–– Gidde, que preparen bastante comida y la suban a mi dormitorio. Mi madre no vendrá esta noche. Pueden cerrar todo y poner las alarmas. Tras esto, que el personal descanse y no se nos moleste bajo ningún concepto que no sea de gravedad extrema.

El hombre, de piel casi dorada y cabello negro azulado, una tonalidad que ella jamás había observado en un humano o habitante de ese planeta asintió cerrando la puerta principal. Sin dejarla suelta, Rioeigh la llevó por las escaleras hasta un piso superior, recorriendo un pasillo largo hasta la última habitación. Ahí debe tener una celda, pensó por un instante antes de preguntar sobre otro asunto distinto que le preocupaba en ese momento.

–– ¿La persona que nos ha abierto es... es... un esclavo?–– preguntó Nydia con un hilo de voz.

–– Es esta casa hay asalariados, no hay ningún esclavo–– dijo el joven antes de abrir la puerta.

Bueno al menos la habitación no era un cuchitril de paredes de cemento, pensó Nydia, era amplia y tenía tres ventanas. La casa que habitaban su madre y ella casi cabía en ese enorme dormitorio. Él seguía sin soltarla hasta llegar otra de las puertas que estaban en esa habitación luminosa. Solo entonces y tras abrirla, y comprobar ella con cierto descanso que no era un armario que usara para encerrarla y no cometiese más locuras, como la de hacía apenas tres horas. Soltó un enorme suspiro.

–– ¿Qué ocurre? ––preguntó el joven, soltando apenas su mano para dejarle entre ellas una enorme camisa negra limpia y unos pantalones ajustables a la cintura con un cordón.

–– Creí que me ibas a encerrar...–– admitió Nydia.

–– Aún me lo estoy pensando, siento no tener ropa interior de tu talla ni de mujer, y tampoco me propongo asaltar la habitación de mi madre, como comprenderás–– respondió el teniente, tras empujarla dentro de la habitación del baño. Esta se iluminó enseguida al cruzar ella la puerta––. Sácate todo, toma una ducha. Luego iré yo. Comeremos juntos.

–– Pero...–– comenzó a rezongar la muchacha, pero una mirada ceñuda de Rioeigh hizo que le cerrase la puerta en las narices y comenzara a desnudarse antes de entrar en el recinto de la ducha, mucho más lujoso que los de los camarotes de la nave «Pueblo Errante» y los de su hogar, los cuales eran casi una copia de estos.

Se dio buena prisa en tomar la ducha y en dejar que el aire emitido secara su cuerpo y su cabello, el cual quedó como una melena leonina. Al salir buscó en las encimeras un cepillo tras vestirse y alisó como pudo esas ondas doradas rebeldes. Qué suerte tenían los nativos de ese planeta, ni con ese secado express de aire caliente dentro de la ducha, parecían despeinarse. Su lacio cabello color platino volvía a su sitio de forma natural.

Salió vestida con el enorme pijama, cuya camisa le llegaba casi a las rodillas y tuvo que darle dos o tres vueltas al bajo del pantalón, él estaba asomado a una de las ventanas, parecía más relajado.

–– No tienes que preocuparte por Lucía, el comandante va de camino a recogerla del hospital. Danielle ha sido llevada junto a su compañero a casa, dispensado de seguir el servicio. Mi madre sigue estable, y NovaOrbe ha dictado una serie de medidas tras la muerte del Consejero Principal, cuando me duche , durante la comida, te termino de contar todo, necesito sacar el sudor de mí enseguida, me has hecho pasar demasiado, Nydia.

La dejó con la palabra en la boca y entró a la ducha.

Ella se quedó mirando por la misma ventana que él el paisaje apenas iluminado a lo lejos con las luces de Alfa 1, hasta que tocaron con suavidad a la puerta. Acudió enseguida, casi enredada en el enorme pijama, aunque era bastante decente, se sintió cohibida ante la llegada del sirviente con una bandeja.

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