Capitulo 2

5 2 0
                                    

Noah subió a su auto con prisa ya que pasaría a recoger a Lizzie su mejor amiga desde hace ya algunos años, por mi parte me subí a mi bicicleta y me dispuse andar antes de que fuera demasiado tarde.
El transcurso fue tranquilo, yo escuchaba música con mis audífonos hasta que en el estacionamiento de la escuela una camioneta se cruzó en mi camino y casi ocasiona un accidente.
– Idiota – grité enojada mientras bajaba de mi bicicleta, pero el insulto fue en vano ya que la camioneta siguió andando.
– ¿Estás bien? casi te mata – preguntó Cassie mi amiga desde primer año.
– Si, solo fue el susto – dije encadenando mi bicicleta – te extrañé, pasar todo el verano sin vernos fue aburrido.
– Yo igual Grace – contestó energéticamente mientras me envolvía en un abrazo.
– Si, extrañaba todo menos tus momentos de demasiada energía – dije riendo.
– ¿Dónde están las chicas más hermosas de Red Hills? – preguntó Estefan elevando sus brazos envolviéndonos en un abrazo.
– Los extrañé, el verano no fue lo mismo sin ustedes – expresó Cassie.
– Lo sé, lo sé, soy alguien entrañable, pero aquí la pregunta más importante ¿están listas para nuestro último año? – quiso saber él.
– No puedo esperar – comenté sin emoción.
– Anímate Grace será divertido, ahora andando que llegaremos tarde – indicó Cassie tomándonos de los brazos en dirección a los salones de clase.
Y ahí estaba yo a punto de iniciar mi último año, mis amigos reían mientras hablaban de sus veranos y de todos los chicos que habían conocido, hasta que en medio del pasillo tope con alguien más grande que yo provocando que todos mis libros cayeran al suelo.
– Lo siento, fue mi culpa, déjame ayudarte – dijo una voz que me era familiar.
– ¿Eliot? – pregunté cuando alcé mi mirada topándome con aquellos ojos encantadores – ¿qué haces aquí?
– Grace, esto si es una sorpresa – contestó ayudándome a levantarme.
– Señorita Mitchell, ya que está aquí podría mostrarle la clase de historia al señor Blackstone – pidió la secretaria.
– Por supuesto, yo lo llevo–  contesté sin pensarlo.
– Bien, eso es todo por hoy joven, nos vemos al salir para que su madre firme un último papel – dijo la secretaria retirándose de ahí.
– Gracias, fue muy amable–  agregó Eliot.
La secretaria retomo su camino por los pasillos de la escuela, dejándonos solos a mis amigos y a Eliot.
– Y nos vas a presentar – preguntó Estefan.
– Sí, sí, Eliot ellos son Estefan y Cassie – dije señalándolos.
– Mucho gusto, Eliot – agregó estrechando su mano con mis amigos.
– y ¿de dónde conoces a Grace? – quiso saber Cassie mostrándole una sonrisa coqueta.
– ¡amm! ella y yo somos amigos, nos conocimos en el campamento – respondió posando su mirada en mí.
La campana sonó en toda la escuela indicando el inicio del primer periodo.
– Diablos, nos vemos no quiero llegar tarde e iniciar mal con la señorita J.P, un placer, las veo en el almuerzo chicas – dijo Estefan para salir corriendo por los pasillos.
– Tiene razón mi primera clase es algebra, nos vemos–  expresó Cassie marchándose.
– Y solo quedaron dos – comentó Eliot provocando una pequeña risa de mi parte – respondiendo a tu pregunta, mi mamá y Jorge decidieron mudarse a Chicago por el trabajo de Jorge.
– ¿Jorge es? – quise saber ya que se expresaba de él como alguien sin importancia.
–  El novio de mamá, larga historia, pero oye por lo menos ahora tengo una nueva amiga en la gran ciudad de Chicago – dijo sonriendo, mientras lo guiaba a su salón de clases.
