Capítulo 14: Temblores y confesiones

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Me agarro las rodillas y las atraigo hacia mi pecho. El agua sube de nivel cuando Alejandro entra en la bañera. El corazón me late desbocado y un calor sofocante sube por mis mejillas. Un olor a frambuesas se introduce en mi nariz cuando el agua se remueve hasta volver a calmarse.

– No muerdo, tranquila. – dice mientras se sumerge. Mete la cabeza en el agua y la saca echándose el pelo para atrás. Por poco no se me descuelga la mandíbula, está increíblemente guapo con el pelo mojado.

La bañera es lo suficientemente amplia para los dos, pero no puedo evitar seguir encogida. Atraigo espuma hacia mi parte de la bañera para tapar cada cacho de piel que pueda ver.

– Vamos Olivia...ni que no te hubiese visto ya desnuda.

– No es eso.– confieso al ver su cuerpo desnudo a través del agua.

En realidad es justo lo contrario. Yo no le había visto a él desnudo. Quiero decir completamente desnudo. De pies a cabeza. No quiero estropear el momento con mis temblores así que me mentalizo de que ese cuerpo tan perfecto lo tienen miles de hombres más, no solo Alejandro, así que pienso en eso, pienso en que es alguien común y ordinario, alguien que no me produce las famosas mariposas en el estómago, para poder parar de temblar... porque eso es lo que me produce verle aquí metido conmigo. Temblor.

– ¿Alguna vez te has sentido sola? – pregunta con los ojos cerrados y la nuca apoyada sobre el extremo de la bañera. Le miro aún perpleja de haber acabado en esta situación con él. Y sobre todo perpleja de que él este tan tranquilo.

Suspiro y me dejo llevar. Cierro los ojos y estiro mis piernas hacia él. Mis pies rozan su pecho y el me agarra los tobillos quitándome todos los miedos que hace un momento sentía. Los sujeta a la altura de sus abdominales y los agarra firmes para que no me mueva. Hace que me sienta segura.

– Muchas veces.– confieso respondiendo a su inesperada pregunta. – Cuando tenía siete años mis padres se divorciaron.

Alejandro abre los ojos y me observa pacientemente. Sus ojos me piden que continúe abriéndome a él así que eso hago.

– Mi padre no fue alguien ejemplar ¿sabes? No nos cuidó como debería, él nos maltrataba y mi madre pasó años medicada intentando superar el divorcio. Así que desde los siete años ha habido muchos momentos en los que la soledad era mi mejor amiga.

– ¿Él os pegaba? – pregunta perplejo.

– Apagaba los cigarrillos en mi piel como si fuese su cenicero andante.

Alejandro Ventura se incorpora y me mira como si fuese un gato al que acabasen de atropellar.

– Por desgracia las cicatrices de aquello nunca han desaparecido. – digo enseñándole la cara interna de mi brazo derecho. Cinco pequeños círculos cicatrizados aparecen recordándome lo dolorosos que fueron aquellos años.

– Maldito hijo de puta.– murmura acercándose a mí. Aparta mis pies y los coloca a los lados de su cintura.

Sus manos se posan por debajo del agua en mis caderas y me acerca hacia a él. El inesperado acercamiento me deja atónita, pero mientras el deja sus manos quietas en mi cintura yo aprovecho para colocar las mías en su cuello. Le miro fijamente.

– Bueno olvídalo, eso ya es agua pasada. Mi madre ahora... parece feliz.

– Conozco al tío de Camila, no es como ella. La tratará bien.

– ¿Y tú? ¿Alguna vez te has sentido solo? – lanzo la pregunta acercándome a su cara un poco más. Su aliento huele a menta y un par de gotas de agua recorren sus labios. Siento la tentación de quitárselas pero me aguanto.

El echa la cabeza para atrás y expulsa aire como si lo que fuese a decir fuese un secreto que siempre hubiese deseado gritar a voces.

– Creo que no ha pasado un solo segundo de mi vida sin que me haya sentido solo.

Su respuesta no me sorprende. Una vida tan mediática como la suya, y sobre todo llena de lujos sin límites ha tenido que dejarle marcado de alguna forma. Me fijo en la pequeña cicatriz casi indetectable que le atraviesa una ceja. Algo muy pequeño y que desearía acariciar ahora mismo.

– Pero en el momento en el que te tropezaste delante de mis narices en aquella fiesta, mi cabeza dejo de girar sin rumbo. Te convertiste en una obsesión para mí. 

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora