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Durante el camino de vuelta ninguno de los dos habló, Prentiss estaba lo suficientemente enojada e indignada como para soltar palabra y Reid, estaba ido, pensaba en todo y a la vez en nada.

No pasó mucho tiempo cuando ambos llegaron de nuevo a la comisaría, encontrándose con Hotch apenas entraron.

—Venimos del albergue, la administradora no ha notado a nadie que despida una conducta violenta—soltó Reid sin darle tiempo a su jefe de contestar.

—Muy bien, no está en ningún albergue, hablé con Guideon y Morgan, creen que está matando para proteger su propio albergue—respondió.

—¿Ya estamos listos para el perfil?—preguntó impaciente el menor de los tres.

—Nos falta algo—Hotch se detuvo junto a la puerta de su improvisada sala de juntas. —¿Cómo es que un vagabundo aprendió a matar así?

—¿Qué necesitamos?—preguntó Prentiss.

—Necesitamos suerte y que el cometa un error.

Prentiss asintió tranquilamente y Reid simplemente asintió una vez y se fue de nuevo a la pizarra donde se encontraba el mapa de la ciudad.

—Hotch, ¿puedo hacerte una pregunta?—Emily no le quitó los ojos de encima al menor.

—Claro—frunció las cejas. —¿Qué pasa?

—¿Has notado algo raro en Reid?

—Si—murmuró inmediatamente. —¿Pasó algo en el albergue?

—Su comportamiento fue demasiado...—pensó un instante—agresivo.

—Lo he notado, hablaré con él. Por lo pronto tenemos un asesino que atrapar.

—¡Auxilio, ayuden a mi papá!—la voz de una niña pequeña alertó a todos dentro de la comisaria, al visualizar la escena, Prentiss de inmediato fue hacia la menor mientras que los demás policías se acercaban a ayudar al padre, quien en su camisa a la altura del estómago tenía manchas rojizas.

—Llamen a una ambulancia—gritó Hotch, acercándose.

Minutos después, el papá fue trasladado en una ambulancia al hospital y Prentiss junto a su jefe aguardaba a la llegada de la abuela de la niña, quien estaba sentada con ellos. Emily giró su vista hacia la sala de conferencias a unos metros más allá, dándose cuenta que estaba recostado en la mesa, como si estuviera durmiendo.

—María calma, tu abuela ya viene—consoló la pelinegra al verla inquieta.

—¿Y mi papá va a estar bien?

—Así es.

—María, ¿puedes respondernos unas preguntas?—dijo Prentiss tranquilamente, prestando completa atención a la menor. —¿Nos ayudarías a encontrar al malo?

La niña asintió.

—¿Ese señor le dijo algo a tu papá?—siguió.

—No—bajó la mirada.

—¿Qué hacían tu papá y tu antes de que ese hombre llegara?—preguntó Hotch.

—Mi papá sacó la basura y el salió de ahí, y golpeó a mi papá, yo le gritaba a él, creí que me golpearía también, pero se detuvo y me miró extraño.

—¿Cómo que te miró extraño?

—Se veía triste—recordó la niña, mirando a la nada. —Y dijo algo, no a mi papá, a mi.

—¿Qué dijo?

—Dijo, "¿estás bien? ¿Por qué estás llorando?" pero corrimos y llegamos aquí.

𝑫𝒆́𝒅𝒂𝒍𝒐 (𝑴𝒐𝒓𝒆𝒊𝒅)Where stories live. Discover now