Capitulo 10

3 2 0
                                    

Ese día toda la tarde la pasé en el hospital en diferentes estudios, los enfermeros eran muy amables y de vez en cuando me hacían reír, al final del día regresé a casa, Noah ya estaba ahí y en cuanto me vio me abrazó con fuerza.
–Vas a salir de esta ¿me escuchas? ya investigué y estarás bien, el doctor Ben es uno de los mejores – decía mientras yo lo abrazaba con fuerza.
–Estarás bien, pero tienes que prometer que serás fuerte Grace – pedía mi papá, mi corazón se derrumbaba al ver a mi padre llorar de esa manera.
–Lo será, ella es muy fuerte, es la pequeña guerrera de mamá – explicó uniéndose al abrazo.
Los siguientes días falté a la universidad en espera de los resultados, una parte de mi tenía la esperanza de que todo esto solo fuera un mal sueño y que un día solo despertaría y todo estaría como antes, pero a veces la realidad es más dura que la fantasía.
El día de los resultados llegó, Noah y Lizzie vinieron con nosotros, solo que ellos tuvieron que esperar afuera.
–Lo lamento – fue lo primero que dijo el doctor
Mi corazón se detuvo por un instante, pero tuve que ser fuerte, no permitiría que mis padres me vieran derrumbarme.
El doctor explicó mis siguientes tratamientos hasta que encontraran un donador, mis padres se ofrecieron y el doctor dijo que harían todas las pruebas necesarias.
–Por ahora comenzaremos con las transfusiones sanguíneas, me gustaría iniciar lo más pronto posible… escucha Grace, lo que viene no será fácil, pero si nos apegamos a los tratamientos estarás bien, lo demás déjamelo a mí – dijo tratando de animarme.
Cuando salí del consultorio, mis padres se quedaron hablando un poco más con el doctor.
– ¿Qué te dijeron? – preguntó Lizzie
–Comenzaran a hacerme transfusiones de sangre – expliqué tratando de contener mis lágrimas, pero fue imposible.
–Grace – susurró Lizzie abrazándome.
–Voy a necesitar que pregunten por mis proyectos y trabajos de la universidad, explíquenle al señor Johnson que regresaré – pedí tratando de cambiar el tema.
–Lo haremos – dijo Noah tomando mi mano – pero más te vale estar bien.
–Estaré bien Noah, confío en el doctor, además no te desharás de mi tan fácil – advertí limpiando mis lágrimas dándole una sonrisa.
–Grace, señor William – dijo el doctor Ben – acompáñenos les explicare todo.
–Nos vemos, deséenme suerte – dije.
–No la necesitas – dijo Noah chocando mi puño.
–Señor William, le pediría que acompañe a mi residente ella le hará las pruebas necesarias para la compatibilidad – indicó el doctor.
–Lo harás bien cariño, sé fuerte – dijo mi papá marchándose por otro pasillo.
Con el doctor Ben llegamos a un área donde había otros pacientes, algunos dormían mientras las maquinas hacían su trabajo.
–Grace ella es Gabriela, ella te explicará todo el procedimiento y te estará acompañando, cualquier síntoma no dudes en preguntarle, te dejo en las mejores manos – explicó dejándome con la doctora.
–Mucho gusto, soy la doctora Gabriela, pero puedes llamarme Gabi, entiendo que esta es tu primera vez, toma asiento – señalo un sillón azul – sentirás un pequeño ardor, pero pasará rápido – dijo introduciendo una aguja en mi brazo – ¿te sientes cómoda?
–Sí, gracias – respondí observando a los demás pacientes desde niños hasta ancianos.
–Te explicaré lo que pasará los siguientes días, tal vez experimentes mareos y sangrados repentinos, es posible que tengas un poco de fiebre, es normal, si llegar a experimentar otro síntoma tendrás que venir de inmediato… saldrás de esto rápido eres joven – explicó.
–Gracias – contesté.
–Te dejaré descansar en lo que estas máquinas hacen su trabajo – dijo acomodando un par de bolsas de sangre.
El sonido de la maquina era consistente, algunos pacientes entraban y otros salían mientras yo esperaba sentada, al terminar, me sentía débil, y un poco mareada, mamá me recogió en una silla de ruedas ya que no tenía suficientes fuerzas para caminar.
