Monstruo de lodo

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La semana siguiente Guille vino los miércoles y los jueves a enseñarme a cabalgar, aprendí rápido. Indomable era un caballo bien manso, dejaba que le agarrara las riendas.

Guille me enseñó el prado de las flores de nieve, era unas flores blancas (también llamadas edelweis) que crecían solo en verano en ese prado aprendí por primera vez a montar. Si alguna vez, no se subieron a un caballo deberían hacerlo
es algo indescriptible,
es correr libremente,
es chocar con el viento
es como volar.

Mi madre iba venir hoy que era sábado, y tenía un problema ¡Guille hoy no podía llevarse a los animales porque iba a ir con su padre muy temprano a los sembríos de maíz! Así que decidí bañar a Pigui que estaba apestando antes que llegara mi madre ya que reconocería el olor inmediatamente y descubriría a los animales.

Saqué a Pigui afuera este estaba bien sucio lleno de lodo, algunas moscas revoloteaban por su espalda. Como había llovido la noche anterior, el suelo estaba húmedo, me puse unos pantalones cortos y una camiseta negra, y me quite las zapatillas, porque quizás me las ensuciaría.

Rosa trajo el agua caliente, para mezclarlo con el agua fría pero luego se metió a la casa para apagar la mazamorra que estaba calentando. Eché un poco de jabón de aceite de oliva al cuerpo del cerdo, luego agarré un tazón de agua y mojé su espalda, al entrar en contacto con su piel, gruño despavoridamente al darme cuenta ¡era agua helada! Rosa aún no lo había entibiado, Pigui salió como una flecha aterrorizada.
—¡Pigui vuelve! — Grité, tirando el tazón al suelo, cogí la cuerda que estaba al lado del recipiente y corrí tras él. Rosa asomó la cabeza por la ventada—¡Que ocurre!

—Se escapó, cuando le eché agua helada—dije corriendo

Este se dirigía hacia la autopista, y para darme cuenta estaba corriendo descalza, ahora me detuve, ¡olvidé mis zapatillas! si regreso, voy a perderlo de vista, así que me resigné y corrí tras él Pigui al verme corría más y más, mis pies me dolían con cada piedrecilla que encontraba por el suelo.

—¡No, al pueblo no! —grité —Ven aquí

Este se desvió por otra ruta, nunca había venido por aquí, había varias casas estaban en fila, pero alejadas entre sí, Pigui corría como el viento mismo, no pude más, me detuve, se me iba el aire.

Lo vi meterse en una de las casas blancas con cerco, caminé despacio hacia él. Atrás de la casa había un charco enorme de lodo, de seguro se había formado ayer por las lluvias.

Con pasos sigilosos me acerqué iba a sujetarlo del cuello con la soga, pero fallé, este hábilmente corrió hacia un lado, y yo torpemente que iba descalza me resbale y caí de cara en el fango de lodo ¡Esto solo me podría ocurrir a mí, era la reina de las torpezas! me levanté apoyándome en mis codos estaba empapada, todo por la culpa de mis zapatillas, traté esta vez de agarrarlo por las patas como dé lugar era todo o nada, pero falle otra vez

—¡Piguiii, te quedaras castigado! —Grité enojada, estaba totalmente empapada mi cabello mi rostro mi ropa, todo, todo.

—¿Eres el monstruo de lodo? —Escuché una vocecilla

Era un niño pequeño, cuando lo mire bien me recordó mucho a mi hermano, debería tener su misma edad ahora.

—Sí

—¡Wow estupendo, por fin encontré a uno! —exclamó emocionado

—Y ¿qué haces?

—Trato de coger a mi cerdo

La lluvia, comenzó repentinamente, gotas y gotas caían

—Lucas pasa adentro— dijo una señora

—Oh, ¿qué paso aquí? —dijo al verme

NevadaWhere stories live. Discover now