Nevan iba poniendo su pequeño botín sobre la cama, para organizarlo, tenía tres sándwiches, uno era de atún y los otro dos eran de bacón, o eso pensaba, la verdad es que no tenía idea. A su lado puso las barritas de chocolate, su boca se hizo agua cuando las vio de nuevo, era la primera vez que las conseguía. Una bolsa pequeña de patatas fritas, no le hacía mucha ilusión tenerla, ya que eran de sabor a huevo frito y no le gustaban, pero estaban bien para pasar algún apuro, no debía comérselas aún. Tenía dos botellas de agua, sin abrir, eso era importante y una gaseosa extraña, que no había visto en su vida, pero cayó en sus manos sin querer.

Al terminar de contar todo lo que había conseguido, lo escondió en el cajón de su escritorio, ahí se encontraba algunos de los botines que había conseguido en aquellos días, donde reinaba el sándwich de atún. Estaba harto de tomarlo, así que los aparto.

Tomo uno de los sándwiches de bacón, una botella de agua y una de las barritas de chocolate y volvió a la cama. Saboreo hasta el último bocado de la barrita de chocolate, estaba más rico de lo que pensaba. Cuando termino de comer, intento dormirse, un juego complicado, su cuerpo podía estar pidiéndole descanso, pero había algo que no le dejaba dormir, el dolor de estómago no tardó en hacerse presente. Daba igual en que postura se acostará y cuantas vueltas diera, no se podía dormir hasta casi la madrugada.

También se había acostumbrado a las náuseas matutinas, a la cuales intentaba no darle importancia, pensando que eran causadas por la comida basura que comía en el trabajo y en la habitación. Su estómago estaba acostumbrado a platos calientes y hacía mucho que no los tomaba, no tenía tiempo.

Antes de ir al trabajo, le preguntaba a Celia si podía utilizar su ordenador para buscar a Jaxon, le había enviado mensaje al teléfono muchas veces, pero él nunca respondía, ni siquiera les llegaba. Nevan le preguntaba dónde estaba, si necesitaba ayuda, que estaba haciendo, si se encontraba bien. Publico varias fotos del alfa en un foro de personas desaparecidas, donde puso todos los datos que conocía de él, y describía como iba vestido el día que se marchó. Tenía una mínima esperanza de que algún día le respondiera. No se iba a rendir. Cuando terminaba la búsqueda de aquella mañana, borraba todo lo que había hecho del buscador de Celia, no quería que ella supiera nada, siempre le hacía muchas preguntas.

-Está noche vamos a celebrar una pequeña fiesta, señor Keller – le anuncio la beta - ¿Quiere venir? Lo apuntaré en la lista, para que no sé quede sin su cena, hay paletilla de cordero asada, con patatas. Estará delicioso – el omega sintió un pequeño retortijón - ¿Vendrás? – asintió, aunque no estaba muy seguro – Lo apuntaré en la lista, señor Keller, la cena es a las nueve.

Celia se despidió con una gran sonrisa, le emocionaba mucho que Nevan hubiese aceptado ir a una cena, le preocupaba mucho el estado del omega. Estaba adelgazando demasiado esos últimos días y siempre lo veía cansado, pero él no le contaba nada, había hablado con el cocinero del hostal para que prepara aquel plato, aunque no estaba muy segura si le gustaría a Nevan.

Caminaba despacio hacía el trabajo, no debía ir muy rápido, tenía el tiempo suficiente para llegar y de día, el barrio de los omegas no parecía tan peligroso. Seguía notando las miradas de los alfas a su espalda, pero no se acercarían a él, porque había mucha gente delante, aunque a muchos le daba igual. A veces apoyaban sus brazos sobre su hombro y le sonreían, Nevan los ignoraba hasta que se iban, muchos eran persistentes, lo seguían un buen tramo del trayecto de su trabajo. Cuando veía que no iban a conseguir nada de él, se iban desilusionados o le gritaban algún insulto.

Nevan entraba directamente al cuarto donde debían cambiarse, sus compañeros lo ignoraban a primera hora de la mañana, tan solo unos pocos lo saludaban, podía ver en su rostro las intenciones que tenían esos hombres, aprendió a ignorarlos también.

Hasta el final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora