Capítulo 12: Ibuprofeno por favor

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Me he quedado paralizada entre la multitud porque sé a ciencia cierta que mis pantalones están empezando a teñirse de rojo por detrás.

Os puedo asegurar de antemano que mis periodos no son normales. Duelen mucho. Sangro mucho y por supuesto lloro mucho cuando llega ese momento del mes. Es un descontrol hormonal que no agradezco en absoluto. Intento ponerme una mano en el trasero para tapar lo evidente y me muevo entre la gente con sigilo mientras sigo ofreciendo canapés. Necesito llegar al baño, y que alguien amable del servicio me preste otro uniforme. Está claro que si me pongo de nuevo la ropa que traía me echarán sin pensarlo, esto no es un club normal y las reglas son las reglas. Un motivo mas para odiar a este grupo de personas asquerosamente ricas y refinadas.

– ¿Pero que tenemos aquí?

Se me hiela la sangre al escuchar a Camila detrás de mí. Tiene a dos amigas enganchadas a cada brazo, una de ellas es Lola, la reconozco por la fiesta en la piscina, la otra no se quién es pero cada cual más guapa y estilosa. Lucen joyas que podrían ser perfectamente diamantes y no puedo evitar sentirme como una cebra ante un par de leones a punto de ser devorada.

Que sea rápido e indoloro, por favor.

– Carolina, esta es la chica de la que te hablaba. Una fracasada que ha tenido la suerte de caer de culo en nuestro mundo. ¿podéis sentir el miedo en su cara?

– Ya veo, es tal y como nos contaste – afirma la tal Carolina. Tiene el pelo rubio y peinado al estilo afro, con rizos perfectos cayéndole por la cara. Pero que parezca una modelo no quita que sea tan inútil como Camila.

Lola sin embargo, me mira con lástima y no abre la boca. Cobarde.

Intento bajarme el polo por detrás para cubrir la mancha que se hace cada vez mas grande. Me da igual que hayan venido a reírse de mi, solo quiero salir corriendo de aquí, llegar a casa sana y salva y hacerme un buen té calentito mientras me caliento mi cojín menstrual para ponérmelo en la tripa y dejar de sufrir este horrible dolor.

– ¿No tenéis otra cosa mejor que hacer que reíros del servicio? Seguro que estaríais mejor en el baño, con el resto de chicas que hacen cola para empolvarse la nariz–las lanzo una mirada desafiante. Visualizo a Mery detrás de ellas e intento llamar su atención para que venga a salvarme, pero de nuevo alguien la llama para que recoja unas bebidas que se han desparramado por el suelo.

– Es que estas fiestas a veces son un poco aburridas... Por eso nos hace falta una payasa como tú para divertirnos –dice Carolina. Tiene una boca excesivamente grande en comparación con el resto de su cara. Lo cual me hace sonreír ya que mas bien parece ella el payaso.

Está claro que mis ultimas reservas de paciencia se están agotando. Un comentario mas y juro que las estampo la comida que llevo en la bandeja en la cara. La multitud alrededor nuestra no parece percatarse del bombardeo que estas víboras están lanzando sobre mi. Mi madre sigue riéndose con su nuevo novio e incluso parece que se lo está pasando mejor que en toda su vida. Y por mucho que quiera alegrarme por ella, no lo consigo. Todo esto es una burbuja, llena de falsedades y apariencias, y es frágil como una pompa de jabón. Puede explotar en cualquier momento. Y todos sabemos que eso salpicaría y que el jabón escuece mucho en los ojos.

Tengo que sacarla de todo esto.

– ¿Se puede saber que escondes detrás de esa mano? – Camila se acerca a mí e intento esquivar su mirada para que no vea lo que estoy ocultando. Pero la multitud de gente no ayuda y tampoco lo hace el tener ambas manos ocupadas. Me temo lo peor cuando me agarra del brazo y hace que mueva la mano de mi pantalón. – Vaya, vaya... cada vez que pienso que no puedes hacer mas el ridículo, vas y lo haces. – dice fijando su mirada en mi mancha de sangre. En su rostro aparece una sonrisa malévola y me estremezco.

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEWhere stories live. Discover now