– Bien, Eliot Blackstone, llegamos a tú primera clase historia con el señor Peter, te agradara – dije mientras señalaba al profesor.
– Gracias por este corto tour, ¿te veo en el almuerzo? – preguntó antes de entrar al salón.
– Suerte en clases – grite mientras me alejaba.
El primer periodo terminó más rápido de lo que imaginaba, ya en el almuerzo Estefan platicaba animadamente con los chicos del equipo de atletismo y Cassie con los de teatro, mientras yo decidí salir almorzar bajo uno de los árboles del jardín principal.
La música en mis audífonos era fuerte por lo que no escuche cuando alguien más se sentó a mi lado hasta que este me quito los audífonos.
– y bien ¿me mostrarás la escuela? – preguntó Eliot a mi lado comiendo un paquete de skittles.
–  No lo sé, tal vez si me lo pides – comenté mirándolo fijamente.
– Bien, señorita Grace sería usted tan amable de mostrarme la escuela – pidió haciendo una expresión en su cara por demás graciosa.
– ¿Por qué yo? es decir, mira a tú alrededor todas las chicas te miran, podrías pedírselo a cualquiera – quise saber.
– Lo sé, pero yo te elijo a ti, además eres mi amiga y los amigos hacen esas cosas – respondió poniéndose unos lentes de sol.
– Así que somos amigos – pregunté sonriendo.
– Claro, los mejores – respondió él.
– Bien en ese caso quiero tus skittles – extendí mi mano en respuesta de los dulces, Eliot solo me miro y sonrió entregándome el paquete de dulces.
– Ahora es tú turno ¿por dónde empezamos? – quiso saber.
– Por el auditorio – respondí levantándome – andando.
Los dos comenzamos a caminar juntos hacia el auditorio, Eliot caminaba y saludaba a todo aquel que se cruzara por su camino, definitivamente era un chico muy sociable.
– Me gustan tus lentes ¿puedo? – pregunté para poder probarlos.
– Adelante – dijo entregándomelos. al instante, me los puse provocando que Eliot soltara una carcajada por la pose ridícula que hice.
– Te quedan bien, ahora tienes más estilo – agregó.
– Excelente porque ahora son míos, me encantan los lentes de sol – expliqué acomodándomelos.
– Oye… son mis favoritos – comentó.
– Los amigos se obsequian cosas – dije sonriendo.
– Así que ahora si somos amigos – dijo negando con su cabeza.
– Solo si me atrapas – grité mientras salía corriendo por los pasillos hasta llegar al auditorio, Eliot no se quedó atrás, en realidad corría tan rápido que no tardó en atraparme – tú ganas… somos amigos toma – dije entregándole sus lentes.
– Gracias, un placer hacer negocios contigo – dijo mirando el auditorio y el escenario–  increíble.
– Sí, es imponente, detrás del escenario a la derecha están los camerinos – señalé.
– Oye, si estás disponible crees que al salir de clases podamos ir a conocer la ciudad, es decir solo si puedes – preguntó aun mirando el escenario.
– Me encantaría, pero no puedo tengo algo que hacer, espero no te molestes – dije algo apenada.
– Para nada ya encontraré alguien que quiera ya sabes dar un paseo por ahí – explicó amablemente.
– Sí, tomar el metro siempre es una experiencia en una ciudad grande – comenté sonriendo.
– Tienes razón, solo que yo tengo camioneta – agregó mostrando sus llaves con orgullo.
– No me digas que es una camioneta roja – quise saber.
– Si, una pick up, era de mi padre, yo la reparé y ahora es mía – respondió sonriendo inocentemente.
– Casi me matas – dije indignada.
– No es cierto, tú eras la chica de la bicicleta, no sabes cómo lo siento – pidió disculpas enseñando su sonrisa – no era mi intención, prometo que lo compensaré.
–  De acuerdo señor Blackstone, por esta ocasión se irá con una advertencia solo porque me gusta su forma de vestir – dije imitando la voz de un señor viejo.
