––¿Y si ha descubierto lo que hicimos a Galia en el bunker cercano a Alfa 1?––dijo alguno de ellos

––Imbécil, no creo que se haya detenido en toda la noche desde que escapó, ese lugar está demasiado cerca de la torre. Habrá querido poner la máxima distancia posible entre la torre y él. Si no llega a quedarse sin fuel, lo hubiésemos tenido golpeando a nuestra puerta. Encima de todo, hemos tenido suerte. Así que, uniformes de exterior, armamentos y todos ¡todos! a los camiones––respondió Fafe.

––Lo extraño es no haber visto nada en el radar...––dijo el encargado de las comunicaciones.

––Apenas llega a ese búnker. Si ha llegado andando los últimos kilómetros, ni lo habrá computado. Vamos a terminar con esto––dijo Rafe ansioso.

A varios kilómetros sobre el búnker dos naves permanecían suspendidas en el aire. Las dos agujas espaciales que seguían el giro constante del planeta sin perder de vista el lugar dónde estaba Frédderick ni el arca Beta 2. No tardaron en observar como no dos, sino tres de los camiones salían del hangar más alto con enormes ruedas preparadas para la nieve.

––Se han dado prisa––sonrió Deigh, repantigado en uno de los sillones traseros.

––Querrán acabar cuánto antes, igual que nosotros––respondió su hermano Tarigh.

––No sé como has tenido arrestos para darle a ese tipo libertad. Puede que planee todo lo contrario a lo que nos ha pedido que hagamos por él––dijo su hermano, no falto de razón.

––El punto débil de ese terráqueo está ahora en nuestras manos, su hermana. ¿Crees que pondría en peligro a Galia por una absurda venganza y una guerra que comenzó él?––preguntó Tarigh.

––Sigo sin fiarme de él––respondió Deigh ––. Lo único que quiero es estar a varios ether de esta roca medio muerta y con mi compañera y mi hija a buen recaudo y a salvo. Quizás debimos dejarle en el arca y que se las compusiese con alimento para que sobreviviese como pudiera.

––Hay más seres en esa roca, Deigh. Las siguientes misiones intentarán que también lleguen a salvo a nuestro planeta. No podemos dejarles a todos los demás a su suerte por unos pocos individuos como Fredd.

––Esos mismos individuos pueden ser la nota discordante en nuestro planeta de origen. No podemos arriesgarnos con futuras guerras civiles. Bastante ha tenido ya que sufrir nuestro mundo––contestó preocupado Deigh.

––Deigh. Tú mismo te contradices. Has encontrado aquí a tu compañera. Hay miles de hombres, de guerreros, en nuestro planeta sin otra opción que envejecer solos. ¿Le quitarás esa oportunidad de obtener lo mismo que tú a los demás?––le preguntó.

Deigh resopló.

––Tendríamos que ser como otras naves, que solo admiten hembras y su prole, pero no, el nuevo edicto justo antes de salir de exploración cambió todo. Ahora nos arriesgamos a... ¿Qué es eso?––dijo observando una de las cámaras, estaban demasiado lejos para que fuese una imagen nítida.

––Llegan al búnker tres camiones, sí que se han dado prisa––contestó Accrush.

––¿Qué demonios?––dijo Tarigh al ver como salía del búnker a pecho descubierto, solo con el casco que le protegía del aire contaminado. Ese no era el plan. ¿Tendría razón Deigh y todo era una trampa o...?

Poco después una explosión se alzó sobre el bunker, seguida de varias más, los motores de los vehículos y los tanques de combustible, así como los explosivos que cargaba el tercero. Todos los de a bordo quedaron en completo silencio, solo el comunicador de la otra aguja hizo eco en los guerreros que contenían la respiración.

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