar la universidad, sentía que un nuevo ciclo se abría ante mí, pero algo me frenaba, una imperiosa necesidad de cerrar otro que nunca llegó a completarse del todo. Y eso solo podría lograrse volviendo a Caterald.

—Oh venga, sólo es un cumpleaños más.

—¿Bromeas? Cumples dieciocho años. —Levin no llegaba a entender mi falta de emoción, y a mí me divertía ver sus caras de indignación. Aunque había algo más divertido todavía.

—Lo celebraremos a la vuelta. —dije mientras guardaba el regalo en la mochila— Y también invitaré a Leo, para que os enrolléis de una vez.

Un ligero rubor se extendió por sus mejillas, pero supo recomponerse con rapidez.

—Mira que eres... —protestó y fingió darme un puñetazo, acercando lentamente su puño a mi cara, pero se detuvo a pocos centímetros.

—Vamos, sé que los dos lo estáis deseando.

—Algún día, pequeña Erea, conocerás el amor, y ese día verás que las cosas no son tan fáciles como parecen.

Tal vez fuera verdad. A mis casi dieciocho años, nunca había sentido esa atracción irrefrenable que sienten los protas de las películas románticas, ni siquiera había dado un inocente besito a nadie. Sí, era una especie en extinción en pleno siglo XXI y no es que fuera por falta de oportunidades. Claro que no, simplemente, ninguno de los chicos de aquel prestigioso colegio de millonarios, donde mi padre me había encerrado durante cinco años, se parecía lo más mínimo al hombre de mis sueños, Billie Joe Armstrong.

Pero tampoco podía ser tan complicado, concho. Sobre todo, observando el caso de Levin y Leo, donde se veía a leguas que se derretían el uno por el otro.

Justo en ese momento, el tren que iba a tomar se acercó, era la hora de despedirnos.

Levin me abrazó con fuerza.

—Cuídate pequeñita. Disfruta de estos días.

Me aferré a él y cerré los ojos por unos segundos. Parecía que visualizar el tren me había puesto nerviosa.

—Gracias Levin, nos vemos el próximo domingo.

Poco a poco nos despegamos de ese abrazo y arrastré mi maleta hasta la entrada del vagón. Una vez dentro y ya sentada en mi correspondiente asiento, observé a Levin desde la ventanilla. Sus ojos me sonrieron desde detrás de sus alborotados rizos y comenzó a hacer el tonto con un pañuelo, simulando que lloraba mientras lo agitaba de forma exagerada. No pude evitar reírme y el tren comenzó a moverse lentamente. Vi a Levin hacerse cada vez más pequeño, hasta que desapareció de mi vista.

Poco rato después, saqué de la mochila el paquetito que mi amigo me había dado y lo examiné detenidamente. Pensé en abrirlo, pero al recordar su advertencia decidí obedecer, al menos por ahora.

Mi móvil vibró y comprobé los mensajes nuevos.

Guardé el móvil y miré de nuevo por la ventanilla

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Guardé el móvil y miré de nuevo por la ventanilla. El tren avanzaba veloz y terminé sumergiéndome en mis pensamientos. No sabía como me recibiría mi padre, aunque prefería no pensar en eso. Lo que sí sabía es que al menos tendría el apoyo de Nadia y Zac. ¿Qué sería de ellos? ¿Y de Lía? El estómago se me revolvió al recordar la última vez que la había visto. Pero algo en mi interior me decía que había tomado el camino correcto y que algo importante estaba por suceder.

Finalmente, la noche cayó y con ella los ojos se me fueron cerrando. Dejé que el suave balanceo del vagón me sumergiera en un plácido sueño que me llevaría hasta Caterald.

CateraldWhere stories live. Discover now