capítulo veintisiete

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—Qué va. Avísame cuando termines. Estaré aquí —el estudiante de bioquímica asintió con su cabeza y se sentó sobre la butaca. Antes de levantarse, estiró sus brazos y permaneció en su lugar durante algunos segundos.

—¿A qué sitio crees que iremos mañana?

—A saber. Esta vez, Collei me ha sorprendido.

—Admito que a mí también, aunque no me extraña. Es mi hermana menor, así que la conozco bien. Ha trabajado duro para darme unas buenas vacaciones... Y todas las actividades las ha organizado pensando en mí y mis gustos —Tighnari se puso en pie y caminó hasta las escaleras. Se sentía algo agotado tras haber pasado todo el día siguiéndole el rollo a Cyno y comportándose como un niño chico.

Hacía mucho tiempo que no experimentaba todas estas sensaciones. Le dolían un poco las piernas y los brazos, pues no estaba acostumbrado al movimiento. Incluso las yemas de sus dedos se habían arrugado tras haber pasado tanto tiempo bajo el agua.

—Tu hermana es muy buena chica. Si tan solo una persona se atreviera a hacerle daño... —Cyno sería capaz de hacer lo que fuera por una persona a la que quería. Y si él era el motivo de ese daño (como fue en el caso de Nilou), respetaría todas sus decisiones y haría todo lo posible para evitar molestarla.

—¿Serías capaz de hacer lo que fuera por ella? —Tighnari, quien había estado jugueteando con las yemas de sus dedos, dejó caer los brazos a cada lado de su cuerpo.

Collei siempre había sido una chica poco sociable. Gran parte de su infancia la había pasado enferma en el hospital, así que no había tenido la oportunidad de interactuar con otros niños. Muchas veces los observaba con envidia cuando viajaban en el coche, anhelando ser uno de ellos. Quería sentirse viva, jugar al fútbol aunque fuera mala, tener un grupo de amigos, caerse, rasparse las rodillas y las manos, hacerse mil heridas. Quería reír, llorar, sentirse una más y dejar de ser un "cascarón de huevo" en todos los juegos que se organizaban en el colegio.

Al llegar a la adolescencia, su condición física mejoró un poco, pero todavía debía visitar frecuentemente el hospital. Esto la privó de la oportunidad de crear lazos con sus compañeros y se vio incapaz de conseguir un grupo de amigos. Todos pensaban que era rara porque actuaba de una forma distinta; porque parecía vivir en otro mundo, uno que le pertenecía solo a ella y donde nadie más tenía cabida.

Y por si no fuera suficiente, todos la trataban como si fuese un trozo de cristal que se rompería con el más mínimo roce.

Es por esto que Tighnari temía que su hermana se sintiera la carga de una de las mejores amistades que había formado.

—Sí —respondió él con seguridad.

—Entonces, no la trates como si fuera una flor delicada. No quiero que sienta que es una molestia para ti —pidió. Intentó no sonar muy desagradable, aunque al decir esas palabras, sintió que se le había ido un poco el tono de voz—. Lo siento, no quería sonar muy...

—No te preocupes. Sé cómo debo comportarme con ella —lo interrumpió Cyno—. Comprendo que le resulta difícil. Y sé que quiere recuperar todos los días perdidos durante su infancia. Simplemente digo que haré lo que sea si alguien se atreve a dañarla. Y no por eso debe sentirse una carga.

—Tampoco creo que alguien quiera hacerle daño a Collei.

—Los humanos son impredecibles. Además, Dottore... —Tighnari apretó sus puños. Cierto, había olvidado que seguía siendo una amenaza—. Sigue siendo una amenaza, ¿verdad?

El verde de mi primavera ♡ CynonariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora