Capítulo 15: Un amanecer diferente

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Mensaje de autora: ¡HOLA LECTORAS! En primer lugar... disculpen el retraso, pero ya ando de vuelta y... este cap es distinto... distinto porque lo narra nuestro queridísimo y a la vez muy odiado Alejandro Ventura! 

Alejandro

Son las 6:00 de la mañana y suena la alarma. Cojo mi móvil de la mesilla de noche y lo desbloqueo. La luz que emana de este me ciega durante unos segundos. Es sábado y los sábados por la mañana tengo entrenamiento de golf. Miro al lado derecho de la cama y la observo. Está completamente dormida, tiene el pelo alborotado sobre la frente y su respiración apenas es audible. Ni si quiera parece ella.

Empiezan a entrarme cientos de mensajes de Camila, furiosa por haber desaparecido a noche del club de Golf sin avisar, Mi madre también me ha escrito y para nada son mensajes amigables. Me paso la mano por el pelo y vuelvo a dejar el móvil en su sitio. En cinco minutos tengo que empezar a cambiarme o llegaré tarde. El golf me gusta y planeo convertirme en jugador profesional algún día, pero ahora mismo hay varias distracciones que se están cruzando en mi camino y una de ellas ha dormido esta noche conmigo.

Jamás había dejado que una mujer durmiese en este piso. Acostumbraba a llenarlo de gente y a hacer fiestas aquí durante mis años de instituto, pero nada más. Mi hermano lo utiliza a veces para traer a sus ligues y por eso no es un lugar al que pueda llamar hogar, pero lo tengo cariño, por los viejos tiempos. Es una especie de oasis apartado de Villa Ventura, de mis padres y de mi compromiso con Camila.

– Mmm ¿qué hora es?

Olivia me mira con los ojos medio cerrados, la poca luz que entra por las rendijas de la persiana es suficiente para que pueda apreciar sus suaves y dulces facciones.

– Vuelve a dormirte.

– ¿Eres así de mandón hasta por las mañanas? –gruñe tapándose con la sabana hasta la barbilla, ahora parece que abre más los ojos y me observa con cuidado.

La verdad es que tiene unos ojos que me vuelven loco.

– Sí y también soy el hombre del saco. ­– la regalo media sonrisa. Nunca me había sentido así de tranquilo. Mi mundo está en llamas pero aquí adentro, en esta habitación, siento que todo lo demás da igual.

– Alejandro... yo...lo siento.

– ¿Por qué? – acomodo mis brazos detrás de mi cabeza a modo de almohada y miro al techo.

– No debería haber mandado aquel mensaje, si no lo hubiese hecho ahora no estaría aquí. Y si Camila se lo cuenta a tu madre... ella me matará.

Se refiere al mensaje en el que dejaba claro lo que la había hecho en la bodega de la mansión. Un recuerdo de mis dedos entre sus piernas hace que me estremezca de placer pero intento disimular. 

– Camila no dirá nada.

– Pero ella...es evidente que quiere destruirme.

La miro de reojo durante un segundo, tiene pequeñas ojeras bajo la mirada y la tez muy blanca, casi pareciera de porcelana. Está asustada, y eso no me gusta.

- Olvídalo ¿vale?– esa respuesta me sale sola y suena algo dura, pero es así, quiero que deje de pensar en Camila ahora mismo.

- Vale– musita descontenta pero acto seguido sonríe y se revuelve un poco entre las sábanas. Es adorable . 

- ¿Sabías que el pie te mide lo mismo que la distancia que tienes desde la muñeca hasta el codo?

Me quedo confundido ante ese cambio de tema tan repentino.

- No tenía ni idea. –río.

- Pues sí, y ¿sabes que tenemos cincuenta y seis huesos en los pies?

Río aún más alto sin poder remediarlo ¿pero qué narices le pasa a esta tía? No he conocido a nadie igual que ella.

– Sabes cosas que una persona normal no sabría.-comento sacudiendo la cabeza.

Los cinco minutos que tenía para levantarme y cambiarme ya han pasado y reconozco que no quiero irme de aquí.

– No quiero ser una persona mediocre. – susurra y eso me sorprende porque gran parte de mi vida la he pasado intentando no caer en la mediocridad. 

– No lo eres. De hecho, eres todo lo contrario.

El silencio inunda la habitación por completo, no sé si es acertado alagarla de esa forma. Está claro que no confía en mí del todo y no pretendo ilusionarla. No he sido el mejor amante para ella, ni pretendo serlo. Pero Olivia tiene algo que me hace querer decirla todas las cosas buenas que tiene, sin embargo mi futuro es el que es y dudo mucho que pueda hacer algo para cambiarlo. Ella no puede seguir entrando en mis planes. Aunque me cueste debo seguir nadando a contracorriente.

– Tengo que irme. Entrenamiento de golf... ya sabes, puedes quedarte aquí todo lo que quieras. Mi hermano Marco vendrá en un rato a recoger su equipación de futbol.

– ¿Marco? – pregunta poniéndose tensa al instante.

– Sí, le pediré que te acerque a tu casa.

– No. –niega con nerviosismo. –Puedo coger el bus.

Algo no parece haberle gustado en lo que le he dicho y durante unos segundos sospecho que tiene que ver con mi hermano. Intento no hacer especulaciones para no cabrearme con él, ni con ella. Pero se me hace complicado no pensarlo.

– ¿Qué pasa? – la pregunto mientras me levanto de la cama y me dirijo al armario que tenemos en frente. Saco un polo limpio y unos pantalones.

– No es nada.

– Vuelves a mentir.– pero esta vez la mentira me duele, porque parece como si ocultase algo. Olivia es un libro abierto y difícilmente podría ocultar sus sentimientos, ni aunque lo intentase.

– No es nada Alejandro. Si te quedas más tranquilo dejaré que me lleve Marco en coche a casa.

Noto como empiezo a cabrearme. Me oculta algo. Y entonces suelto lo primero que se me pasa por la cabeza.

– Me da igual cómo vayas a casa mientras que llegues a tiempo a la cena privada de esta noche. Hoy vienen unos amigos de mis padres y escasean los camareros, estate puntual a las ocho de la tarde en la Villa. – me recorre fuego por las venas. Conozco a mi hermano lo suficiente como para saber que algo ha hecho.

No me giro para decirla adiós y salgo por la puerta cerrándola de un portazo. Maldito Marco.

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEWhere stories live. Discover now