3; latir

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—¿Qué tenemos hasta ahora?—preguntó Hotch.

La mayoría estaba impaciente, era uno de esos casos donde no sabes que esperar, difícil, confuso y demasiado cansado. Reid, con café en mano, se encontraba en el otro extremo de donde estaba Morgan, quien tomó asiento frente a la única mesa dentro de donde se hallaban.

—Los homicidios son clinicamente eficientes y tienen el sello del matadero para un animal—Prentiss contestó.

—O un sacrificio—murmuró el moreno, jugando con un lápiz, Reid tomó un sorbo de café, quemándose la lengua en el camino.

—No hemos podido encontrar crimenes similares en las bases de datos Federales o Estatales—continuó su jefe. —Hasta donde sé es el primero de la serie.

Spencer, tomando el valor, habló.

—Al menos uno del equipo puede creer que...—iba muy bien, y después Morgan lo miró fijamente, a la vez que levantaba su vaso.

—¿Reid?—Prentiss habló, mirando primero al menor y después a Morgan, con una leve sonrisa en la cara. JJ entrecerró los ojos y los demás seguían con la vista fija en la papelería frente a ellos.

—L-Lo siento—carraspeó, bajando la mirada y odiando a Morgan, quien sonrió quitando su vista de él. —Al menos uno puede creer que mata en nombre de Dios, su-sugiriendo una psicopatía que despliega niveles extremos de desorganización—caminó hacia uno de los tantos pizarrones en en el lugar. —Pero hay contramedidas forenses—tomó un papel, mirando a todos menos a una persona—. Y alguien con control para ser el complicado trabajo de cómputo.

Sentía el corazón latiendo a más no poder, detestaba la sensación de no tener bajo su dominio el control de las emociones, y todo por culpa de una sola persona, una maldita mirada de la que no se podía deshacer. Tan intensa que pudiera ver hasta el más mínimo detalle si tan solo tuviera el valor de sostenerle la mirada. Pero no lo tenía. No después de darse cuenta de las discretas miradas que le daba su compañera. Notaba la duda en sus ojos junto una pequeña pizca de curiosidad y picardía. Y no sólo ella, también su mentor.

Dos personas del equipo sospechaban, una podía confirmar que si tenía sospechas, la otra estaba un 50% seguro. Pero vamos, Reid no era tonto, y sabía que si continuaba así, le iría peor, tenía que ver por el bien del ambiente de su equipo.

Tomando aire, aún nervioso, siguió.

—Uno de los ignotos es organizado, el otro extremadamente desorganizado—los ojos chocolate de Morgan, lo veían, lo quemaban, lo emocionaban. —Lo que es extraño es que el que debiera tener el control hizo la llamada y no pudo evitar que el otro mate. Normalmente el de personalidad frenética sigue al de la mente más sana.

—Muy bien observen eso—su piel se erizo por escuchar su voz. —El ignoto uno llamó a la policía antes de matar pero no les dio tiempo para llegar ahí—giró su asiento, para mirar a los demas. —Esa llamada es solo una defensa en caso de ser capturado, es decir, tal vez no quiere detener al otro pero hizo lo necesario para cubrirse.

—Y—Guideon continuó—, lo que tenemos hasta ahora, no es suficiente.

Con esas palabras el silencio calló sobre ellos, tal cuál una jarra de agua fría.

Prentiss notaba a todos cansados, con los ojos pesados y bostezando de vez en cuando, sin embargo, era Spencer quien más resaltaba entre todos. Sus ojos estaban enmarcados por grandes ojeras, oscuras y profundas, su tez pálida no hacía más que darle un aspecto demacrado, en lo que llevaba del día había tomado mucho café, y sabía que Morgan tenía algo que ver en ello.

𝑫𝒆́𝒅𝒂𝒍𝒐 (𝑴𝒐𝒓𝒆𝒊𝒅)Where stories live. Discover now