IX

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"Eres Raro"

Un poco más animado, Ash se había alejado de aquella pequeña planta que sembró junto con Serena. Alzó la vista al cielo, para buscar una vez más esa estrella fugaz que vió hace unos momentos. Fue en vano, puesto que ya no la encontró. Sonrió con pesar, y volteó a ver a Lapras, quien solo lo observaba con curiosidad.

—¿Crees que mi deseo se haga realidad? —preguntó tristemente mientras acariciaba al tipo agua.

El pokémon no sabía mucho sobre las costumbres humanas, así que no pudo contestarle. Bueno, tampoco es como si pudiera hacerlo de todas formas.

—Espero que sí... —el niño parecía querer llorar, lo que alarmó a Lapras—... de verdad quisiera...

En eso, escucharon un ruido proveniente de los arbustos. Sonaba como si algo se acercara, o... alguien. ¿Su madre? No, solo él y Serena conocían el lugar... entonces eso significaba que era...

—¿Serena? —dijo Ash alegrándose al pensar que su mejor amiga había vuelto.

No podía estar más equivocado.

—¿Serena? ¿Así que así se llama esa niña rara? —dijo Gary algo molesto mientras emergía entre la maleza.

La decepción de Ash era más que evidente.

—Ah... eres tú. —suspiró decepcionado.

—Nunca había visto este lugar, está de locos. —decía Gary sonriente, sin prestarle atención a Ash y sin percatarse de la presencia de Lapras.

—¿Qué haces aquí? —preguntó molesto.

—Tú mamá me mandó a buscarte, y... —en eso, notó la presencia del pokémon—. ¡Increíble!

El castaño se acercó a toda velocidad, causando que el tipo agua le gruña agresivamente al no confiar en él, y creer que su forma de actuar era porque quería hacerle daño o algo así.

—¡Oye, no me hagas eso! —reclamó Oak, para voltear a ver a Ash—. ¿Tienes alguna baya para que no me gruña?

A regañadientes y con total resignación, Ash le alcanzó una baya sin muchas ganas, mientras que se recriminaba a sí mismo por ser un tonto al creer que Serena había vuelto tan rápido. Gary le ofreció la baya a Lapras, quien empezó a comerla con cierto recelo, ya que la actitud de ese niño extraño con su amigo le parecía sospechosa.

—¿Desde cuándo conoces a este Lapras? —preguntó Gary sin importarle el estado de ánimo de Ash.

—Eh... lo conocí hoy. —mintió, realmente no quería hablar sobre sus escapadas nocturnas con Serena.

—¿En serio? Entonces... que bueno que traje... —decía ansioso, y de su bolsillo sacó una pokéball—. ¡Esto!

Al ver la pokéball, el tipo agua se alarmó y se alejó de él. No quería que lo capturaran, y menos un mocoso malcriado.

—¡Gary, ¿de dónde sacaste eso?! —preguntó Ash nervioso.

—Del bolsillo de mi abuelo. —dijo orgulloso.

—¡¿Le robaste?!

—¡No! Se la devolveré... pero con un pokémon dentro. —sonrió maliciosamente mientras se preparaba para lanzar la pokéball a Lapras.

Ash se alarmó tanto como el tipo agua, y corrió a ponerse entre el pokémon y su amigo.

—¡No! —gritó desesperado mientras protegía con sus brazos al pokémon.

—¿Ah? —preguntó confundido—. ¡Ash, quítate!

—¡No, no dejaré que lo captures!

—¿Por qué no?

—Porque... —intentó pensar en una excusa—. ¡Le pertenece a alguien más!

—¿Ah sí? ¿Hablas de esa niña rara?

—¡Sí, le pertenece a ella! ¡Y no le digas rara! —gritó Ash molesto.

—De todas formas no importa, mi abuelo dijo que se iba y que ya no iba a volver nunca más...

—¡C...cállate! —el escuchar esas palabras le dolían—. ¡Solo no lo atrapes!

—¡¿Y qué gano yo?! —ahora Gary parecía querer negociar.

—Pues... —intentó pensar en algo que ofrecer—... cuando seamos grandes te dejaré elegir primero a tu inicial.

—¿En serio? —Gary pareció alegrarse con eso, mas su carácter altanero no tardó en volver—. ¡De todas formas yo iba a elegir primero, así que no cuenta!

—¡Gary, por favor! —gritó más desesperado, sin saber qué hacer—. No lo captures... por favor...

Gary estaba dispuesto a atrapar a Lapras —quien lo veía con rabia—, pero el ver a su amigo con un semblante más triste pareció detenerlo.

—Por favor... —suplicaba, no quería perder a dos amigos un mismo día.

Gary lo pensó un momento, y suspiró en resignación.

—Agh, bien —guardó su pokéball mientras se recriminaba a sí mismo por dejarse convencer—. Pero me debes una.

—Gracias... —dijo Ash sonriendo pesadamente.

Al ver que el niño parecía ya no querer atraparlo, Lapras se relajó. Ash se acercó al pokémon para acariciarlo, a lo que este accedió gustoso.

—Volveré con los demás, así que no te tardes. —dijo Gary algo irritado.

—No lo haré, y por favor no le digas a nadie sobre Lapras.

—¿Y eso por qué...?

—Cuando Serena vuelva, la traeré aquí, le gustaba mucho jugar con él. —dijo sonriente mientras miraba al pokémon.

—¡Pero si ella ya no va a... 

Gary se detuvo en seco al ver la mirada asesina del pokémon, lo que lo intimidó. Al parecer, no quería que lastimara aún más los sentimientos de Ash.

—... si tú lo dices. —dijo Gary resignado.

—Gracias. —sonrió débilmente mientras abrazaba a Lapras.

Gary se alejaba, pero volteó a ver a Ash, y notó como este parecía sentirse muy a gusto con el pokémon y viceversa. Su amigo siempre le había parecido alguien muy extraño, hasta extravagante en ocasiones, y no tenía reparo en hacérselo saber.

—Ash. —llamó el castaño.

—¿Qué?

—... eres raro. —le dijo despectivamente.

Ash recordó como le había dicho eso mismo el primer día del campamento, pero ahora se lo había dejado de tomar como insulto. Serena lo hacía sentir así, raro, pero no en el mal sentido. Se sentía realmente feliz gracias a ella, sin duda le gustaba ser raro. Por esto, en lugar de reclamarle a su amigo, simplemente sonrió mientras continuaba abrazando al tipo agua.

—Sí... creo que lo soy. —dijo sonriente.

Gary rodó los ojos y se alejó, dejando tras de sí a un niño que soñaba y ansiaba el día en el que reencontrarse con su mejor amiga para poder jugar una vez más.

Bonus 1/6

Éramos Niños EnamoradosWhere stories live. Discover now