24. Nuestro Destino.

227 17 13
                                    


La bruja se sentó incómodamente en el frío suelo de la sala acolchada, similar a la de un manicomio de antaño. No podía aguantar más. Era urgente para ella, el poder quitarse esa maldita entidad del cuerpo, que la enfermaba progresivamente. Pero las arenas verdosas con las cuales se habían creado las esposas preventivas que la hechicera usó para aprisionarla, no se lo permitirían, ni siquiera a la Bruja Escarlata.

Se sintió derrotada. Destrozada. Caída a pedazos, en todas las formas.

Lo había perdido todo una vez más. Sus poderes, sus nuevos amigos, la posibilidad de volver a amar... y a sí misma, pues ya no se reconocía. Se percibió como a una completa extraña dentro de su cuerpo. Sin importar cuánto intentara arreglar las cosas, siempre volvía a causar daño de una u otra manera.

Ya no tenía fuerzas ni para llorar desconsoladamente, pues tampoco estaba segura de cómo reaccionar ante tantas tragedias. De a poco, comenzó a resignarse a su destino. Pues entre ser carcomida por el peligroso Nightmare, y quién sabe para qué propósitos; o terminar cautiva en una prisión mágica de por vida sin contacto con los demás, no había peor opción. Por su cabeza cruzaba el oscuro fantasma de la autodestrucción, por no decirlo con otra palabra.

Inesperadamente, la puerta asegurada del cuarto se abrió, como si fuera una luz de esperanza. Su corazón se aceleró de golpe.

—¿Stephen...?— murmuró, esperanzada, pensando que él había regresado, hasta que notó quién realmente era. —Oh...

—¿Podemos hablar?— le suplicó la Otra Wanda, quien sonaba casi tan devastada como ella. La joven bruja asintió, sintiéndose un poco decepcionada. —Perdón por lo que te hizo Clea, de veras. Yo insistí en que me dejara hablar contigo, pero no me dejó. Pero hablé con Charles, así que logré entrar por unos minutos antes de que ella se diera cuenta. ¿Cómo te sientes?

—No lo sé. No sé qué es lo que debo sentir— suspiró con la vista fija en el suelo—. Sólo... quiero terminar con todo esto.

Su variante se sentó junto a ella para hablar de igual a igual.

—Wanda, debes confiar. Si es por mí, te juro que no permitiría que te encierren como a un animal, pero si deseas salir de esta, entonces no te queda otra opción que resistir hasta que te puedan exorcizar. Estoy segura de que esos amigos tuyos te quieren mucho, y están haciendo todo lo posible para...

—¿Y de qué me sirve todo esto?— la interrumpió, exacerbada, e impotente—¿Eh? ¿Qué objeto tiene? ¡Dímelo! ¿Qué pasará si me salvan? Volveré a una vida solitaria, quizás hasta sin mis poderes, sin familia, sin amigos, sin un amor, y ... ¡sin un propósito en la vida!

—Por favor, querida— dijo compadeciéndose de su otra yo, mirándola a los ojos—. Todos tenemos un propósito, pero, ¿acaso alguien viene al mundo sabiendo qué es lo que debe hacer?

—¡Es que ya no sé qué hacer! ¡Destruyo todo lo que toco! Y ahora, ¡por mi culpa, Stephen está arriesgando su vida allá en esa Dimensión y quién sabe si regresará! Y de todas formas, aunque regrese y me salve, él ya no quiere verme ni en pintura.

—Tranquila... Sigo sin entender algunas cosas. Dime, ¿qué fue lo que pasó? Creí que había algo entre ustedes dos, pero al parecer me equivoqué.

—Nunca hubo nada. Pero... es que... es tan... ¡complicado! Yo no quería que esto pasara. Jamás quise lastimarlo, y él no se merece todo lo que le hice.

Rompió en lágrimas mientras hablaba entre el dolor y la rabia, como si fuera a explotar. Wanda Lehnsherr se acercó a ella para abrazarla con contención, sintiendo también ganas de llorar al literalmente verse a sí misma así.

SABBRA CADABRA - (ScarletStrange)Where stories live. Discover now