-También me duelen los pies, Celia dice que los tengo un poco hinchado, al igual que mis manos, mis dedos parecen morcillas. – Nevan gruño como advertencia antes que seguir. – El doctor Corbin dice que eso es normal, en las últimas semanas de embarazo y que no debo preocuparme, ya que Emily se encuentra muy bien.

-Tengo ganas de conocerla. – admitió con un poco de vergüenza. – Espero que ella también quiera conocerme, tengo muchos juegos preparados para ella, en sus visitas al jardín.

-Creo que Emily también quiere conocerlo. – Nash no pudo ocultar su sonrisa, Nevan empezó a rascar su cabeza como si no hubiese dicho nada. - Le h– dicho que eres un buen hombre y le regalas muchos dulces a espaldas de Celia. – confesó, el alfa rio de nuevo. – Emily se siente muy agradecida contigo, le gustan muchos los dulces. Aunque el doctor Corbin dice que no es bueno alimentarme tan solo de postres, quiere hablar contigo, pero no le he dicho que eres quien me da los dulces. Estás a salvo, señor Smith.

Sobre las diez de la mañana, Nevan fue a su pequeño despacho, enfrente de la recepción, el día anterior se había organizado los informes para ser más rápido y poder descansar un poco más al siguiente día. Esa mañana quería enviar todos los informes que le quedaban de la carpeta azul, y empezar a organizar la de los huéspedes que se habían ido. Aunque también quería acabarlas ese día.

Pronto sería el día de la reunión, y tenía que hablar con el señor Corbin. Estaba muy nervioso, sería la primera vez que lo vería en persona y no sabía cómo hablar con él. Celia le dijo que podía estar muy tranquilo, Lander no era demasiado exigente y la reunión era solo una excusa para ver en qué estado estaba el hostal, también quería conocerlo.

Lander llamaba a Nevan, el chico de las mil notitas. En todos los informes daba pequeños datos sobre aquellas personas que podían pasarle desapercibo a primera vista. A las personas que conocía más solía incluir sus gustos, aunque no lo hacía siempre, a decir verdad, solo lo había hecho con los informes de Nash y Scott.

-¿Cómo te encuentras hoy compañero? – lo saludo Celia, la beta iba cargada con una caja que debía llevar a la cafetería. – ¿Mucho trabajo?

-Lo tengo todo controlado, jefa. – sonrió y levanto el dedo pulgar para confirmarlo. – Estará todo enviado en menos que canta un gallo.

-Recuerda que debes descansar de vez en cuando. – Nevan inflo sus mejillas. – Ahora más que antes, el señor Corbin accedió a que siguieras enviándole los informes porque no era un trabajo pesado.

-Emily y yo estamos muy bien, a ella le gusta el sonido de las teclas cuando escribo. – mintió, la verdad es que no estaba muy seguro, así que era una mentira a medias. – La relaja, se queda dormida hasta la hora de comer.

-Descansa cuando lo necesites, no seas cabezota y si necesitas algo, llámame. Sabes dónde me encuentro siempre. – el omega asintió.

Nevan se puso los cascos para no molestar a los huéspedes que estaban en la recepción, le gustaba escuchar música mientras trabajaba. Celia no le había regañado por hacerlo, así que no estaba preocupado, aunque mantenía el volumen bajo por si le llamaba alguien.

-Buenos días. – lo saludo una de las huéspedes con una sonrisa, hacía poco más de dos semanas que había ingresado en el hostal. – Nos vemos en la comida, adiós. Nevan.

Absorto del mundo, Nevan comenzó a tararear la canción que estaba escuchando, podía sentir como Emily se movía en su vientre, le gustaba mucho esa sensación, aunque a veces era dolorosa. Nevan pensó en algunas cosas que podía hacer cuando Emily fuera un poco más mayor, quería preguntarle a Celia si podía ir a la playa o a visitar algún museo con ella, aunque fuera en horario de trabajo. Quería saber si tendría vacaciones, tal vez podría invitar a Nash o Scott, aunque no era buena idea tenerlos a los dos cerca tanto tiempo. Era buena idea llevar también a Rose y Lily, para que los vigilaran.

Hasta el final del caminoWhere stories live. Discover now