Capítulo 08: feliz cumpleaños Tristan.

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Elizabeth se encontraba sirviendo la comida a Tristan y a ella. Había hecho macarrones con queso, el plato favorito de su pequeño. El día siguiente sería su cumpleaños y le tenían una torta y regalos.

Elizabeth ya había terminado la carrera de medicina y ahora era una gran cirujana infantil.

Comenzaron a comer y hablaron sobre el gran día que le esperaba.

— Mami, ¿acaso crees que me regalaran unos autos de juguetes o un juego de superhéroes? — preguntó el pequeño de cuatro años.

— Yo creo que tendrás más que un regalo, Tristan — le sonrió y tomó su mano — Ahora come, que se enfrían tus macarrones.

Tristan asintió y comenzó a comerlo con ganas mientras que Elizabeth comía despacio. Al cabo de unos minutos, el pequeño terminó la comida y su madre apenas iba por la mitad. Se levantó y le sirvió un vaso de jugo a Tristan y luego a ella. Vio que Tristan se relamía la boca mirando su plato, pero no se atrevía a decirle a su madre que se había quedado con hambre, pues apenas alcanzó para hacer dos platos de macarrones.

— Tristan — habló Elizabeth — ¿Qué te sucede, cariño? — preguntó preocupada.

— Mami, sigo con hambre — dijo bajando la cabeza.

Mientras que el corazón se le derretía por el amor, decidió darle su comida, ella estaba muerta de hambre, pero priorizaba a Tristan y lo miró con dulzura.

— Bueno, yo ya estoy llena — dijo la madre — así que toma mi parte — siguió tomando el plato de su hijo y volcó toda la pasta en él.

Se alegró al ver que él sonreía y comía con muchas ganas, mientras que Elizabeth lo miraba sin decir nada. ¿Así que así se sentía ser madre de un pequeño de cuatro años? ¿Así se sentía tener que poner dé prioridad a tu hijo y no a ti? Ya entendía el sacrificio que tenía que hacer una madre por su pequeño.

— ¿Está bueno? — preguntó Elizabeth limpiando el costado de sus labios que estaban manchados de queso.

— Muy bueno, mami — dijo con la boca llena — Gracias por darme tu parte, ahora te daré mi postre — siguió queriendo recompensar que le quitó la pasta a su madre.

— No hace falta, Tristan — dijo Elizabeth — Tú come y ya vas a ver lo que hay de postre.

Su hijo asintió rápidamente y comió rápidamente y acabo el plato de macarrones. Elizabeth tomó los platos y los dejó en el fregadero y sacó del refrigerador dos paletas de helado de chocolate y crema.

— ¡Heladooo! — gritó Tristan feliz, y tomó una de las paletas.

— Tu preferido — le dijo la madre a su hijo.

Comenzaron a comer y cuando terminaron se pusieron a ver películas de superhéroes. Estaba de vacaciones y en un mes comenzaba el jardín de infantes, y el próximo año entraría al colegio primario. Elizabeth amaba estar con Tristan, y Tristan amaba estar con su madre.

Era obvio que su amor era infinito y nunca necesitó de un padre para hacer cosas que supuestamente son de hombres. Elizabeth jugaba con autos y superhéroes de juguete, jugaban al futbol y al básquet.

Cuando terminaron de comer el postre, Elizabeth dejó a Tristan con una de sus hermanas y fue de compras para su hijo. Entró en una juguetería y compro tres figuras de acción de superhéroes. Compro a Hulk, a Batman y a Superman. Sabía que le encantaría y de paso fue al centro comercial y compró unas sales de baño, un vestido para el cumpleaños de Tristan. Era de color celeste y era por arriba de la rodilla y con un escote no tan revelador.

Cuando pasó a buscar a Tristan por la casa de su hermana, lo subió al auto y condujo hacia su casa. Escondió los juguetes que compró y mientras Elizabeth limpiaba la casa, Tristan estaba en su cuarto jugando con sus autos de juguetes.

El día pasó tan rápido que la joven mamá se encontraba leyéndole un cuento a su hijo para que durmiera. Cuando por fin se quedó dormido, Elizabeth abrió la tina y puso sales de baño y se metió en la tina que tenía el agua un tanto calentita. Eso le quitaba las contracturas. Cuando salió se colocó su pijama y entró a la cama y rápidamente se quedó dormida.

A la mañana siguiente, se puso la alarma a las nueve de la mañana y fue a preparar el desayuno, waffles con dulce de leche y una chocolatada fría.

Fue a despertar a Tristan quien al parecer, ya estaba bañado y cambiado.

— ¿Desde cuando estás despierto? — rió Elizabeth.

— Desde las siete — contestó.

— Feliz cumpleaños amor mío — dijo alzándolo en brazos — Vamos a desayunar ¿Si? hice waffles.

— ¡SIII! ¡Waffles! — gritó corriendo a la cocina siendo seguido por su madre quien reía.

Desayunaron y al cabo de unas horas, su familia y amigos estaban en su departamento festejando el cumpleaños del menor.

Cuando entró Ban por la puerta, corrió hacia él y lo abrazó.

— ¡Tío! — exclamó.

— Feliz cumpleaños campeón — le dijo.

— Tía Elaine — saludó.

Al cabo de un rato Tristan se encontraba sentado en la punta de la mesa grande del salón. Elizabeth apareció con una torta en manos, de chocolate y dulce de leche.

— Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas pequeño Tristan, que los cumplas feliz — cantaron entre todos y antes de soplar pidió tres deseos. Apagó las velas y todos aplaudieron.

— Es hora de los regalos — dijo Margaret.

Abrió cada uno de los reglaos y agradeció a todos, estaba fascinado con todos sus juguetes nuevos. Este había sido el mejor día para Tristan. Y para Elizabeth ni que hablar, si su hijo era feliz, ella también lo estaría.

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Cariños♥️
Moon_

Mamá te dará el mundo enteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora