Capítulo 12: Ibuprofeno por favor

Comenzar desde el principio
                                    

– Eres una persona horrible Camila, hazme un favor y desaparece de mi vista.

– ¿Horrible yo? Cariño, yo no soy la que va por ahí metiéndose en los pantalones de hombres comprometidos.

Lola y Carolina se ríen y se ahuecan el pelo a la vez ¿Lo habrán ensayado?

Está claro que me he buscado una enemiga de por vida, o quizás varias teniendo en cuenta el gran numero de secuaces que van detrás de Camila, pero ¿y qué? Es todo palabrería, mi madre me enseñó a ser fuerte y a no hundirme frente a personas como ella. Claro que ahora estoy en desventaja. Y necesito a Mery urgentemente.

Pero entonces Carolina deja caer su copa de vino al suelo. Y después Lola hace lo mismo. Las copas estallan en mil pedazos y el liquido me salpica entera.

– Ups, ¿te importa recogerlo? – Camila sonríe con suficiencia y yo la lanzo una mirada asesina.

– Ni de coña. – afirmo.

– ¿Qué está pasando aquí? – Ernesto el jefe de los camareros ha aparecido y me hundo en mi uniforme queriendo desaparecer de aquí. Pero no voy a poder escabullirme con facilidad, estas tres brujas malvadas me tienen atrapada entre la espada y la pared.

– Ernesto cielo, ¿puedes ordenarle a tu camarera que deje de tirar las copas? No se como has podido contratar a alguien tan torpe.

Ernesto me mira como si fuese un deshecho humano y me coge del brazo hasta ponerme delante de los cristales rotos.

– Vamos, recoge eso.– me ordena.

– Yo no he tirado nada.

– Me da igual lo que hayas hecho, es tu trabajo.

Y en el momento en el que se da la vuelta para marcharse noto un tacón clavarse en mi gemelo derecho y la fuerza de la patada hace que me caiga de bruces contra el suelo. Me quedo boca bajo sintiendo un dolor agudo en los riñones y noto como un circulo de gente se forma a mi alrededor. Los murmullos se convierten en comentarios de espanto y asombro y se perfectamente lo que están mirando todos. Mi mancha roja.

– Toma aquí tienes, por si te hiciesen falta – y Carolina abre su bolso para estamparme en la cara un par de compresas y un tampón.

– ¡Tiene el trasero lleno de sangre! ¡que asco! – grita Lola claramente evidenciando lo que me está ocurriendo. Y las tres se giran y desaparecen entre risitas malévolas y llenas de odio.

¿Es que a ellas no les viene la regla nunca o qué? Serán millonarias pero siguen siendo mujeres.

No se bien como reaccionar, tampoco se bien si alguien a mi alrededor ha presenciado lo mismo que yo. O solo me han visto caer como una estúpida. Solo se que he tenido suficiente por hoy y que estoy apunto de explotar. Me encojo en el suelo e intento levantarme pero me resbalo de nuevo con el vino derramado. Es entonces cuando unos brazos me levantan y me agarran por la cintura para sacarme del circulo de gente que se amontona a mi alrededor.

– ¿Se puede saber que te ha pasado?

Alejandro aparta a la gente que sigue mirándome y chismorreando comentarios a mi alrededor. No puedo articular palabra, esta humillación sobrepasa todos mis limites y siento que he tocado fondo en el mundo de los Ventura. Odio todo lo que tiene que ver con ellos, odio a sus amigos, odio a sus admiradoras y me odio a mi misma por haber aceptado el trabajo de barman y haberlos conocido.

Noto su brazo apretándome fuerte la cintura para que me pegue mas a su cuerpo mientras esquivamos todos los obstáculos que se interponen en nuestro camino, pero solo puedo fijarme en las miradas pasmadas de todos los que nos rodean y las preguntas de asombro que emiten sus destructivas bocas. "¿pero qué hace con esa?" "¿Se ha vuelto loco?" "¿quién se ha creído que es esa camarera?" "¿has visto su trasero?"

UN COCKTAIL PARA LA ÉLITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora