Capitulo 6

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– ¿Qué si la conozco? cariño soy la productora, claro que la sé – respondió.
–De acuerdo, de acuerdo, ustedes tienen que ser nuestro público – añadió Eliot, obligándonos a bajar del escenario.
Todo el teatro se volvió negro hasta que en medio del escenario los reflectores se encendieron y la música comenzó.
–It's Supercalifragilisticexpialidocious! Even though the sound of it… – cantaba Cassie mientras Eliot bailaba a su alrededor.
–Esto es increíble – decía Estefan riendo, mirando su gran interpretación.
–Ya lo creo – dije riendo por los bailes de Eliot.
Cassie y Eliot bailaban y cantaban alegremente hasta que fueron interrumpidos por uno de los profesores.
– ¿qué está pasando aquí? – preguntó él deteniendo la música.
–Señor Matías, lo lamento, solo probábamos la música – respondió Cassie, mientras Estefan y yo conteníamos las risas.
–Bien, tiene talento ¿joven? – preguntó el profesor.
–Eliot señor– respondió.
–Me agradaría verlo en el siguiente curso – explico – ahora ya es tarde, guarden todo ya casi cierran las instalaciones.
–Sí – contestó Cassie sosteniendo una carcajada que escapo cuando el profesor se marchó.
–Casi me da un infarto – dijo Eliot – ¿quién es él? – preguntó.
–Es el director de la obra– respondió Cassie.
–Debieron ver sus caras – reía Estefan.
–Eso fue la mejor interpretación que he visto en mucho tiempo – dije riendo – tus caras Eliot eran la mejor parte.
–Gracias, gracias, por el momento no doy autógrafos – dije el inclinándose como lo hacen en el teatro.
–Gracias chicos, pudimos avanzar mucho – agradeció Cassie.
–Yo prometo que mañana llegaré más temprano – dije alzando la mano como una promesa – ¿Eliot puedes llevarme? – pregunté tomando mi mochila.
–aaa, yo llevaré a Cassie, pero te dejo después de ella, es que se lo prometí a su mamá – respondió Eliot.
– ¿conoces a su mamá? – pregunté
–Sí, la conocí esta tarde, es muy agradable – respondió
–Así es su mamá, de seguro te apretó tus mejillas – dije riendo.
– Sí, así fue, se parece a Cassie… pero oye después te dejo a ti – comentó colocándose su chamarra.
–No, no te preocupes, Estefan va de camino a mi casa ¿cierto Estefan? – pregunté.
–Claro, yo te dejo – gritó desde los asientos.
–¿Segura? yo no tardaré, es decir cabemos los tres – insistió.
–Está bien, anda o su madre se molestará y no la quieres ver molesta – sugerí.
–Eres la mejor, nos vemos mañana – dijo con Cassie a su lado.
–Nos vemos chicos – gritó Cassie saliendo del teatro.
–Andando – dijo Estefan.
El camino a mi casa era tranquilo, ninguno de los dos hablaba, hasta que Estefan estacionó su auto frente a un parque.
– ¿Qué haces esta no es mi casa? – pregunté confundida.
–Escucha Grace, si no te conociera desde primaria juraría que te pasa algo – dijo Estafan mirándome.
–No, para nada, estoy bien, ha sido una semana agotadora, por los exámenes, trabajos finales ya sabes – contesté.
– ¿Esto no tiene que ver con Eliot y Cassie? – preguntó.
– ¿Qué? No, son mis amigos, no estoy molesta – respondí sonriendo.
–Entonces ¿no te molestaría si ellos, ya sabes se convierten en algo? – volvió a preguntar.
La pregunta me tomó por sorpresa por lo que desvié mi mirada al parque a nuestro lado.
–Escucha Estefan, Eliot se ha vuelto alguien muy importante para mí, en poco tiempo se convirtió en uno de mis mejores amigos, sin contar al primero que eres tú – dije sacando una gran sonrisa en Estefan – pero él es solo eso, mi amigo y si las cosas se dieran así yo estaría feliz por ellos.
–Bien, pero si algo cambia, sabes que cuentas conmigo – agregó tomando mi mano.
–Lo sé – respondí.
–De acuerdo, hay algo más por lo que te traje aquí – suspiro evadiendo mi mirada –hay algo que he querido decirte desde hace tiempo, pero ni yo podía aceptarlo, fueron muchas noches llorando hasta que lo acepté.
–No me asustes Estefan– pedí mirándolo con preocupación.
–Grace… te quiero presentar a mi novio – soltó sin más.
– ¿tú novio? – pregunté sorprendida.
–Lo sé… solo mi mamá sabe, aún no se lo digo a papá, yo no sé cómo pueda reaccionar – contestó mirando sus pies.
–Estefan – murmuré.
–Escucha Grace, él es buena persona y me ayudó a aceptar quien era en realidad, yo sé que no les dije porque tenía miedo, esto es algo nuevo para mí – decía limpiándose una lagrima y sin pensarlo lo sorprendí dándole un fuerte abrazo
–No tienes que explicar nada ¿te hace feliz? – pregunté mirándolo con ternura.
–Si… si – respondió suspirando cuando yo me alejé de él.
–Entonces no hay más que decir – dije sonriendo – no sabes cuánto me alegra verte feliz y te diré algo, ignora a todas aquellas personas que alguna vez te digan que no sigas a tú corazón… siempre he creído que no importa a quien ames, si no lo que sientes al hacerlo.
–Te adoro ¿lo sabias? – preguntó llorando.
–Lo sé ¿cómo no quererme? – dije provocándole una risa.
–Eliot tiene mucha suerte de tenerte como mejor amiga – comentó golpeando levemente mi brazo – ¿quieres conocerlo?
– ¿Está aquí? – pregunté.
–Sí mira – señalo a un chico parado a un costado del farol.
– ¿Qué estamos esperando? ¡andando! necesito conocer al futuro señor Harris – dije entusiasmada bajando del auto.
–Grace te presento a Vincent mi novio – dijo Estefan tomando su mano.
–Hola, mucho gusto, Estefan me ha platicado mucho de ti – dijo estrechando mi mano con amabilidad.
–Igualmente, ¿no te he visto en la escuela? – pregunté.
–Eso es porque estoy en primer año de universidad – respondió.
–Oye, no pierdes el tiempo, te gustan mayores – dije dándole un guiño a Estefan.
– ¡Por favor! Grace – pidió Estefan sonrojado, cuando Vincent lo miró coquetamente.
–Es broma… me alegro tanto por ustedes – dije cortando nuestra distancia para darles un abrazo a los dos.
–Me asfixias – dijo Estefan.
–Lo siento, disculpen – comenté soltándolos.
–Bien ¿quién tiene hambre? – preguntó Vincent.
–Esta chica – respondí señalándome.
–Vamos conozco un lugar que hace las mejores pastas de Chicago – dijo Vincent.
–Se supone que llegaría temprano, pero no puedo decirle que no a una deliciosa pasta de tomate – agregué haciendo mi mejor intento de un buen italiano.
Vincent era muy amable, esa noche la cena fue perfecta, entre risas y anécdotas me di cuenta lo feliz que hacía a Estefan, las siguientes semanas salíamos casi a diario después de mi trabajo en el cine.
Convencí a Estefan de decírselo a Eliot y Cassie, era de esperarse que reaccionaron encantados, las semanas pasaban y yo estaba demasiado estresada por uno de los exámenes, día y noche estudiaba hasta quedarme dormida.
Faltando un día para presentar el examen mi cabeza no podía más, ¿cómo sería posible aprender todas las ecuaciones? hasta que un ruido en mi ventana interrumpió mi hora de estudio.
– ¿Eliot? ¿qué haces son más de las diez? – pregunté asomándome por mi ventana.
– ¿Sigues estudiando? – preguntó
–Sí, mañana es mi último examen– respondí.
–Lo supuse, vamos baja te tengo una sorpresa te ayudará a relajarte un poco – explicó.
–Mis padres están durmiendo ¿quieres que baje por aquí? – señale la ventana para después ver la altura.
–Yo te atrapo, no te pasará nada – aseguró.
– ¡Oh! como Romeo y Julieta – dije sarcástica, llevando mis manos a mi pecho – Romeo, Romeo ¿dónde estás que no te veo? – bromee
–Aquí abajo mi amada Julieta – respondió entre risas.
–Demasiado romántico, pero es muy alto e inseguro, bajaré por la puerta trasera – dije cerrando la ventana.
En silencio y con mucho cuidado de no despertar a mis padres bajé las escaleras hasta llegar a la cocina, sin embargo, me llevé un susto enorme al ver a mi papá tomar un vaso de leche.
– ¡Papá! me asustaste ¿qué haces aquí? ya es tarde – pregunté nerviosa.
–Pues no podía dormir así que bajé a tomar leche, y tú ¿vas algún lado? – quiso saber.
–No, yo solo, tenía hambre – contesté tomando una banana.
– ¿Vestida así? – preguntó señalando atuendo
–yo…
–Es broma cariño, tranquila, debiste ver tu rostro– dijo tomando el vaso de leche – Solo no llegues tarde Eliot está afuera.
– ¿Qué? – pregunté con asombro.
–Acaso creerías que él muchacho de afuera, te llevaría algún lugar sin pedir permiso – preguntó mi papá.
–Típico de Eliot – pensé.
–Solo no llegues tan tarde, y esto quedará entre nosotros – señalo marchándose.
–Eres increíble – dije mirando a Eliot recargado en su camioneta – ¿a dónde iremos?
–Sube y lo averiguaras– pidió.
Después de alrededor de diez minutos, Eliot se detuvo en el parque donde solíamos venir de vez en cuando.
– ¿Por qué estamos aquí? – pregunté caminando a nuestro árbol favorito.
–Porque sé que estos días has estado muy estresada y pensé en hacer un pequeño picnic – respondió, cuando vi una pizza y galletas de mis favoritas.
– ¿Lo dejaste todo aquí antes de recogerme? – pregunté sentándome sobre el mantel.
–No, el guardia lo puso por mí, si lo hubiera dejado posiblemente las ardillas lo hubieran devorado todo – contestó riendo – anda come.
La pizza estaba deliciosa hasta que llegamos a mi parte favorita, el postre.
–Debo admitir que ahora soy adicto a tus combinaciones extrañas – confesó Eliot comiendo un par de galletas con brema batida.
–Las estrellas están hermosas esta noche – dije acostándome bocarriba.
–Tienes razón – comentó acostándose a mi lado – te ira bien mañana, eres Grace, no hay algo con lo que no puedas.
Luego de platicar un rato más y reír sobre las extrañas anécdotas de Eliot, los dos nos quedamos en silencio mirando el cielo estrellado.
–Gracias por todo – dije yo sin mirarlo.
–No es nada Grace – contestó.
–Lo es para mí, desde que te conocí, he pasado momentos increíbles y todo es gracias a ti – suspiré mirándolo, la luz de las farolas iluminaba su rostro mientras él sonreía.
– ¿Alguna vez te he dicho que tienes una hermosa sonrisa? – preguntó mirándome.
–Es lo que le dices a todas tus conquistas – contesté dedicándole una tierna sonrisa, la cual correspondió.
Pero en ese momento el tiempo se detuvo a nuestro alrededor, ninguno decía nada, solo se podía escuchar el sonido del viento entre las hojas de los árboles, poco a poco Eliot se acercó a mi rostro hasta que su celular sonó.
–Lo siento – dijo contestando.
Mi corazón latía a toda velocidad, en verdad no sabía que había sido eso, ni tampoco lo que sentía dentro de mí, mis pensamientos eran confusos, pero no podía enamorarme, no de mi mejor amigo.
–Era mamá, se pregunta dónde estoy, tengo que regresar – explicó.
–Sí, yo también, tengo que descansar para mañana – dije ayudando a recoger todo.
El camino a casa fue silencioso, ninguno de los dos dijo nada, solo la música de la radio sonaba.
–Listo, sana y salva – dijo Eliot dejándome en mi casa.
–Gracias, supongo que nos vemos mañana – contesté alegre.
–Sabes que si pequeña Grace, descansa – dijo marchándose.
A la mañana siguiente, mis manos sudaban mientras volteaba la hoja del examen, contesté las preguntas más rápido que de costumbre, supongo que el haber estudiado había dado frutos, las clases pararon, hasta llegar al final del día.
–Estoy muy nerviosa, hay demasiadas personas – decía Cassie mirando tras bambalinas.
–Todo saldrá bien, respira – dijo Estefan animándola.
–Nos tenemos que ir, pero estaremos en la tercera fila – comenté mientras me llevaba a Estefan.
Las luces se fueron, anunciado así el inicio de la obra, el director dio un discurso y después dieron la segunda llamada.
–No puedo creer que ya sean vacaciones de invierno – comentó Estafan cuando llego Eliot.
–El tiempo voló – suspiré – ¿con quién pasaras navidad? – pregunté.
–Con la familia de mamá – respondió Estefan.
–Tienen suerte yo tendré que ir a ver a mi familia en Orlando – respondió Eliot haciendo una mueca.
– ¿No quieres ir? – pregunté yo.
–No es eso, solo que tendré que cuidar a todos mis sobrinos – suspiró – eso me gano por ser el tío preferido.
–No presumas – dijo Estefan, viendo como Eliot soltaba una carcajada.
–Anunciaron la tercera llamada, shh, ya va a comenzar – ordené, callando a los dos chicos a mi lado.
El espectáculo inició y debo admitir que no era aburrida como la imaginé, Cassie había hecho un trabajo precioso con todas las escenografías.
–No puedo creer que terminara – decía Estefan – quisiera tener una niñera como Merry Poppins.
–Ya estás un poco grande para una niñera ¿no lo crees? – pregunté riendo por lo que decía.
–Nunca se es demasiado grande para creer Grace – respondió.
–Aquí viene – comenté mirando a Cassie acercarse a nosotros.
–Felicidades, estuvo espectacular – felicitó Estafan entregándole un ramo de flores.
–Es verdad, me ha gustado mucho – agregó Eliot dándole un pequeño abrazo.
–Ya veo que hacías todos los días que te pedía que saliéramos – comenté – tienes el don.
–Gracias por esto, no saben lo importante que es para mí que pudieran venir – agradeció oliendo las flores.
–Creo que no había opción de no venir, nos lo hubieras recordado todo el año – agregó Estafan entre risas.
–Los extrañaré en las vacaciones – agregó Cassie.
–Yo igual, pero pasarán más rápido de lo que pensamos – comentó Estefan saludando a su madre de lejos – me tengo que ir, Cassie ¿te llevamos?, mi mamá pasara por tú casa.
–Gracias, pero en realidad mis padres están aquí, de hecho, tengo que encontrarlos antes de que cuenten alguna experiencia vergonzosa, nos vemos – dijo Cassie saliendo con prisa.
–Y solo quedaron dos – agregó Eliot – te voy a extrañar Grace ¿Qué haré sin nuestras locas aventuras?
–Sobrevivir, pero no te librarás tan fácil de mi – amenacé cruzándome de brazos – seré tu acosadora favorita.
–Que acosadora tan linda – dijo bromeando – aunque Grace lamento decirte que no tienes madera de acosadora.
– ¿Es mi altura, cierto? – pregunté preocupada, Eliot soltó una carcajada llamando la atención de los otros chicos.
–Extrañaré eso de ti – dijo desacomodando mi cabello.
–Cuídate… y no vengas con un hijo sorpresa, aún no estoy preparada para ser tía– dije preocupada.
–Dalo por hecho, y tú tampoco, que no estoy preparado para lidiar con una versión miniatura de ti – amenazó señalándome.
–Dame un abrazo– pidió Eliot, yo correspondí de inmediato acortando la poco distancia entre nosotros – haremos video llamadas y te presentaré a todos mis sobrinos.
–De acuerdo y ¡Feliz Navidad! – dije despidiéndome cuando vi a su madre en la multitud.
–Adiós y feliz navidad para ti también – dijo Eliot marchándose.
El resto de los estudiantes se despedían de sus amigos, yo miraba como el último de mis amigos se marchaba, tomé mi bicicleta, coloqué mis audífonos y fui camino a casa.
La música era alta yo bailaba de vez en cuando, mientras tarareaba la canción, pero una señora interrumpió mi sesión de canto.
–Niña ten cuidado, tú nariz – dijo preocupada dándome un pañuelo.
Cuando mire el suelo había unas pequeñas gotas de sangre provenientes de mi nariz, tome el pañuelo y lo coloque en mi nariz.
–Gracias, es usted muy amable – agradecí.
–No hay de qué, será mejor que te revises – sugirió ella.
–No se preocupe, no debe ser nada, felices fiestas – dije marchándome.
Lo cierto era que si me había sucedió en otras ocasiones, solo Estefan sabia ya que no quería preocupar a mis padres, la primera vez me llevé un susto porque parecía la graduación de Carrie, después de un par de veces Estefan me sugirió ir al médico y ahí me dijeron que no era nada, solo era que tenía la nariz muy sensible.
Al llegar a casa Noah se encontraba recostado en uno de los sillones.
–Por fin son vacaciones – gritó Noah – estas vacaciones serán geniales.
–Habla por ti, todos mis amigos salieron de la ciudad – suspiré tirándome en el sillón.
–No seas aguafiestas Grace, además no estaremos solos – soltó Noah.
–Me mata el suspenso – dije sarcástica.
–Anímate, la abuela va a pasar las fiestas con nosotros, papá y mamá fueron a recogerla al aeropuerto– respondió.
– ¡No juegues! ¿en serio? – pregunté entusiasmada.
–Sí, y no viene sola, tía Jane viene con ella – agregó.
–Definitivamente serán unas fiestas muy locas – dije pensando en las últimas navidades con tía Jane, lo único que recuerdo fue como se puso muy borracha y beso a un oficial cuando la detuvieron.
Un par de horas después, mi abuela llegó y junto a ella la tía Jane, quien nos recibió con una enorme sonrisa.
– ¡Grace! Cada vez estas más grande y hermosa, eso no lo sacaste de tú padre definitivamente fueron mis genes y los de Abigail – dijo hundiéndome en un abrazo.
–Me alegro que estén aquí – dije ayudándole con sus maletas.
– ¡Abuela! – grité abrazándola – te extrañé.
–Mi niña hermosa, yo también te extrañé de hecho he pensado mucho en ti, mira te traje algo California – dijo sacando algo de su bolsa.
–Una cámara antigua, me encanta, la pondré con las demás, lucirá estupenda en mi colección – agradecí.
–Abuela – dijo Noah abrazándola.
–Tú has crecido o yo me he hecho más pequeña – dijo la abuela dándole una palmada.
–Un poco de las dos – respondió Noah – tía Jane.
–Mi sobrino favorito – dijo abrazándolo – no le digas a tu padre, pero te traje unos brownies mágicos – susurró, pero yo pude escuchar.
–Yo quiero probar también – dije mirándolos con complicidad.
– ¿Probar que? – preguntó mi mamá.
–Nada – contestamos a la vez Noah, tía Jane y yo.
–Jane por favor dime que no trajiste nada extraño – quiso saber mi madre.
– ¡hay no! Abigail, eso nunca – respondió guiñándonos el ojo a Noah y a mí.
Tía Jane era todo un personaje de su propia película, estar con ella siempre era diversión segura a pesar de que me lleva 20 años. Ahora vivía con la abuela después de que su último novio tratara de estafarla y dejarla en Las Vegas, por suerte para todos era muy lista.
Los días de vacaciones junto a mi abuela pasaban rápido, la mayor parte del día horneábamos cosas mientras nos contaba sus anécdotas de como ella y el abuelo se conocieron.
De Eliot:
“En verdad te extraño… quisiera ir a tomar una malteada, mis sobrinos acabaron con mi alegría social”
Para Eliot:
“¿Quién lo diría? ahora te gusta más Chicago”
De Eliot:
“No es solo Chicago, es su gente… y su comida”
Para Eliot:
“Cuando regreses iremos por malteadas y tú postre favorito”
De Eliot:
“Es una cita”
Algo en mi sonrió al leer ese mensaje, hasta que esa sonrisa se borró.
De Eliot:
“Sera una cita de mejores amigo”
Después de ese mensaje no volví a recibir otro, cada mañana me levantaba con la intención de enviarle mensajes, pero mi mente no encontraba que decir. Todos los días veía sus estados en Instagram de él con su familia por lo que no quise ser molesta.
La noche buena llegó trayendo mucho frío a Chicago, mi abuela había pasado todo el día cocinando su especialidad, lasaña.
–Esto está delicioso, mamá – expresó mi papá comiendo.
–Tiene razón, su receta es única – dijo mi mamá.
–Deberías de enseñarme la receta – pedí yo sonriendo.
–Claro, por mis nietos lo que pidan – contestó mi abuela.
Los juegos familiares comenzaron, he de decir que tía Jane y Noah hacen un grandioso equipo, contrario a papá y yo que íbamos perdiendo.
–Tienen que admitirlo, somos mejores – dijo Noah golpeando caderas con tía Jane.
–Las doce, es tiempo de abrir los obsequios – gritó mi mamá emocionada.
El primero en recibir un regalo fue mi padre, mamá le había regalado un par de raquetas para sus juegos.

Prometo Quedarme Where stories live. Discover now