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La noche había llegado al palacio y después de la cena los invitados salieron al jardín para disfrutar del primer baile de ese fin de semana Penelope se quedó un tiempo más que el resto en su habitación, primero porque tenía algunos chismes que escribir en su hoja para poder entregarlo a primera hora de la mañana del día siguiente, y segundo, porque se había quedado pensando en lo sucedido por la tarde en la competencia de Bolos, todo lo que había estado analizando en su mente.

Miró el cielo desde la ventana de la habitación, El Señor Anderson era un caballero muy apuesto, tenía una sonrisa hermosa y era muy inteligente, era difícil mirar a otra persona cuando él estaba presente.

Y no obstante...

Frunció el ceño. No obstante, no había dedicado más de dos o tres miradas al Señor Anderson durante toda la competencia de Bolos. Esto podría ser comprensible porque a ella no le gustaban los deportes, nunca supo si era buena o no en ellos porque la verdad es que muy rara vez participaba en los deportes.

Pero la explicación de que no le gustará el deporte no colaba, porque su mente estaba repleta de otras imágenes. De Colin acompañando a los Bridgerton al campo de juego. De Colin con el rostro tenso por la concentración al lanzar el balón. Colin celebrando los lanzamientos de sus hermanos.

Los brazos de...

Tragó saliva y apretó sus labios ligeramente.

Los brazos de Colin, ¿Qué tenían los brazos de Colin? Había más personas que también se habían remangado la camisa en la zona de los brazos, diablos si hasta el Señor Anderson lo había hecho... pero ella solo había centrado su vista en los de Colin.

Estaba claro, que, aunque no prestó mucha atención a la competencia, sí que le había prestado atención a Colin.

Giró su rostro hacia el vestido que tenía encima del sofá que estaba a su lado, era un vestido muy bonito, de seguro que Madame Delacroix se había esmerado mucho al confeccionarlo.

Prudence salió del vestidor.

- ¿Qué te parece mi vestido Penelope? - Le pregunto Prudence a su hermana mientras caminaba hacia el espejo de la pared - Espero que le guste al Señor Dankworth.

- Le gustará, te ves muy bien Prudence - Respondió Penelope. Había visto que el Señor Dankworth estuvo muy atento a Prudence durante la competencia.

- Espero que tengas razón, ¿Crees que el Señor Dankworth me invite un baile? - Preguntó Prudence arreglándose un mechón que le caía sobre la frente.

- Estoy segura de que lo hará - Contestó Penelope.

- Bien, deberías comenzar a cambiarte de ropa Penelope - Le dijo su hermana, y luego miró el vestido sobre el sofá - ¿Es un vestido de Madame Delacroix?

Penelope asintió y tomó el vestido para dirigirse al vestidor.

- Es muy hermoso - Dijo Prudence - Bien, date prisa, no debemos llegar tarde.

Luego de un momento en el vestidor, Penelope por fin salió con su vestido nuevo, y después de terminar de arreglarse el peinado y maquillaje salió junto a su hermana de la habitación.

Llegaron al jardín y de noche se veía mucho mejor que de día. Los pilares alrededor de la pista de baile estaban adornados con numerosas flores lilas y un sin fin de luces amarillas que otorgaban un lindo destello.

- Vaya, la Reina se ha esmerado mucho esta noche - Dijo Prudence al lado de Penelope.

- Si - Musitó Penelope con una sonrisa.

- Ahí está tu Señor Anderson - Le dijo Prudence señalando con la cabeza hacia el lugar donde esté se encontraba.

Penelope sonrió, le había prometido un baile al Señor Anderson y cumpliría con su palabra. Necesitaba despejar su mente de los pensamientos que tenía sobre Colin Bridgerton.

Un marido para Penelope FeatheringtonWhere stories live. Discover now