Al llegar a casa subí a mi habitación y me recosté, pensando en que lo peor ya había pasado, hasta que llegó la media noche, los mareos y la fiebre aparecieron, Noah y mamá ayudaban a calmar la fiebre, y papá traía suero y hielos de la cocina, pero era imposible no quejarme del dolor.
–Todo pasará cariño – decía mi mamá mientras yo me recostaba sobre su pecho.
Los días siguientes solo fueron empeorando, los síntomas se incrementaban, la buena noticia era que mi papa y yo si éramos compatibles así que el trasplante estaba programado para el fin de semana.
Un ruido me despertó de mi siesta, al mirar por la ventana Arthur, Robert y Estela estaban afuera de mi casa.
– ¿Qué hacen aquí? – pregunté.
–Vaya, sí que luces como un vampiro – gritó Arthur, pero Estela lo golpeó en el estómago.
– ¿Cómo te sientes?  te extrañamos en clases – dijo Estela.
–Venimos a estudiar contigo – gritó Robert enseñando sus libros.
–Pasen, está abierto por abajo – señalé la puerta del jardín.
Los chicos entraron a la casa y yo bajé lentamente las escaleras, al llegar a la sala los salude a todos, era cierto que los extrañaba demasiado, así como a las clases, los días en el hospital eran muy aburridos y la única con lo que hablaba era con Gabi.
– ¿Cómo has estado? – preguntó Robert.
–He tenido días buenos y otros malos… pero el doctor dijo que después del trasplante estaré mejor – expliqué.
–Eres una guerrera Grace – dijo Estela.
–Pero ahora no quiero hablar de mi enfermedad, ustedes vinieron a estudiar y eso haremos, por favor concédanme este día sin hablar de hospitales ni nada por el estilo – pedí sentándome en el sillón.
–De acuerdo, también tenemos que ponerte al tanto de todo – dijo Arthur abriendo uno de sus libros.
Esa tarde fue fantástica, hace mucho que no tenía una tarde normal, últimamente mis platicas eran solo del hospital y de los medicamentos que debía tomar.
El día del trasplante llegó, yo estaba nerviosa, pero Lizzie me animaba cada que podía.
–Lizzie podrías ayudar a mamá a bajar algunas cosas de la camioneta – pidió Noah.
–Claro, ya vengo – dijo retirándose.
Noah entró en la habitación, pero ninguno decía nada, mi mente estaba perdida mirando la ventana del hospital.
– ¿Aún piensas en él? – preguntó llamando mi atención.
– ¿En quién? – pregunté.
–Eliot – dijo sin más.
–Eso pasó hace tiempo Noah, no lo he vuelto a ver desde ese día, nunca supe si se fue – respondí.
El doctor Ben entro interrumpiendo nuestra conversación, junto con él lo seguían dos enfermeras más.
–¿Lista? No te preocupes estás en las mejores manos – dijo el doctor.
Yo solo asentí y me despedí de Noah, papá ya estaba en recuperación.
–Iré a ver a papá, de seguro estará preguntando por ti – dijo Noah.
Una de las enfermeras me llevó al quirófano y para mi sorpresa el procedimiento fue muy rápido, en ocasiones me quejaba del dolor, pero podía soportarlo.
Después de unas cuantas horas pude ser dada de alta con indicaciones de descansar, según el doctor el trasplante había sido un éxito.
Los días pasaron y yo me empecé a sentir mejor cada día, el doctor estaba feliz de ver mi rápida recuperación.
Había regresado a la universidad solo que, con actividades limitadas, uno de esos días, las clases terminaron más temprano de lo habitual.
–Nos vemos, no quiero llegar tarde, tenemos una cena – dije a Estela.
– ¿No quieres que te lleve? – preguntó.
–Hoy es un buen día, no te preocupes, además no caminaré tanto solo será hasta la parada de autobuses – contesté.
–De acuerdo, cuídate – agregó
El día era hermoso, los árboles comenzaban florear de nuevo, dándole fin al invierno, yo caminaba por una de las largas calles de Chicago hasta llegar a la parada de autobuses, tome mis audífonos para distraerme un poco, la música se reproducía mientras yo observaba la calle hasta que una camioneta roja se detuvo en el semáforo, mi corazón latió más rápido de lo normal, ¿Qué posibilidades había de que fuera la misma camioneta? sin embrago, ahí estaba él, llevaba su chamarra de mezclilla favorita, su cabello seguía igual de alborotado.
El autobús llego interrumpiendo mi vista y cuando quise mirar de nuevo él se había ido.
Cuando llegué a casa papá y mamá aún no habían llegado.
– ¿Dónde están? – pregunté a Noah.
–Fueron a comprar tu pastel favorito quieren celebrar que la recuperación está funcionando – respondió.
–Estaré en mi habitación – dije subiendo con prisa.
Cuando entré, busqué en mi clóset una vieja caja llena de fotografías de Eliot y mías, me senté en la cama y las observé una por una, un par de sonrisas se escapaban de mi rostro de vez en cuando.
– ¿Qué haces Grace? – preguntó Noah mirando las fotografías.
–Lo vi, Noah, él sigue aquí – respondí – y yo creí que todo lo que sentía por él se esfumaría con el tiempo, pero esta tarde cuando lo vi yo…
–No lo has dejado de amar – respondió por mí.
–Tal parece que no, creí que el tiempo curaría todo – dije suspirando.
–Levántate, no puedo seguir viéndote así, desde que pelearon ya no eres la misma de siempre y ya es tiempo de acabar con eso, necesitas soltarlo o eso te enfermara otra vez – ordenó Noah.
– ¿A dónde vamos? – pregunté.
–Tu solo sube al auto ¿vienes Lizzie? – preguntó.
– ¿Adónde iremos? – preguntó Lizzie.
Noah condujo por un tiempo, Lizzie le preguntaba de vez en cuando, pero él se negaba a responder hasta que llegamos al conservatorio de música.
– ¿Qué hacemos aquí? ¿Noah? – pregunté.
–Aquí estudia Eliot, lo supe hace poco, un amigo lo conoce– soltó
– ¿Y qué hacemos aquí? – volví a preguntar.
–Grace, necesitas decirle lo que sientes – respondió, yo de inmediato me negué y salí del auto.
–No, no, no ¿estás loco? no lo he visto en más de dos años, no entraré ahí – contesté molesta.
–Grace… ¿a qué le tienes miedo? – preguntó Noah siguiéndome.
–No lo entenderías, ¡no le diré! – grité.
– ¡Eres una cobarde Grace! – gritó Noah.
– ¿y tú que acaso no crees que no he notado que llevas enamorado de Lizzie desde pequeños? – pregunté guardando la voz.
–Tú no sabes nada – dijo Noah – pero has lo que quieras ya no eres una niña.
–Exacto – dije marchándome de ahí.
Estaba tan molesta con Noah que preferí regresar caminando a la casa, no sé cuánto tiempo pasó hasta que mis pies me llevaron a nuestro árbol favorito en el parque.
Cansada me recosté en el césped recargándome sobre el árbol, mire las estrellas y suspiré recordando todos los momentos que pasamos Eliot y yo en ese lugar.
–Siempre fue nuestro lugar favorito – dijo detrás de mí una voz conocida.
Mi respiración se detuvo al escuchar su voz de nuevo, cientos de mariposas revolotearon por mi estómago, pero no lo miré hasta que se sentó a mi lado.
–Noah me lo contó todo – dijo, yo solo me quedé en silencio pensando en que definitivamente mataría a Noah – ¿por qué no lo dijiste? Grace todo este tiempo.
– ¿Decirte qué? que en realidad me había enamorado de ti – solté sin pensarlo.
–Mírame, Grace mírame– pidió, mi rostro estaba lleno de lágrimas, pero lo obedecí, era la primera vez en mucho tiempo que veía aquellos ojos.
–No pude evitarlo, cada vez que sonreías o me hacías reír… me enamoraba más te ti y lo siento, pero me di cuenta muy tarde – dije sin quitarle la vista.
–No Grace, tú perdóname a mí, porque no pude ser valiente – decía llorando.
– ¿A qué te refieres? – pregunté.
– ¿Qué acaso nunca lo viste? Grace, yo siempre he estado enamorado de ti – respondió.
Cuando dijo eso mi mente se detuvo, todo el discurso que había preparado desapareció, Eliot mencionada mi nombre, una de sus manos acaricio mi mejilla y limpio mis lágrimas.
