Capítulo 17: Una cena de gala para destapar secretos

50 12 2
                                    

MENSAJE DE AUTORA: HOLA LECTORAS ¿COMO ESTAIS? Os advierto que vais a flipar!!!! Besisss 

No estoy nada centrada. Llevo puesto mi uniforme de pingüino para servir a los señores de la casa y por alguna razón me aprieta el cuello más que nunca. Siento que me consumo dentro de estas ropas.

Hay camareros inquietos por todas partes y gente del servicio apurada de un lado para otro llevando bandejas de suculenta y caliente comida al comedor principal que ya se encuentra adornado con gigantescas lámparas que imitan velas encendidas y llameantes. Todo el mundo se ha enterado de que Camila está embarazada y todo el mundo sabe que ha sido un embarazo no planificado, ni siquiera están casados aún. Cojo una bandeja y la cargo de copas de champagne y salgo al pasillo que dirige al comedor principal cuando me las encuentro.

– Oh, Olivia querida, ¿serías tan amable de traer algo sin alcohol? – comenta Victoria Capell, agarrada del brazo de Camila la cual me sonríe con suficiencia. – Ya sabes, no todos pueden beber vino esta noche. – comenta refiriéndose a Camila.

– Sí señora. En seguida traigo zumos y agua para los comensales.

Mi respiración se entrecorta cuando Camila se suelta del brazo de Victoria y se acerca a mi oído para susurrarme: "Estás acabada, con este bebé en camino tu y tus intenciones de conquistar el corazón de Alejandro se han desvanecido por completo."

Acto seguido continua su camino hacia el gran salón y yo trago profundo para aliviar la presión que siento en mi garganta. Todo va demasiado deprisa esta noche, siento que de un momento a otro esto se convertirá en el juego del cluedo y tendremos que averiguar quién ha asesinado a la camarera Olivia Galán, la cual tenía una aventura con uno de los herederos de la casa Ventura y muchos otros secretos. Pero no, aquí nadie va a asesinar a nadie. Ni aunque sea a base de miradas.

Me dirijo de nuevo a la cocina y escucho los murmullos de Miranda, el ama de llaves. Esta hablando con una de las cocineras y parece que hasta estuviese sudando de bajo del uniforme.

- Lorena, la noticia de Camila y Alejandro, no es cómo todos piensan que es.– comenta Miranda a la cocinera regordeta mientras esta remueve la sopa de mariscos que se encuentra en el fuego.

Intento pasar desapercibida cogiendo zumos de la nevera y cargándolos junto a las copas de champagne. Lorena está muy centrada en que su sopa no se queme pero presta mucha atención a las palabras que Miranda tiene que decirle.

- Hace dos semanas vi salir a Francisco Ventura de la habitación de invitados, donde normalmente se aloja Camila. Iba con los pantalones desabrochados y parecía que acababa de darse un buen revolcón con alguien.

Por un momento la bandeja que he sobrecargado de más intentando alargar el tiempo en la cocina lo máximo posible se me tambalea y amenaza con estamparse contra el suelo. ¿FRANCISCO VENTURA? ¿EL PADRE DE ALEJANDRO Y MARCO VENTURA? ¿!COMO?! ¿CUÁNDO? ¿!QUE!?

– ¿Qué dices niña?¿es eso cierto? – le pregunta alarmada la cocinera a Miranda. Intento no mirarlas pero uno de los zumos se me resbala sin remedio y cae contra la encimera derramándose por completo. Miranda se percata de mi presencia y entonces desaparece de allí como si no nos hubiésemos conocido nunca, como si no supiésemos de la existencia de la otra.

– ¿Estás bien? – pregunta una voz totalmente inesperada.

Toda la cocina queda en silencio y varios sirvientes desaparecen a propósito. El ambiente esta caldeado y tenso y por lo que puedo notar Miranda ha debido contar el chisme a todos. Todo el mundo evita la mirada de quien tengo delante ahora.

– ­Alejandro. – murmullo recogiendo con un paño lo derramado.

– Olivia. – dice impasible. Su rostro denota una tristeza que solo había visto antes de conocerlo en las revistas de cotilleos, cuando lo fotografiaban con alguna muchacha o incluso con su familia. Una mirada vacía.

– No deberías estar aquí. Son las cocinas. Es el lugar del servicio, no el del señor de la casa.

Sus ojos azules me inspeccionan de arriba abajo y después los cierra y noto como aprieta la mandíbula con fuerza, como si le diese rabia algo que haya visto en mí. Algo que le molestase y no pudiese ocultar de ninguna forma.

– Tengo que hablar contigo. – dice sujetando la bandeja que sostengo con un brazo. Me la quita de encima y la posa con cuidado en la encimera. – Ven por favor, necesito un momento. A solas.

Mi cara es un poema, sobre todo porque sé que Lorena la cocinera, que sigue moviendo su sopa con esmero nos está escuchando con descaro. Sin darme cuenta Alejandro me agarra de la axila y me arrastra por una puerta diminuta de la cocina que lleva a un corredor donde están las habitaciones del servicio y al final unos jardines pequeños que solo los internos tienen el placer de disfrutar. Es de noche pero los farolillos de un diminuto camino que recorre el jardín nos alumbran los rostros.

– ¿Qué ocurre Alejandro? – pregunto conteniendo las ganas de patearle y darle puñetazos. Siento que debería quitarme el chaleco de pingüino que llevo y tirárselo a los zapatos, a modo de dimisión de este horrendo y estresante trabajo.

– Lo sabes ¿verdad?

– Si te refieres a que vas a ser padre, sí. Lo sé. ¿Cómo no saberlo? Lo han publicado en todas partes.

Respira hondo y se masajea la coronilla intentando mantener la calma. Su dolor me conmueve por unos instantes, sé que no es lo que quiere. Alejandro no desea ser padre ahora, no con una persona a la que no ama. Pero él ha tomado esa decisión y debe vivir con ella de ahora en adelante.

– ¿Estás enfadada?

Su pregunta me pilla totalmente por sorpresa, ¿por qué narices está pensando en eso ahora?

– Creo que te ha dado un sincope o algo parecido. ¿por qué te importa lo que yo piense?

Se acerca un paso hacia a mí y me coge de las muñecas atrayéndome hacia su pecho. Por un momento no sé qué locura tiene pensada hacer en su cabeza pero esto se está descontrolando.

– Necesito saber lo que piensas Olivia. En estas últimas semanas lo único que me ha importado es saber que pensabas de mí. Jamás me había importado nadie de esa forma, ni si quiera me habían importado los comentarios de otros, ni siquiera lo que dijese la prensa de mí. Pero por algún motivo tú has ocupado mi cabeza más de lo que me gustaría y ahora no consigo sacarte de ella. 

Esa confesión desesperada me pone la piel de gallina y noto el lado más vulnerable y solitario de Alejandro. Esta asustado y se siente solo. A pesar de todos los que han venido hoy a la cena Alejandro no tiene a nadie cercano realmente. Pero aun así me mantengo firme en mis decisiones

– No sé qué quieres que te diga. No me alegro de la noticia, pero no puedo hacer nada al respecto. Os deseo lo mejor, a ti y a Camila. – intento zafarme de sus brazos pero me sujetan con fuerza y sus ojos del color del océano se mantienen firmes sobre mis pupilas.

– No puedo tener hijos Olivia. Tuve una complicación hace varios años tras un accidente de coche en Francia y tras varios meses hospitalizado me lo confirmaron.

De repente noto como los latidos cada vez van con mas fuerza dentro de mi corazón. La boca se me seca y trago de nuevo intentando aliviar mis ganas de explotar.

– Eso quiere decir que...

Un silencio invade el espacio que nos separa y solo se escuchan las risas de los invitados en el comedor que ya empiezan a sentarse en sus sitios.

– Que el hijo que espera Camila no es mío. 

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEOn viuen les histories. Descobreix ara