– Gracias señor oficial – contestó Eliot imitando un saludo a la bandera.
Sin pensarlo, el tiempo pasó hasta que la campana sonó alertando a todos sobre el final del receso.
– Hasta aquí llega nuestro tour, nos vemos mañana y bienvenido a Chicago – dije alejándome unos pasos de él, hasta que recordé que no tenía su número, por lo que decidí llamar su atención.
– Eliot, te molestaría si me pasas tú numero – pregunté algo tímida.
– Me temo que no Grace – respondió mostrándose serio, cuando de la nada soltó una sonrisa – no te lo puedo dar porque ya lo tienes.
– ¿Qué? no lo creo – dije sin entender a lo que se refería.
– Revisa tu bolsillo y gracias por el tour – indico regresando a clases.
En medio del jardín me quedé sin palabras, revisé mi bolsillo y efectivamente encontré un pedazo de papel con su número y un dibujo de una cara feliz.
Inmediatamente lo agregué a mis contactos y le envié un mensaje.
Para Eliot:
“¿No era más sencillo solo darme el número?”
De Eliot:
“Me gusta hacerlo a la antigua, es más emocionante”
Una sonrisa se formó en mi rostro al leer el mensaje, las siguientes clases pasaron rápido, hasta terminar mi primer día, salí apresurada, si no, llegaría tarde a mi trabajo.
Me subí a la bicicleta, me coloqué mis audífonos y pedaleé hasta llegar al centro de la ciudad, tomé un pequeño atajo por el parque y finalmente en la esquina de la calle principal llegué al viejo cine de la ciudad, dejé mi bicicleta en la parte trasera y entré a los vestidores.
– Grace ¿qué tal tas vacaciones? – preguntó el viejo Ralph.
– Muy bien, fuimos a las cabañas, por cierto, mis padres te mandan saludos – respondí amable mientras me colocaba el pequeño saco junto con el moño.
– Me alegro, por cierto, en un rato más vendrá un nuevo chico a trabajar – me dijo Ralph acomodando su moño.
– ¿Están aceptando nuevos? – quise saber con curiosidad.
– Yo que sé, pregúntaselo a Margaret, bien ¿cómo me veo? – preguntó Ralph dando una vuelta en sí mismo.
– Como todo un galán señor Ralph – sonreí.
– Quisiera que mis nietas fueran como tú, ellas dicen que estoy muy viejo para conquistar algunas señoras, como sea, nos vemos más tarde – dijo saliendo de los vestidores.
Al pasar de unos minutos terminé de ponerme el uniforme del cine, dejando mis pertenencias en mi casillero y comencé a realizar mis labores, surtí el estante de los refrescos, acomodé los dulces, limpié algunas salas, sin embargo, Margaret me llamó a recepción.
Cuando cruce la puerta, mis ojos no podían creer lo que veían.
– Tiene que ser una broma – murmuré.
– Grace, adelante, te quiero presentar a tú nuevo compañero, él es Eliot, comenzará a trabajar aquí – dijo Margaret presentándome a Eliot, quien solo sonreía.
– Acaso me estés siguiendo ¿sabes que el acoso es algo grave? – pregunté.
– Te aseguro que yo tampoco tenía idea, pero al parecer estamos destinados a estar juntos – contestó sonriendo.
– Eliot es hijo de una vieja amiga que acaba de mudarse, espero que lo trates bien Grace, adelante – nos dijo indicando la salida de la recepción.
– ¿Qué tu no ibas a conocer la ciudad? – pregunté.
– Ese era mi plan, pero mamá llamo antes y pues el resto es historia–  contestó
– Es que no puedo creerlo, el destino debe estar jugando con nosotros… porque no eres un acosador ¿cierto?, oh por Dios y si lo eres y quieres robarte mi alma, o, pero aún y si ¿eres un vampiro? –pregunté preocupada.
