XXIII: I know now, this is who I really am

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El silencio de la mujer frente a él podía significar muchas cosas, pero en aquel momento, no era nada más que el vacío en el cual la confusión se desarrollaba hasta llegar a una explicación lógica y convincente.

―¿Funeral? ―balbuceó―. ¿Crees que algo le sucedió a Gen'emon?

―¿Por qué otra razón estarías aquí? ―inquirió Dazai con rabia, pero esta se deshizo y sus restos se hundieron en un charco de tanto decepción como temor cuando su confusión fue aclarada por sus propias conclusiones―. Él está bien...

―Lo está.

―Lástima―escupió.

A pesar del tono venenoso en su voz, Hana ni siquiera se inmutó. Esperaba ese tipo de reacción de su parte, aunque creyó que esta sería más disimulada.

―Veo que no hay ni un poco de amor filial en ti ―comentó.

Dazai resopló, burlándose de aquella simple afirmación. La mirada que le dirigió a la mujer fue una a la cual ella ya estaba acostumbrada, la veía siempre en cada hombre de la familia: ojos fríos, calculadores, que se creían superiores a todo y todos. Ni siquiera le sorprendía. Hace mucho que había dejado de sentirse afectada por ser mirada como nada más que basura por cada varón de aquella casa o con aquella sangre.

Apartó la ira reprimida que sentía, estando consciente que esta no fue producida por el joven frente a él, y prefirió ir directamente al grano. Solo querían terminar con esa reunión y olvidarse de la existencia del otro. Dazai volver a esa gris libertad, Hana a esa jaula de oro que nunca supo cómo abrir.

―Es tu abuelo quien está agonizando ―informó. Dazai volvió a burlarse de ella.

―¿Y? ¿Debería importarme?

―Es tu familia.

―¿Familia? ¿Cuál familia? Yo solo aparecí en esta tierra un día y nada más ―respondió con convicción―. Lo que le suceda a la familia Tsushima, no me interesa.

Incluso si renegaba de su herencia, estaba ahí, se dijo a sí misma la mujer. Ahí, en esos ojos que nacieron siendo dulces, pero que se tornaron oscuros en cada uno de ellos.

Hana se preguntó si es que, así como ella, mucho tiempo atrás, el chico frente a ella logró observar a alguien con dulzura alguna vez, o también fue un frío y vacío constante, casi genético.

―¿Tampoco te interesa el dinero? ―preguntó. Dazai asintió y negó.

―El dinero importa, sí, pero sé que no voy a obtener nada de eso, entonces ¿qué? ¿El viejo tuvo una epifanía y quiere verme? ―Soltó una risita ácida―. Puedes decirle que se olvide de mí, quiero decir, ya me ignoró por casi veintitrés años. No lo matará el no verme, porque ya se está muriendo, ¿no?

La mujer asintió. Incluso si no sentía el deseo, se obligó a terminar la copa de vino. Ya había escuchado lo suficiente, necesitaba finalizar esa indeseada reunión que incomodaba a ambos, y entregarle a Dazai lo que le encomendaron.

Por supuesto, siempre le dejaban a ella las tareas más difíciles, se quejó silenciosamente. Y no sabía cómo abordar el tema. ¿Cómo ser delicada, pero directa al mismo tiempo? Incluso si compartía el mismo apellido y fue educada casi con la misma frialdad y falta de amor, sentía un poco de compasión. Y no quería dañar más a ese hombre, a ese niño, que seguía envolviéndose los brazos, ocultando y gritándole al mundo su historia, dejando que cada uno de ellos interpretaran lo que quisieran.

―No vine para llevarte a Tokyo conmigo ni a ningún funeral ―señaló suavemente―. Vine a entregarte esto.

Tomó el bolso sobre sus piernas y bajo la desconfiada mirada del moreno, sacó un alargado papel. Lo deslizó hasta el centro de la mesa y Dazai hizo ademán de tomarlo.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now