Elizabeth se arreglaba para ir al café para ver a Meliodas. Se puso un vestido celeste, un poco de labial tono rosado, un poco de corrector de ojeras y una fragancia frutal. Se peinó con una coleta alta con un moño azul. En eso, Tristan entró a la habitación de su madre y le preguntó.
— ¿A dónde vas a ir que no puedo ir yo?
— Ya te lo dije, iré a reunirme con una persona para hablar sobre temas de adultos — le contestó — Irás con la tía Diane — El niño asintió y salió de la habitación. Ella suspiró una vez más y tomó su cabeza tratando de calmarse. Tristan y Elizabeth subieron al auto y Diane los esperaba en la puerta.
— ¡Tía Diane! — gritó el niño de diez años.
— Mi querido Tristan — dijo dándole un beso en la coronilla — Nos divertiremos mucho, miraremos una película y comeremos palomitas — agregó entusiasmada — Vamos, elijamos la película — Tristan tomó la mano de su tía y se despidió de su madre.
Mientras estaba en el auto, pensó en todas las posibilidades que podrían pasar; estaba nerviosa, muy nerviosa. Su respiración era intranquila y trataba de regularla. Apretaba el manubrio y se le llenaron los ojos de lágrimas al recordar todo por lo que tuvo que pasar. Negó y se limpió las lágrimas, no lloraría por Meliodas, era Meliodas quien tenía que llorar por todo lo que había hecho.
Al llegar al café, se sentó en una de las mesas a esperar a Meliodas, ella había dejado su auto a una cuadra. Mientras esperaba, miraba su celular, Diane le deseaba suerte, al igual que Elaine. El tiempo pasó y no se percató que un chico rubio estaba frente a ella. Elizabeth levantó la cabeza encontrándose con esos ojos esmeraldas. Él se acercó para besar su mejilla pero ella tomó distancia.
— Si, entiendo, distancia — dijo sentándose frente a ella.
— Habla rápido, no pienso estar acá por más de una hora — habló fríamente.
— Elizabeth, por favor, no me trates así — suplicó — Quiero pedirte perdón por todo lo que te hice y quiero enmendar las cosas.
— ¿Acaso crees que te voy a creer? La cagaste, Meliodas, te perdiste una hermosa etapa de Tristan — dijo — ¿Crees que él te querrá?
— Si me das la oportunidad, tal vez él me querrá — dijo mirándola a los ojos.
— ¿Acaso crees que querrá a un hombre que se hace llamar padre y que no estuvo en una etapa muy importante?
Meliodas suspiró y tomó fuertemente la mano de Elizabeth, obligándola a mirarlo; cuando sus miradas se conectaron sus corazones palpitaban con fuerza, el de la albina, se retorcía de nostalgia y tristeza. Inhaló y exhaló conteniendo las lágrimas, pero estas no tardaron en aparecer en los hermosos ojos de la chica.
— Por favor, Eli — dijo Meliodas casi en un susurro — No quiero verte llorar.
Ella tomó su bolso y se levantó la mesa y fue hacia la puerta entre sollozos, para irse y no verlo nunca más, pero ¿Eso era lo que su corazón anhelaba? ¿Era lo que quería? Meliodas corrió hacia ella y la tomó del brazo y ambos se miraron.
— Ya déjame — habló Elizabeth — Me haces daño — siguió arrugando la parte superior de su vestido.
— No quiero dañarte-
— ¡Entonces vete y déjanos en paz! — le gritó y caminó rápidamente hacia su auto, pero cuando estaba por abrir la puerta, Meliodas la acorraló entre él y el auto.
— No sabes lo duro que fue dejar al amor de mi vida, de estar sin ti, sin tus abrazos, besos y caricias — dijo y se acercó a su cara.
— Dime que me odias, y me iré de tu vida — Elizabeth abrió los ojos como platos — Dime la verdad, ¿tanto me odias?
— Y-yo...
Y la besó, Meliodas la besó, fue un beso tan dulce y lento que al principio Elizabeth mantuvo resistencia pero sus ojos se cerraron y acarició su cuello. Pero se separó luego de unos segundos y lo empujó lejos de ella.
— No — habló — No está bien esto — siguió y se metió al auto.
— Por favor Elizabeth — pero antes de que pudiera decir algo, ella ya se había ido.
En el camino comenzó a llover, pasó a retirar a Tristan y cuando llegaron a casa, cada uno hizo lo que tenía que hacer. El día era lluvioso, un clima que a Elizabeth le encantaba y la motivaba para leer, cocinar algo dulce y jugar con Tristan en el patio, a saltar charcos de agua.
La noche llegó y ambos, luego de comer, Tristan se fue a ver una película en su cuarto, y Elizabeth se estaba por dar un baño. Miró el reloj y eran las doce de la noche. "un baño rápido" pensó. Llenó la tina con agua caliente y puso sales de baño y espuma. Cuando se metió, se tranquilizó y pensó en lo que había pasado ese día.
— Como pude ser tan tonta — se dijo a si misma — ¿Cómo te atreviste a besarlo? — siguió dándose unas palmaditas en sus mejillas.
Luego de diez minutos, Elizabeth se encontraba poniéndose cremas corporales y aceites para el rostro. Se secó el pelo con el secador, ya que si dormía con el pelo mojado, haciendo frío y lloviendo, se podría enfermar. Se colocó su pijama de osos panda que tanto le gustaba y fue hacia la cocina por una taza de leche caliente con un poco de miel; entró en su habitación y se sentó en el margen de la ventana.
No podía dejar de pensar en él.
La lluvia caía y aquel sonido la relajaba.
No podía, solo no podía. ¿Cómo amar al hombre que te dejó sola y embarazada y viene a reclamar a su hijo diez años más tarde?
Las lágrimas no tardaron en aparecer, dejó a un lado su taza y abrazó sus piernas y apoyó la cabeza en ellas. Cada vez que se limpiaba, más lágrimas salían. Se quedó despierta hasta las tres de la mañana llorando por un puto cobarde.
Se reincorporó y caminó hacia el cuarto de Tristan y al ver que estaba plácidamente dormido, no pudo evitar esbozar una sonrisa, volvió a su habitación y se recostó y no tardó en quedarse dormida.
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Brujitas y brujitos ¿cómo están? Espero que súper bien.Aquí les traigo otro capítulo más de esta novela.
¿Tienen alguna duda o teoría?
Los estaré leyendo
Cariños❤️
Moon_
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Mamá te dará el mundo entero
RomanceElizabeth con tan solo veinte años de edad, deberá afrontar ser una madre soltera, ya que su pareja no quería hijos. Ella le daría el mundo entero para que no le faltara nada. Años después se reencuentra con Meliodas, su ex pareja. ¿Podrá Elizabeth...