– Primero si fuera un acosador no podría robarte tu alma, segundo si fuera un vampiro ya hubiera bebido tú sangre – contestó mostrando sus dientes como si fuera un vampiro a lo que yo solté una carcajada.
– Esa fue una pésima interpretación de un vampiro – dije aún riendo – anda ponte esto, será tu nuevo uniforme.
Pasando unos minutos Eliot salió de los vestidores portando el uniforme del cine.
– ¿Qué tal? ¿me veo bien? – dijo mirándose en un espejo acomodándo su saco.
– Si señor elegante, ahora ven–  ordene mostrándole cada una de las salas – básicamente, tenemos que limpiar cada una de ellas después de cada función, algunas veces te tocará atender la dulcería, en la taquilla está el señor Ralph, ya es algo mayor, pero es muy amigable, ¿dudas?
– Una en realidad, esto de aquí – dijo señalando un viejo armario – ¿qué es todo esto? – preguntó mirando todos los disfraces guardados.
– En ocasiones tenemos que promocionar algunas películas, así que nos disfrazamos – respondí
– Asombroso, verás que seré un buen compañero.
Las funciones iniciaron, Eliot rellenaba la máquina de refrescos mientras yo ayudaba a Ralph con los boletos, cuando escuchamos un estruendo que venía del área de dulcería, inmediatamente los dos fuimos a verificar que todo estuviera en orden, pero para nuestra sorpresa nos topamos con una escena digna de película, había refresco en el techo y un Eliot completamente mojado mientras sostenía una manguera.
– Yo juro que no hice nada, solo explotó – soltó de golpe mientras sacudía sus converse.
Ralph y yo nos miramos y soltamos una carcajada.
– Oh entiendo todo, esto es alguna clase de novatada – preguntó cruzándose de brazos.
– No, pero supongo que Grace olvidó decirte de esa pequeña falla – contestó Ralph sonriendo – tengo que volver a mi puesto, pero me agradas, en verdad que sí.
– Lo siento, lo pasé por alto, pero venga te ayudo a limpiar antes de que llegue Margaret–  dije sonriendo.
– Está bien, no hay ningún problema – contestó muy tranquilo, algo extraño viniendo de él, tomé un viejo trapo cuando de la nada Eliot gritó – ¡un ratón!
– ¡Qué! ¿dónde? – grité provocando que resbalara y cayera en el charco de refresco, Eliot solo comenzó a reír, soltando carcajadas – ya entiendo, ya entiendo, ahora estamos a mano.
– Definitivamente, vamos te ayudo – dijo extendiendo su mano en señal de ayuda.
La tarde pasó como un rayo, Eliot y yo terminamos de arreglar la máquina, limpiamos algunas salas hasta que llegó la hora de cerrar.
– Fue divertido, ahora nunca juzgaré a los que trabajan en el cine – suspiró el chico sentándose en una de las bancas de los vestidores.
– Sí, es mucho trabajo, pero ya terminó, poco a poco te irás acostumbrando – comente dándole ánimos.
– y ¿qué harás ahora? – preguntó poniéndose su chamarra.
– Ir a mi casa – respondí guardando mi celular en la mochila.
–  El día aún no termina, te llevo a tu casa si antes damos una vuelta, por favor di que si – pidió como niño pequeño.
– Eliot es mi primer día de clases, sin mencionar que también es el tuyo, tengo que hacer tarea, no lo sé – dije tratando de evitarlo, pero fue imposible decir que no a su cara tallada por los dioses – bien, pero solo un rato, tengo que llegar a cenar.
– Iré por la camioneta – dijo saliendo con prisa.
– Es un buen muchacho, nos vemos Grace – agregó Ralph saliendo de ahí.
– Adiós Ralph descansa.
Cuando cerré la puerta principal mis ojos se abrieron más de lo normal, Eliot se había encargado de subir mi bicicleta a la cajuela de su camioneta.
– Espero no te moleste, secuestré tú bicicleta – dijo encorvando sus hombros – sube tenemos una ciudad que recorrer.
– Eres increíble, ¿alguna vez te han dicho que no a algo? – pregunté negando.
– Sí, mi abuela, pero es una larga historia, ahora andando que Chicago nos espera – dijo alzando la voz con un tono divertido.
Y ahí estaba yo apunto de subirme a la camioneta de un chico que apenas conocía, curiosamente no estaba nerviosa.
Segura de mí, entré en la camioneta y Eliot prendió la radio donde se escuchaba All the love in the world de The outfield.
– Me encanta esa canción – dije sonriendo.
Eliot condujo por las grandes calles de Chicago hasta llegar al centro de la ciudad, las luces iluminaban todos los edificios y los grandes espectaculares, la verdad amaba mi ciudad cuando caía el sol.
– y bien ¿a dónde iremos? – preguntó mirándome de reojo.
– Déjame pensar – contesté mientras la camioneta recorría las calles de la avenida principal – ¡oh! Espera, ahí, detente ahí, te va a encantar – grité  emocionada señalando un viejo karaoke.
– Como tú ordenes – asintió estacionándose.
Las grandes letras con luz neón adornaban la entrada “KARAOKE OF THE STARS”
– ¿Un karaoke? ¿en serio? – preguntó mirando la entrada colorida.
– Te va a encantar, mi hermano y yo solíamos venir de pequeños, no solo es un karaoke también tienen juegos – respondí entrando, detrás de mi Eliot caminaba observando todo boquiabierto por el lugar, la música sonaba alto, algunas familias jugaban con sus hijos en las maquinas, otros más cantaban con emoción.
– ¡Qué divertido! son como los juegos de la feria de Orlando, mira ven – dijo señalando uno en particular atrayéndome para jugar a atrapar al ratón.
– debes estar bromeando ¿atrapa al ratón? – pregunté mirando como saltaba como un niño en juguetería.
– Es muy divertido, papá y yo solíamos jugarlo de pequeño, anda solo inténtalo – pidió.
Y así fue como terminé jugando a atrapa el ratón, el tiempo se iba más rápido con Eliot a mi lado, los juegos se agotaban conforme pasábamos de uno en uno, hasta llegar al final de ellos.
– Ya vengo voy por algo de beber – comenté mientras me alejaba, Eliot asintió y a la vez terminaba una última partida.
– Hola, quiero dos refrescos por favor – pedí a la chica en la barra.
La chica fue a buscar nuestros refrescos cuando escuché a unas personas decir algo de un concurso de karaoke, miré a Eliot de reojo y decidí acercarme a la hoja de registros.
– Disculpa ¿aun aceptan concursantes? – pregunté amablemente.
– Hola cariño… claro – respondió la mujer.
Lo que pasó después fue como un poema para mis oídos, así es, había inscrito a Eliot al concurso de karaoke, como desee haber traído mi cámara para captar la cara del chico cuando mencionaron su nombre por el altavoz.
– ¿Ese fue mi nombre? – preguntó confuso.
– Así es, tú momento ha llegado – respondí cruzándome de brazos.
– ¿Qué? – pregunto de nuevo.
– Subirás a cantar, vamos… tienes talento – dije animándolo.
– Grace, no creo poder, es decir me encanta cantar, pero no frente a tantas personas – contestó algo nervioso.
– ¿Entonces no lo harás? ya decía yo – murmuré lo suficientemente alto para que me escuchara.
– ¿Disculpa? – preguntó indignado
– Tenía razón, no eres tan divertido como pensé – contesté dándome la media vuelta lista para salir de ahí.
– Esto me lo pagaras caro Grace – dijo dedicándome una sonrisa – pero yo soy una persona muy divertida, Eliot Blackstone damas y caballeros – gritó su nombre.
Eliot subió al escenario con una sonrisa en su rostro, el DJ escogió una canción y esta comenzó a sonar, las personas aplaudían emocionados al ver como Eliot se movía por todo el escenario con plena confianza.
– Esto va por ti Grace – gritó señalándome – Dear, love is a burnig fire–  comenzó a cantar mientras algunas chicas gritaban y aplaudían – stay, cause then the flames grows higher.
Yo aplaudía al compás de la canción, Eliot parecía confiado y seguro mientras cantaba y enamoraba a todos con su sonrisa encantadora.
La música terminó y los aplausos no paraban, llego la hora del veredicto final y para mala suerte Eliot no gano, pero bajo de escenario con una gran sonrisa.
– y ¿cómo lo hice? – preguntó orgulloso.
– Tienes talento, creo que ahora tienes a una nueva fan – respondí guiñándole el ojo – ya es tarde tengo que regresar.
– Sí creo que ya es hora, también debería regresar o mamá se enfadará, prometí ayudarla con la mudanza, lo cual creo que será mañana.
Las estrellas brillaban más de lo habitual de camino a casa, Eliot se perdió un par de veces hasta que pudimos llegar.
– Bien, Gracias hoy fue un buen día hace tiempo que no me divertía tanto – dije mirándolo.
– Ya sabes Mitchell, cuando quieras – me dijo bajando de la camioneta para ayudarme con la bicicleta – aquí tienes sana y salva.
– Gracias, nos vemos mañana – dije entrando a mi casa, al cerrar la puerta de la entrada pude escuchar como el motor de la camioneta cada vez se alejaba más.
– Grace ¿Cómo estuvo tu día? – preguntó mi papá en una llamada telefónica.
– Fue un buen día – respondí sin más.
– Me alegro cariño, tú madre llegará tarde sigue en la galería y tú hermano supongo que está con Lizzie, hay comida en la nevera, ahora si me disculpas tengo que atender esta llamada – finalizó marchándose.
Luego de cenar, subí a mi habitación, me di una ducha refrescante y me dispuse hacer algunos trabajos de clases, y prepararme para dormir.
A la mañana siguiente desperté como de costumbre, pero el sonido de una voz en particular provocó que me levantara con prisa de la cama y al mirar por la ventana pude ver a Eliot platicar animadamente con mi padre.
Como pude me vestí, con prisa bajé a toda velocidad topándome con mi madre.
– ¡Grace! Buenos días para ti también – dijo mi mamá mientras yo corría a fuera de la casa.
– ¡Eliot! ¿qué haces aquí? – pregunté recuperando la respiración.
– Cariño, no me dijiste que tu amigo tenía una camioneta con onda – decía mi padre analizando la camioneta de Eliot.
– Buen día – dijo Eliot acercándose a mí – pensé en llevarte por lo de ayer con tú bici, así me aseguraré de no volver a casi atropellarte.
–  No era necesario – comenté – pero gracias.
– Y ¿manejas con cuidado? – preguntó mi papá mostrándose autoritario.
– Claro señor, siempre voy muy atento – respondió.
– Yo no diría eso – susurré, poniendo nervioso a Eliot.
– ¿Qué dijiste cariño? – quiso saber mi papá.
– Nada, que ya es tarde y necesito llegar temprano ¿nos vamos? – pregunté.
– Andando, fue un placer conocerlo señor Mitchell – agregó Eliot estrechando la mano de mi padre.
– ¡Oh! Por favor llámame señor William– sonrió – nos vemos cariño, suerte en la escuela.
– Eso salió bien – dijo Eliot, yo solo le di un pequeño golpe en el estómago – ¡oye!
– Hay que irnos o llegaremos tarde – ordené subiendo a la camioneta.
– ¿Alguna vez te han dicho que eres un poco mandona? – preguntó elevando sus cejas.
– ¡ja ja! que gracioso – negué suspirando, mientras Eliot subía a la camioneta.
– ¿Lista? – quiso saber encendiendo el motor.

Prometo Quedarme Where stories live. Discover now