Con pesadez por haberme despertado recién, camino hacia la ventana par descorrer la persiana. Pronto, una suave luz ingresa y llena la sala de estar. Fuera, el cielo está cubierto por enormes nubarrones grises. Me froto los brazos con ímpetu y me abrocho de forma correcto los botones de la vieja camisa de Kris que estoy usando a modo de pijama.

Mierda, sí que hace frío.

Desde la cocina, me llega un delicioso aroma y escucho el característico ruido que hace algo que se fríe en la sartén. Mi estómago ruje: tengo hambre.

Me detengo un momento en su zona de dibujo. Mis pies se entierran en la alfombra peluda de color gris y disfruto de la sensación reconfortable que me genera la textura. Poso mis ojos en los dibujos de Kris y veo con atención, a pesar de que ya los vi decenas de veces, los dibujos que pegué en la pared. Son mis favoritos.

Paso mis dedos por uno en el que se ve la silueta de una cabaña en el bosque y, luego, toco uno donde estoy yo leyendo un libro. Tengo el entrecejo fruncido, pero no es por disgusto, sino que parezco estar perdida dentro de las páginas de una historia. No puedo entender bien por qué, pero sus dibujos me hacen sentir comprendida. En ellos, sobre todo en los más oscuros y deprimentes, comprendo que él también ha vivido el horror en su propia piel, en que él también se ha sentido desconcertado por la música, que también se ha visto atrapado en mis mismas terroríficas pesadillas.

De pronto, su voz llega a mi mente y recuerdo las palabras que me dijo una vez: «Me gusta dibujar lo que observo. Nada más, sin interpretaciones de por medio. Simplemente, transfiero al papel lo que veo»

Y lo hace. Lo hace a la perfección. Pero, sin darse cuenta, también transmite en sus dibujos un poquito de su más íntimo yo.

«No estás sola, Rain», me digo. Ahora que sé qué significan sus dibujos, siento paz.

Dejo el dibujo que él estaba haciendo esa misma mañana en su escritorio. Es una ilustración incompleta del viejo Luke riéndose a carcajadas con los ojos cerrados y una amplia sonrisa surcándole el rostro. Se ve tan feliz que es contagioso.

Pronto, escucho pasos que provienen del pasillo y comienzo a caminar hacia el umbral. Un segundo después, Kris se asoma.

—Princesa, arriba. El desayuno está listo —empieza a decir él con una sonrisa, pero luego en su rostro aparece una mueca de sorpresa al ver que ya me he levantado—. Buenos días.

—Buenos días. —Me acerco a él para abrazarlo. Sus brazos me envuelven y me vuelvo a sentir protegida—. Otra vez no me despertaste.

No se lo reprocho, solo resalto un hecho.

—Te veías muy bien durmiendo.

Me separo de sus brazos al tiempo que ruedo los ojos. Camino hacia el sofá para recoger mis pantalones de jean y los sacudo en el aire para que la tela se flexibilice. Me los pongo dando una serie de saltitos hasta que, por fin, consigo abrocharlos. Noto que él se ríe, pero luego camina hacia mí para depositarme un tierno beso en los labios. Correspondo el pequeño roce acariciando fugazmente la incipiente barba que adorna su rostro.

Kris me ofrece una mano y yo la acepto, gustosa. Me guía por el pasillo y, con satisfacción, puedo darme cuenta de que ha encendido la calefacción. Poco a poco, el radiador ha empezado a calentar el departamento. Supongo que, pronto, todas las habitaciones se sentirán cálidas, pero es triste darme cuenta de que yo no podré disfrutar de ese momento.

Me siento a la pequeña mesa, que es lo suficientemente grande como para dos personas —o tres muy apretadas—, mientras Kris comienza a servir el desayuno.

En dos minutos, ante mí tengo servido un vaso de jugo de naranja, una taza de café, tostadas y un cuenco con huevos revueltos y tocineta.

—Todo luce genial —digo con admiración mientras mi estómago ruge sonoramente. Kris suelta una risita al sentarse frente a mí y sonríe.

—Disfruta, princesa. —Toma un sorbo de su jugo de naranja.

—Muchas gracias —le digo y, en cuanto pruebo un bocado, un agudo dolor se expande por mi pecho, como el mal preludio de una melodía que está a punto de empezar, diciéndome que extrañaré todo esto.

—Muchas gracias —le digo y, en cuanto pruebo un bocado, un agudo dolor se expande por mi pecho, como el mal preludio de una melodía que está a punto de empezar, diciéndome que extrañaré todo esto

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¡Bienvenidos de nuevo a la ascensión!

💕

Si leyeron la versión anterior, se darán cuenta de que este inicio es completamente nuevo. Me gusta que sea así porque creo que refleja mejor la transición de lo que pasó en el último capítulo de la parte #1. 

¿Qué tal les pareció este comienzo? 😈 

¿Qué esperan de esta segunda parte? 🍂 ¿Teorías? 💔

¿Se imaginan algo en particular ahora que las cosas arrancaron así? 👀

¡Los leo! 🎉

 || Próximo capítulo: 25 de febrero ||

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