–Siempre has sido tú – dijo
–Eso es imposible, yo soy alguien normal, yo… Eliot… yo – decía sin sentido hasta que el chico a mi lado me calló.
–Grace, aquel día en el campamento, cuando me perdí, mis ojos no podían creer que frente a mi estaba la chica más hermosa de todas – soltó sonriendo.
Y así fue como Eliot Blackstone me besó, uniendo mis labios con los suyos, al principio el beso sabía salado por las lágrimas que aún caían de mi rostro.
–Perdona por tardar tanto – dijo separándose de mí.
–Estás aquí, solo eso importa – dije abrazándolo con fuerza.
–Tengo que llevarte a casa o Noah me matará – explico sin soltarme.
Al subir a su camioneta todo se sentía tan bien, era como si el tiempo no hubiera pasado, Eliot se subió y arranco el motor para llegar a mi casa, el resto del camino él sostenía mi mano, hasta llegar.
–Sana y salva pequeña Grace – dije besando mi mano como si fuera una princesa.
– ¿Quieres pasar? – pregunté.
–No sé si deba – contestó.
–A mis padres les alegrará verte, por favor – dije haciendo un puchero.
–De acuerdo, ¿cómo decirle que no a esa cara? – preguntó.
Noah abrió la puerta de la entrada mirando como nuestras manos estaban entrelazadas.
–Adelante – dijo.
–Tu y yo tendremos que hablar después – amenaée – pero… gracias.
–Para eso estamos los hermanos mayores – sonrió.
– ¿Eliot? – preguntó mi papá – cuanto tiempo hijo.
–Sí, ha pasado algo de tiempo – respondió nervioso.
–Por fin se arreglaron… lo sabía, solo tardaron dos años – dijo papá sonriendo – cuídala Eliot, es mi tesoro más importante.
–Lo haré señor – contestó.
–Pasa cariño – dijo mi mamá – ¿cómo está tu madre? – preguntó.
–Bien, ella dejó a Jorge, así que estamos bien – respondió.
La cena paso rápido entre risas y viejas anécdotas.
– ¿Están listos para mañana? – preguntó mi papá.
– ¿Qué hay mañana? – pregunto Eliot.
–Iremos a las cabañas, puedes venir si quieres – dijo tomando vino.
–Gracias por la invitación, pero debo revisar si no tengo proyectos pendientes, y gracias por la cena estuvo deliciosa pero ya es hora de regresar – comento.
–Cuando quieras cariño – dijo mi mamá – mándale saludos a tu madre.
–Lo haré, Grace – dijo retirándose de la mesa.
–Te acompaño – dije saliendo de la casa.
Cuando cerré la puerta de la casa no podía creer que el chico de mis sueños estaba frente a mi recargado en su camioneta.
–La cena estuvo deliciosa, extrañaba la comida de tú mamá – dijo tomando mis manos para unirlas con las suyas – escucha Grace, lo que dije cuando nos peleamos, no era verdad, no me arrepiento de haberte conocido, y lo lamento, lamento haberle dicho a Cassie aquello.
–Si algo he aprendido estos últimos meses, es que no hay que vivir en el pasado, si no en el ahora… estabas borracho, no te culpo… además yo también me vengué pegando fotografías de ti aquel día del cine, cuando descompusiste la máquina de refrescos – respondí sonriendo.
–Es justo, lo admito – dijo soltando una risa – buenas noches Grace.
–Descansa – dije alejándome de él, hasta que corrió en mi dirección y me levantó besándome con dulzura.
–Ahora sí, dulces sueños – susurró cerca de mi oído para después marcharse.
Yo sonreía como una tonta y daba pequeños saltos de felicidad.
–Solo no hagan nada indebido en mi casa – gritó mi papá.
– ¡Papá! – grité
De Eliot:
“Espero no hayas cambiado tu número… descansa pequeña Grace”
Después de leer el mensaje me fui a dormir y era la primera vez que sentía que todo marchaba bien, el doctor me había dado de alta, había regresado a la universidad y por fin había recuperado a Eliot.
El camino a las cabañas fue muy divertido, Noah cantaba a todo volumen y Lizzie hacía los coros, todos en la camioneta estábamos muy entusiasmados de llegar.
–Extrañaba este aroma – suspiró mi papá bajando de la camioneta.
–Pido la habitación frente al jacuzzi – gritó Noah corriendo a la cabaña.
–Hombres – exclamó Lizzie entrando a la cabaña.
–Hace tiempo que no veníamos – susurré sintiendo los rayos del sol en mi piel.
Mis ojos no podían creer lo que veían, la camioneta de Eliot estacionándose al lado de la de mi papá.
–Pensé que no vendrías – dije saludándolo con un abrazo.
– ¿Acaso crees que este cuerpo se perdería un buen bronceado? – respondió sacando su maleta de la cajuela.
–Eliot dormirás con Noah – gritó mi papá prendiendo el asador.
–Claro señor B – dijo saludándolo como militar.
–Linda cabaña, me agrada – expresó Eliot entrando a la sala principal.
–Oigan tengo una idea – sugirió Noah saltando al sillón – una competencia en voleibol, chicas contra chicos.
–Acepto – dijo Lizzie.
–Las vamos a vencer – gritó Eliot.
–No lo creo Blackstone – dije yo.
Chicos contra chicas, Lizzie y yo nos preparamos al igual que Noah y Eliot, salimos de la cabaña hasta llegar a las canchas de arena, en sus marcas listos… el juego había comenzado
–Atrápala Eliot – gritó mi hermano, Eliot saltó lanzando la pelota a nuestro lado anotando así su primer punto.
–Demostrémosles quienes somos Grace – dijo Lizzie, sacando la pelota al aire.
–Yo la tengo – dije logrando anotarles un punto.
Lizzie y yo celebrábamos que íbamos ganando, hasta que Noah pidió un descanso para hidratarse yo aproveche para ir al baño.
Cuando salí del baño mi miré al espejo y noté como una gota de sangre salía de mi nariz, con una pequeña servilleta pare el sangrado, mire mi reflejo, esto no podía estar pasando de nuevo.
–Grace ¿todo bien? – preguntó Eliot del otro lado de la puerta.
–Sí, ya salgo – dije ocultando la sangre y lavando mi cara para salir del baño – ¿listos?
– ¿estás bien? Estas un poco roja de la cara – preguntó.
–Estoy perfecta vamos – dije adelantándome.
El juego continuó hasta que nos declaramos ganadoras, eso le demostraría a Noah que no éramos tan ingenuas como él pensó.
–Necesitábamos revancha – pidió Noah.
–Acéptalo ganamos – dijo Lizzie celebrando.
–Son muy buenas – admitió Eliot.
Después de ganar el partido, decidimos ir a nadar un poco, el agua estaba deliciosa.
–Podría quedarme aquí para siempre– comente flotando en el agua.
–lo mismo digo – agregó Eliot nadando a mi alrededor.
– ¿y que estudias? – pregunté.
–Composición – respondió.
– ¿En serio? – pregunté incorporándome a nadar.
–Sí, de hecho, esa fue una de las peleas por las que Jorge y mi mamá se separaron… la verdad está mucho mejor sin él – explicó.
– ¿Y tú como estás? – volví a preguntar.
–La verdad, bien, ahora soy mucho más unido a ella… por cierto me dijo que cuando regresemos la visitemos, te extraña – comentó.
Noah se lanzó al agua en medio de nosotros interrumpiendo nuestra conversación.
– ¿Qué hacen par de tórtolos? – preguntó
–Hablar mal de ti – respondí con sarcasmo.
Los siguiente que pasó fue como Noah comenzó una guerra de agua, el resto del día decidimos tomar el sol hasta que mi papá nos llamó para la cena.
– ¡Estoy muy cansado! – comentó Noah, quejándose de su espalda quemada.
–ya lo creo, estuvieron todo el día en el agua – explicó mi mamá.
–Está delicioso – dije probando la comida.
–Mi especialidad, hamburguesas – dijo mi papá orgulloso.
–Tiene buen sazón señor B – comentó Lizzie.
–Y dime Eliot ¿Qué estudias? – preguntó mi papá.
–Composición, y algo de canto – explicó.
–Recuerdo que eras muy bueno en eso – dijo Lizzie.
–Vamos deberías hacernos una demostración – pidió mi mamá.
Noah y yo reíamos por lo bajo mirando como Eliot se ponía nervioso.
–Sí, Eliot deberías hacerlo – grité
–Si todos insisten – dijo levantándose de la mesa y acercándose a la bocina.

Prometo Quedarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora