XXIV: Autumn leaves on my skin

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Seguramente, Atsushi sí hubiese tenido una buena idea.

Alejó de su cabeza el recuerdo del albino y por gran parte de la mañana, se paseó por las tiendas de instrumentos musicales que conocía, ignorando y evitando mirar hacia aquella cafetería que no pisaba desde el lunes. Cuando pasó el mediodía, su búsqueda no había dado resultado y Gin comenzaba a enviarle mensajes preguntándole a qué hora volvería a casa para comer. Resignado y pensando que debería seguir intentándolo al día siguiente, Akutagawa retrocedió en sus pasos y tomó las calles que esquivaban aquel local en específico. Y fue en una de esas tiendas escondidas del sofocante y brillante sol de los últimos días invernales, donde encontró el sonido que buscaba.

Ni siquiera lo pensó dos veces cuando entró a la tienda de antigüedades y compró ese instrumento. Fue mucho menos costoso que una guitarra, y ya comenzaba a trazar en su cabeza los acordes que iba a agregar a la canción. Sería perfecto, pensó una vez que pagó y lo guardó en la funda de guitarra vacía que llevaba al hombro más por costumbre que por otra cosa.

Quería volver pronto a casa y terminar la canción. Hasta pensó en saltarse el almuerzo solo para concentrarse de lleno en lo que tenía entre manos, aunque sabía que Gin lo obligaría a comer de todas formas. Sin embargo, sus deseos de regresar rápidamente a su departamento se vieron obstruidos cuando, pasando frente a una de las tiendas de música que bien conocía del sector, se topó con quien en algún momento fue su vocalista antes que Chuuya.

―¡Mira quien salió de su escondite! ―dijo su antiguo vocalista, con ese tono de voz molesto que recordaba bien―. ¿Saliste a tomar el sol, Akutagawa? No vayas a desintegrarte.

Akutagawa lo miró despectivamente de pies a cabeza, pero no desperdició palabras en él. Se acomodó el estuche de guitarra otra vez y solo lo esquivó, sin querer perder tiempo en él ni en los otros dos sujetos que salieron de la tienda segundos después.

Los conocía. Eran integrantes de "bandas rivales" y habían intercambiado palabras en uno que otro evento cuando se los topaba, pero bien sabía que no era del agrado de ellos, mucho menos después de que echó a aquel chico de su banda. De cualquier forma, su enemistad era unilateral, ya que Akutagawa no perdía el tiempo en ellos, ni en los comentarios que le hacían a su persona o a la banda.

Si bien desde que tocaba en Yokohama tenía una "mala reputación" por su carácter, también era "respetado" incluso si era odiado por algunos pocos. A diferencia de muchos otros músicos que se movían por ese ambiente, Akutagawa siempre demostró una conducta intachable. No le importaba si tenía más o menos popularidad que otras bandas emergentes, ni nunca se comportó de forma extravagante a diferencia de otros que, con solo alcanzar el más mínimo reconocimiento, actuaban como idiotas egocéntricos.

La gente hablaba, sí. Podía decir mucho de él, mucho de su carácter de mierda y de cómo parecía que solo tenía corazón para bombear sangre a su cuerpo ―lo que era cierto, pensaba Akutagawa, ese era el único trabajo de ese órgano y todo lo demás eran reacciones químicas y nerviosas―, pero destacaban que siempre se interesó en crear buena música y su banda siempre realizó presentaciones espectaculares que les cerraban la boca a todos.

Si su antiguo vocalista estaba enojado por todo ello y por el reconocimiento que Akutagawa alcanzó en base a ensayo y error, no le importaba. Sabía que aquel chico siempre quiso lo que el pelinegro tenía; ya fuese su exnovia o su talento.

Pero no era talento, pensó Akutagawa y decidió no perder más su tiempo con él. No era talento. Era esfuerzo. Eran sus dedos sangrando a los doce años cuando aprendió a tocar la guitarra sin una uñeta y escribió esa canción para Gin. Eran sus huellas dactilares impresas en rojo en el borde de las hojas de esos pocos libros de literatura y poesía china que releía desde los siete años.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now