5; ira

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—¿Qué sucede Hotch?—Morgan sentía su corazón en la garganta, desesperado por la respuesta y el semblante de impacto que el rostro de su jefe muestra. —Hotch, responde.

—Están allá—murmuró viéndolo a los ojos.

—¿Quienes?

—JJ y Reid, es el testigo del que habló JJ antes de irnos a la escena del crimen.

—No puede ser—bramó el moreno, sintiendo el calor correr por sus venas, lo peor es que tenía el presentimiento que algo iba a pasar pero trató de ignorarlo, después de todo no era muy creyente de los presagios y milagros, sin embargo, ahora esperaba que ocurriera uno y que a Reid no se le ocurra hacer ninguna estupidez.

—Tenemos que irnos, Morgan—escuchó a Prentiss decir.

Al parecer esta perdido en el más allá, pues todos estaban observándolo, con muecas en el rostro. Pensaba que nadie sabía acerca de qué sus oensamientos le pertenecían al chico, pero estaba equivocado, después de todo, su trabajo 24/7 es entender mediante acciones a las personas.

—Lo siento—murmuró Hotch junto a él, cuando recuperó la postura e iban todos hacia las camionetas. —Debí mandarte con ellos, JJ tiene poca experiencia en el campo y Reid puede llegar a ser imprudente en sus acciones.

—No Hotch—interrumpió Guideon —, no cometiste ningún error. Confía en tu equipo, Reid es demasiado inteligente para que desconfíes de él, y JJ es bastante perspicaz en lo que hace—continuó el paso.

—Tiene razón Hotch—siguió Morgan. —Son bastante capaces de salir con bien, pero aún así me preocupa.

Viendo como su jefe asintió, no dijeron más y continuaron yendo hacia su destino. Prentiss y Morgan en una camioneta, Hotch y Guideon en otra.

—¿Estás bien?

Asintió, callado. Dejando sus pensamientos fluir lejos de su mente, no queriendo atormentarse más de lo debido, pues sabía que si la incertidumbre se apoderaba de él, estaría perdido.

Pasaron aproximadamente diez minutos, pareciendo horas para el equipo, y llegaron al lugar. El y su compañera no perdieron tiempo y bajaron del auto, con el arma desenfundada.

—Morgan, hay un granero atras—el comandante dijo, y sin pensarlo más, el y Prentiss fueron hacia allá.

El ruido de las sirenas, el olor a tierra suelta, el sudor resbalando por sus manos, la oscuridad rodeando todo y el sabor a metálico en su boca, resultado de morder tan fuerte su mejilla internamente que se dañó. Sentia que era demasiado, pero no podía perder la concentración, Reid estaba en peligro y tenía que soportar todo, con verlo a su lado, asustado y agitado pero sabiendo que está a salvo, se conformaba.

Llegando al granero entraron con precaución, armas apuntando al frente y pasos cuidadosos, oscuridad por doquier y un olor extraño inundó sus fosas nasales.

Morgan siguió lento, cauteloso. La linterna en su mano iluminó frente a el un colchón cubierto de sangre y extrañeza humanas, al aldo de el, un perro muerto. No pudo evitar poner mala cara recordando por el dolor y sufrimiento por el que tuvo que pasar la dama del video. 

—¡FBI!—escuchó tras el, dando la vuelta inmediatamente.

—¡JJ! ¡JJ¡—gritó.

—¡No se muevan!

—¡JJ!, somos Morgan y Prentiss—se acerco, iluminando la cara de la rubia. —¡No dispares! Tranquila—bajó el arma. —¿Estás herida?

—Tobias Hankel es el ignoto—murmuró Jennifer, con la mirada perdida.

𝑫𝒆́𝒅𝒂𝒍𝒐 (𝑴𝒐𝒓𝒆𝒊𝒅)Where stories live. Discover now