Capitulo 11

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La canción de Everybody wants to rule the wolrd sonaba mientras Eliot tomaba el control para cantar y bailar al ritmo de la música.
El ritmo atrajo a mis padres cuando se levantaron a bailar, mi cara se puso roja de la vergüenza jamás había visto a mis padres bailar como si fueran adolecentes.
El resto de la cena se convirtió en una pequeña discoteca ya que todos bailábamos al ritmo de las canciones favoritas de Eliot.
–Oye, sígueme – pidió Eliot sacándome de la cabaña.
– ¿Qué sucede? – pregunté mientras caminábamos por el bosque hasta llegar a la orilla del lago donde nos habíamos conocido – ¿Qué es todo esto? – pregunté mirando un par de luces y una bocina.
–Antes de pelearnos, prometimos que iríamos al baile juntos, yo te debo un baile – dijo estirando su mano, acercándome a él.
Eliot se alejó un poco y le dio play a la canción Making love out nothing at all.
–Fue la canción que sonó en el baile, que por cierto fui yo solo, la misma noche que peleamos termine con Cassie – explicó, guiándome en el baile.
– ¿Por qué te enamoraste de mí? – pregunté siguiendo sus pasos.
– ¿Cómo no hacerlo? eres perfecta, lista, te preocupas por los demás… no sé cómo pude no decirte esto antes.
–Ahora lo sé – susurré.
Yo recosté mi cabeza sobre su hombro y bailamos juntos las siguientes horas, todo era perfecto, pero para mí mala suerte lo peor estaba por venir.
–Es hora de regresar – dijo Eliot separándose de mí.
–Sí, tienes razón – dije dándome la vuelta, hasta que vi un par de gotas de sangre en el suelo.
Con mi mano toqué mi nariz y vi toda la sangre que salía, mis fuerzas se esfumaban al tratar der un paso.
– ¿Grace? ¿qué sucede? ¡Dios mío! – preguntó Eliot ayudándome a mantenerme de pie –aguanta… Grace háblame, ¿dime que sucede? – gritaba desesperado.
Trataba de mantenerme despierta, pero fue en vano, mis fuerzas cedieron hasta desmayarme, de vez en cuando veía pequeños fragmentos de luces, escuchaba como mamá lloraba, mientras papá, Noah y Eliot me llevaban al hospital.
Eliot me hablaba, pero por más que lo intenté no lograba entender lo que decía, los mareos eran cada vez más frecuentes.
Cuando llegamos al hospital no sabía lo que sucedía, el doctor Ben me preguntaba cosas que no entendía, hasta que me desmayé por completo.
Después una siesta muy larga desperté en la cama del hospital, a mi lado estaba mi mamá, quien cuando me vio se alegró y fue avisar al doctor.
–Grace ¿me escuchas? – preguntó el doctor.
–Si – respondí con voz débil.
–Me alegro… escucha, tu cuerpo rechazo el trasplante – explicaba – y ahora tu riñón está fallando.
– ¿Voy a morir? – pregunté llorando.
–No, yo me voy a encargar de que tengas una larga vida – respondió.
El medicamento hacia su efecto, mis ojos se cerraban de vez en cuando, pero lograba escuchar como el doctor les explicaba a mis padres que ya estaba en la lista de trasplantes, mi padre sugirió darme el suyo, pero el doctor le dijo que no era compatible, que ahora solo era cuestión de esperar.
A la mañana siguiente desperté con más fuerzas, los medicamentos ayudaban a que no me sintiera tan mal.
– ¿Cómo estás? – preguntó Eliot entrando a la habitación.
–Mejor – respondí.
– ¿Desde hace cuánto estas así? – preguntó a mi lado.
–Hace un par de meses, creímos que ya se había controlado – respondí.
– ¿Pero estarás bien? ¿cierto? Grace no puedo perderte – preguntó llorando.
–Sí, lo estaré, aún tenemos que ir a otro concierto juntos – dije sonriendo.
Eliot sonrió, pero alguien más interrumpió nuestra conversación.
– ¡Grace! – gritó Estefan entrando a la habitación, detrás de él lo acompañaba Cassie.
–¡Estefan! Te extrañé – dije abrazándolo.
–De haber sabido, hubiera venido antes – explicó él.
–Está bien, no era necesario – comenté.
–Grace – dijo Cassie acercándose a mí.
–Creo que las dejaremos solas – dijo Eliot.
