Hongos venenoso

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Muy temprano me dirigí hacia la casa del abuelo Zacarias, si me preguntan, que por qué estaba tan entusiasmada, es que me gusta pintar, aunque reconozco que no soy tan buena.
La pintura es como magia puedes dar vida y color a cualquier cosa, mi abuelo, me comentaba en sus cartas, que pintaba para ser feliz ¡es como parar el tiempo me decía!

En eso pensé mi madre tiene razón, me parezco más a la familia de mi padre que a ella, solo de ella pude sacar sus rasgos físicos.

Mi madre era una mujer elegante, hermosa modesta, y a la vez irritante, cuando iba de compras se la pasaba media hora observando un vestido y analizando si le quedaría bien, al igual que con los calzados, siempre procuraba comprar ropa de diseñador y estar a la moda era fiel a los vestidos delpozo, Oscar de la renta, y le fascinaban los vestidos de Ziad Nakad.

Recuerdo una vez que por casualidad de pequeña le manché uno de sus vestidos de alta costura de colección otoño, invierno un Monique Lhuillier, se convirtió en un demonio.

Yo pagué con los platos rotos, me castigo como un mes. Estaba vetada de tocar sus ropas e ir a su armario.

Saqué sus rasgos como el cabello marrón oscuro, al igual que los ojos, pero tenía el espíritu libre de mi padre.

Al acercarme a la cabaña, oí unas voces adentro, el señor Zacarias debe estar con alguien, intuí.

Coloqué mi oreja cerca a la puerta para escuchar mejor.

—¿Para cuándo es el pedido?

—pasado mañana.

—No tenemos mucho tiempo.

Era la voz de un chico debe ser ese tal Nick. ¿No dijo que estaría por la tarde? ¡que hace aquí!

No quería entrar, será mejor que me vaya, no quería toparme con él. Mi yo antiguo hubiera entrado de seguro. Pero no era la misma.

—Ayer vino la chica a entregarme la linterna, es nieta de Antonio— oí decir a Zacarias

—Así, y ¿Qué la trajo por aquí? — Preguntó él

—No lo sé, solo me comento que quería visitar el lugar donde vivió su abuelo, antes que vendan la cabaña.

—Viene, cuando su abuelo está muerto, y cuando está vivo no aparece, que clase de personas son.

—No hables así sin conocerla Nick.

—Las conozco con tan solo verlas, esa chica no me cae para nada bien, como es de ciudad, debe ser la típica caprichosa, delicada, te apuesto que se cree la gran cosa. La otra noche le pregunte por su nombre, no me lo quiso decir, tampoco quiso que le acompañara a su casa —se quejó el

—La gente de ciudad son todos unos creídos y además como puede vender la cabaña de su abuelo, donde paso toda su vida. Solo le interesan el dinero solo eso.

No pude escucharlo más, salí corriendo de ahí. Camine cabizbaja, por eso no me gustaba rodearme de gente ni llamar la atención, ¿Quién se cree que es ese idiota?

Habla como si me conociera, pero lo que más me dolió es que era verdad lo del abuelo, me sentía tan mal, porque desearía haber estado ahí cuando más me necesito, en sus cartas me decía que se encontraba bien, yo le prometí que iba venir, pero él falleció ante de que pudiera ir a verle.

—¡Aquí estoy abuelito, por fin llegué ¡— susurré. Mis pasos eran lentos me detuve cuando vi un arroyo cerca de una roca inmensa.
Me acerqué y me senté al borde del arroyo, lo bueno del bosque es que era un silencio innato. Solo se escuchaba el silbido del viento y el revolotear de los pájaros.

Arranqué los pequeños hongos que estaban creciendo al borde del agua olían a tierra húmeda.

Antes cuando las personas me preguntaban que desearía ser en otra vida, yo respondía una mariposa o una paloma, para ser libre y surcar por los cielos, pero ahora, si me hicieran la misma pregunta yo desearía, yo anhelaría ser una PIEDRA y ¿por qué piedra?

Para no llora
para no sentir,
para no sufrir.

—¡Por qué no me hiciste una piedra! -grité entre lágrimas mirando la gigantesca roca que tenía en mi delante.

—Porque eres humana— oí una voz grave

Enseguida me giré, me limpié rápidamente el rostro.

—¿Lloras porque está perdida?

Era ese idiota, con solo verlo me enoje muchísimo, yo creída, delicada, odiaba a las personas que lanzaban prejuicios, sin antes conocerlos.

Estaba decidida que hoy sería la última vez que le viera, y si me topaba con la alguna vez lo ignoraría, haría como si no existiera, mire el suelo, no quería verlo, me avergonzaba que me viera en este estado con los ojos llorosos. No le respondí me alejé hacia el sendero

—Estas molesta—Preguntó siguiéndome por detrás

—No tienes otra cosa que hacer, pues si—grité a punto de explotar

—No es mi culpa lo que paso ayer.

Ayer, traté de recordar, hablaba del incidente de la pelea.

—Si como no, ¿debería creerte? si lo planearon tú y tus amigos, querían emboscarnos

—Ellos no son mis amigos y para que sepas te ayudé.

—¡Sabes, no te conozco, así que no me molestes! —demandé

—¿No me dirás tú nombre?

No le respondí.

—Sabes, ¡todos los días lidio, con personas como tú!

—Así ¿cómo? creídas, caprichosas—exclamé

—Tú lo dijiste—mencionó riendo

—¡Pues sí soy todo eso y más—grité

—Ya déjame en paz

—Los hongos que tienes en tus manos son venenosas—exclamó

Enseguida los tiré al suelo, en ese instante comenzó a reírse a carcajadas, tenía una sonrisa hermosa pero irritante, odiosa a la vez.

—¡Es mentira no! —grité avergonzada. Mis mejillas ardían ¿estarían rojas? ¡Dios mío como lo odiaba!

—jajajaj, jaaa

No sé porque me ruborice, no lo se.

ESPERO QUE DISFRUTEN DEL CÁPITULO;)

NevadaWhere stories live. Discover now