02. I wrote this for you

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Ya no sabía qué hacer. Ya no sabía qué quería. Tal vez quedarme en Yokohama era lo mejor. Mamá me necesitaba ahí, ¿no? Aunque fuera para recibir los golpes por ella.

Aun así, quería salir. Compré un boleto de tren hacia Kyoto para ese lunes por la mañana mientras mi padre estaba en el trabajo y mi madre haciendo las compras de la semana. Tenía mis maletas listas, todo lo necesario y los pequeños recuerdos guardados, pero el tiempo pasaba, las horas corrían, y el boleto que había comprado la noche anterior estaba por vencer.

Entonces, llamaron a la puerta. Pensé que sería mamá. Pensé que había olvidado las llaves y fui a abrir. Pero al otro lado de la puerta, no estaba mamá, pero sí un hombre rubio de unos veintinueve años que, así como yo, se parecía mucho a ella y sus ojos azules se reflejaron en los míos.

―Oh, hola ―dijo esa mañana, con un mal acento japonés―. Tú...

Calló. Todo se volvió un lío para él y no pudo hacer más que suspirar y frotarse el rostro.

Hasta ese momento, Paul no sabía que yo existía. Sabía que la madre que lo dejó en Francia y al cuidado de su padre estaba en Japón, que se había casado otra vez y tenía una hija, Kouyou, pero yo no estaba dentro de ese cuadro familiar.

Ese día frente a la puerta, Paul me explicó que esperaba encontrarse con mamá y Kouyou. Esperaba verla y preguntarle si es que ella lo recordaba, preguntarle si es que valió la pena dejar a su primogénito atrás con tal de formar otra familia, y conocer a su hermana menor. Pero en vez de ello, me encontró a mí. Un hermano pequeño de dieciocho años que no sabía que existía, uno con una mirada rota y maletas junto a la puerta, inseguro de si marcharse o quedarse.

―Uhm, tú...

―Chuuya.

―Chuuya ―repitió, intentando decir mi nombre correctamente―. Soy Paul Verlaine y soy tu hermano mayor.

―Sí, lo supuse ―respondí secamente―, te pareces a mamá, tenemos el mismo color de ojos y tu japonés es horrible.

Él solo rio. Creo que fue la primera sonrisa sincera que recibí en meses.

―Lo aprendí solo para venir aquí ―comentó, y luego agregó―: Ah, vengo de Francia, por si no lo habías adivinado por mi acento.

Sí, lo había adivinado, pero no se lo dije.

―Vienes a ver a mamá, ¿no? ―pregunté, y luego abrí la puerta por completo―. Fue al mercado, debe estar por volver en unos... diez minutos, creo. Pasa, ponte cómodo, yo tengo que irme.

―¿A dónde vas?

No tenía ni idea. Ya no quería ir a Kyoto, mi boleto de tren ya había vencido y no tenía más dinero para otro. Ya no quería ir a la universidad, ni estudiar literatura, ya no tenía talento para eso. Solo quería salir, buscar mi propio lugar donde al fin ser escuchado y no dejado atrás.

Pero ni siquiera me alejaría tanto de casa. Seguramente, daría un paseo por el parque cargando mi maleta, fingiría que me iba a otro lugar y regresaría antes de que papá volviera de trabajar, pero Paul no necesitaba saber eso.

―A dónde sea ―respondí, tomando mi única maleta―. Si te pregunta por mí, aunque dudo que lo haga, dile que fui a visitar a un amigo o algo. Incluso puedes decirle que me morí o que me raptó un alienígena, no creo que le importe.

―¿Te parece bien ser secuestrado?

―Créeme, cualquier cosa es mejor que vivir con ellos.

Paul miró mi rostro y se detuvo en aquel hematoma en mi mentón que poco a poco se estaba tornando violeta. Luego miró mi maleta, pero se centró en la piel rojiza de mi muñeca; en las marcas de dedos alrededor de esta. Seguí su mirada y recordé que había obtenido esa la noche anterior, intentando defender a mi madre una vez más, solo para que incluso sus golpes fueran mi culpa y no la del otro hombre que nunca se atrevió a dejar.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now