–Grace, lo siento… eras mi amiga y yo no debí hacer eso, estaba tan borracha, aun me arrepiento de lo que pasó ese día… sé que esto no traerá nuestra amistad de vuelta y solo quiero que sepas que estoy aquí, y que no me iré, porque tú no me abandonaste cuando fui la chica nueva – soltó disculpándose y limpiándose lágrimas.
–Gracias… porque por ti aprendí a que debía sentirme avergonzada por querer quitarme la vida, aprendí a que debía alzar la voz y ayudar a otros y eso te lo agradezco – dije – y también quiero que sepas que te perdono.
El rostro de Cassie fue de alegría pura ya que se acercó a mí y me abrazo con fuerza.
–No tan fuerte – pedí separándome de ella.
–Lo siento, yo… lo lamento – contestó – y para que lo sepas siempre fuiste tú.
Ese día me sentí como en casa, todos mis amigos se encontraban ahí, Estefan se había llevado muy bien con Arthur y Eliot reía de los chistes sin sentido de Robert, Estela hablaba con Lizzie y Cassie sobre los profesores de la universidad.
Yo los miraba con cariño, porque entendí que no me hacía falta nada más, todo lo que me importaba estaba aquí conmigo. Eliot salió de la habitación y después regresó con un pequeño cachorro y un moño gigante.
–Siempre quisiste tener uno – explicó dándome al pequeño.
– ¿Cómo? – dije cargando al cachorro – es hermoso, ¿qué nombre te pondremos? – pregunté mirándolo.
–Definitivamente tiene cara del oso yogui – dijo Arthur.
– ¡eso es! se llamará Buba – dije rosando mi nariz con la del cachorro.
– ¿Qué sucede aquí? saben que los animales están prohibidos – dijo la doctora Gabi – andando tienen que salir Grace tiene que descansar.
–Nos vemos mañana, descansa – dijo Estefan, marchándose con los demás.
–Yo cuidare de buba – dijo Noah tomando al cachorro – descansa Grace.
Dos días después me sentía mejor, los chicos me venían a visitar en diferentes horarios a excepción de Eliot que se quedaba a dormir en el hospital junto con mi papá para cualquier emergencia.
– ¿puedo pasar? – preguntó Lizzie tocando la puerta.
–Adelante – respondí.
–Hola Grace ¿Cómo te sientes? – preguntó sentándose a mi lado.
–Mucho mejor, todos aquí son increíbles – respondí sonriendo.
–Eso es bueno, Noah me envió a que te dejara esto – dijo entregándome un par de libros.
–Lizzie ¿puedo preguntar algo? – dije mirando los libros.
–Sabes que si – respondió sacando una bolsa de gomitas.
– ¿Por qué no le dices a Noah que te gusta? – pregunté yo cuando ella casi se atraganta con una gomita.
– ¿De qué hablas Grace? – volvió a preguntar con nervios.
–Sabes de lo que hablo, no tienes que fingir conmigo y sé mejor que nadie lo que es que te guste tu mejor amigo – expliqué.
–Supongo que no vale la pena intentar convencerte de otra cosa – suspiró – siempre he tenido miedo de perder su amistad.
–No pierdas tiempo, mi hermano no te lo dirá porque suele acobardarse en estos temas, pero es obvio que también le gustas – dije.
– ¿En verdad lo crees? – preguntó.
–No pierdas tú oportunidad por miedo a intentarlo –  le dije.
– ¿Y qué debería hacer? ¿cantarle? – preguntó levantándose y mirando la ventana, yo solo sonreí con complicidad al escuchar eso – hay no, no me gusta esa cara.
Cuando llegó la hora del almuerzo, convencí a una de las enfermeras de llevarme en silla de ruedas a la cafetería donde estaba Noah y Eliot hablando de algunos juegos.
–Oye mira esa cara sonriente – dijo Noah.
–Sí, estaba aburrida de las cuatro paredes de la habitación, así que convencí a la bella Carla de que saliéramos a dar un paseo – contesté.
–Me alegra verte – dijo Eliot dándome un tierno beso.
–No hagan eso frente mi – dijo Noah como si fuera niño chiquito.
Las puertas de la cafetería se abrieron dejando ver a una Lizzie junto a una bocina, Noah la miró extrañado.
No podía creer que en verdad se atreviera hacerlo, sin pensarlo se subió a una mesa vacía y prendió la bocina.
–Noah Mitchell, esto es para ti – gritó Lizzie reproduciendo la canción Be my Baby
Toda la cafetería aplaudía y otros bailaban mientras Lizzie cantaba acercándose a Noah para bailar a su alrededor, Eliot y yo reíamos mirando como Noah se ponía rojo de la vergüenza.
Estefan apareció por detrás con un cartel que decía “Noah ¿quieres ser mi novio?” tan pronto Noah lo leyó se levantó y bailo al lado de Lizzie, cuando la música terminó y los aplausos cesaron Eliot y yo mirábamos aquella escena esperando a que mi hermano dijera algo.
–Estás loca Elizabeth y por eso te amo – dijo uniendo sus labios con los de Lizzie.
Toda la cafetería aplaudía mientras ellos se besaban.
–Lo sabía – decía mi papá llegando detrás mío.
–Supongo que siempre lo supiste – dije mirándolo.
–Andando cariño el doctor nos quiere ver en su consultorio – explicó mi papá.
Lizzie me agradeció desde lejos y yo no podía estar más feliz, mi hermano se merecía alguien que lo quisiera tal y como era y esa persona era Lizzie.
Estando en el consultorio el doctor nos hizo esperar un poco más ya que terminaba de hablar con otra enfermera.
–Tenemos grandes noticias– dijo sentándose – encontramos un donador.
Mis padres saltaron de alegría al escuchar la noticia.
–¿Quién es? Para agradecerle – preguntó mi papá.
–Le gustaría permanecer anónimo, lo siento – explicó el doctor.
–Dios mío, han escuchado nuestras plegarias – dijo mi mamá.
–Así es, es un milagro, las posibilidades de encontrar donadores así de rápido es muy reducida, pero lo hemos encontrado, entrarás a quirófano esta noche– explico el doctor.
–Gracias, gracias – dije llena de felicidad abrazando a mis padres.
La enfermera me llevó nuevamente a mi habitación, Noah entró al escuchar la noticia.
–Son excelentes noticias… pronto regresarás a casa – dijo emocionado – y gracias por lo de hace rato, Lizzie me contó todo.
–Supongo que no podemos negar que somos hermanos – dije sonriendo.
Eliot entró a la habitación y Noah nos dejó solos.
– ¿Cómo estás?  – pregunté.
–Yo debería preguntar eso… – dijo acariciando mi mano.
–Estoy bien, hoy es el día, encontraron un donador – expliqué.
–Si es lo que escuché y a eso venía… quiero que sepas que estaré aquí – dijo
– ¿Lo prometes?… ¿prometes quedarte? – pregunté uniendo nuestras manos.
–Lo prometo… prometo quedarme – respondió besando mi mano – y hay algo más… yo estuve escribiendo un par de cosas.
–Cuando despierte… las leeré cuando despierte – pedí cuando la enfermera llego por mí.
–Tenemos que prepararte – dijo ella.
Eliot y yo asentimos, un par de enfermeras me llevaron a otra habitación, Eliot se despidió de mi con un tierno beso.
En el pasillo, mis padres y Noah se unieron para darme un gran abrazo entre los tres, papá lloraba al igual que mamá.
–Los veo al salir – dije mostrándoles una sonrisa sincera.
Los doctores se preparaban a mi alrededor, yo estaba nerviosa, pero la doctora Gabriela estaba a mi lado apoyándome.
–Grace, estarás bien, estás en las mejores manos… ahora te pediré que cuentes hasta 10 – pidió la doctora.
La anestesia comenzaba hacer efecto, en mi mente contaba despacio, mi cuerpo comenzó a sentirse cansado, hasta que mis ojos se cerraron por completo.
El cuerpo de Grace yacía recostado sobre la mesa de operaciones, las horas pasaban y su familia comenzaba a preguntarse cuando saldría.
Después de un par de horas de una difícil operación el doctor Ben salió del quirófano con excelentes noticias.
–La operación fue un éxito, ahora solo tenemos que esperar, Grace será llevada a recuperación – indico él.
–Gracias, gracias – decía la madre de Grace abrazando al doctor.
–Escucharon eso – gritó Noah celebrando – Grace estará bien.
Todos en la sala de espera celebraban esa gran victoria, el señor William abrazaba a su esposa con anheló.
–Debo ir a la casa a recoger algunas de sus cosas para cuando despierte – dije el buscando las llaves de su auto.
–Yo iré, usted debería estar aquí cuando Grace despierte – pidió Eliot – solo será traer sus cosas.
–Gracias Eliot te lo agradecería – respondió el padre de Grace entregándole las llaves de la casa.

Prometo Quedarme Where stories live. Discover now