3. Amenaza.

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"Dr. Stephen Strange

Presente".

Al amanecer, el hechicero abrió el sobre dirigido a él, que le había llegado hace una semana, con cierta sensación de pesadumbre en el estómago como si se fuera a deshacer desde adentro.

" Dra. Christine Palmer

Dr. Anthony Druid

Los invitan con alegría a compartir su ceremonia de bodas que se realizará en el salón Ejecutivo del Hotel Plaza.
El sábado 12 de enero a las 2:00 p.m.

Saludos cordiales.

P.D: Formal. La invitación vale por una persona + 1 (un) acompañante".

Creyó que ya había soltado aquellos sentimientos tan remotos.

Pero honestamente, no lo tenía superado. Aún cuando ya había dejado ir a Christine, y en aquellos cinco años después del blip que lo había desvanecido, ella logró rehacer su vida junto a otra persona, de todas formas Stephen no podía evitar sentir cierta impotencia. El resentimiento, el saber que él podría haber sido esa persona esperándola en el altar, la sensación de culpa por no haber cuidado su relación, ni sabido apreciarla cuando ella fue la única en permanecer incondicionalmente a su lado en su momento más decisivo; todos aquellos sentimientos vertiginosos danzaban en su interior, llenándolo de sufrimiento.

¿A quién quería engañar?

Aún sentía algo especial por ella, y siempre la amaría.

Pero recordó su situación. Debía dejarla ir. De todos modos -aún si no fuera con ella-, su tarea como hechicero no le permitiría sostener una relación, o al menos una sana, en donde pudiese dedicar a la otra persona el tiempo, el interés y el cariño necesarios para sostener algo duradero y especial. Mucho menos podría formar una familia, sin mencionar que no le agradaban tanto los niños.

Mientras volvía a su cuarto para ver a Wanda y llevarle un cambio de ropa que había tomado prestado, consideró si realmente era necesario asistir al evento. A pesar de las circunstancias, ellos habían quedado en buenos términos; no por nada lo había invitado, no por nada Christine pensó en él para incluirlo en aquel momento tan importante para ella.

"Y, ¿si...?" se dijo, pensando mientras echaba otro vistazo al pie de la carta. "No... no es buena idea. No sé...".

Con los nudillos golpeó la puerta de su cuarto, para comprobar si Wanda estaba bien.

—Em... soy yo..., Wanda. ¿Se puede?

—Pasa. —dijo aquella, para su sorpresa, al instante.

La joven bruja estaba todavía en cama, completamente vestida con las mismas ropas de la noche anterior. Parecía no haber dormido, pues se veía un tanto ajada y con ojeras que oscurecían su mirada clara. No miró a su anfitrión a la cara una vez que ingresó al cuarto.

—Te traje algo de ropa—dijo mientras le entregaba un suéter, una camisa y unos pantalones limpios—. Creo que es de tu talla. Es de una de nuestras alumnas, sé que no tendrá problema en prestártela por unos días hasta que te consigamos más.

—Si sabes que puedo conjurar un nuevo atuendo, ¿no?— exclamó con altivez.

—Oh, bueno... no —respondió, desconcertado— . No sabía. En fin, aquí tienes, si quieres.

SABBRA CADABRA - (ScarletStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora