Capitulo 1, Temporada 4.

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Le indique la ubicación exacta y él me asegura que es justo el lugar donde dejaron estacionada la camioneta. Una imagen de la damita yendo a por algo que dejo olvidado, pensando que ir en compañía de su amiga, rápida y discretamente seria seguro, inocente, comete un descuido fatal; solo para encontrar una muerte violenta, ambas, a manos de uno de los gorilas despiadados que le sirven de secuaces al Bulgaro. Me convertí en una masa hormigueante y palpitante, que no es capaz de pensar, solo sentir terror.

—Efectivamente...—vuelve a hablar el señor Liu luego de unos pocos segundos nos quedamos petrificados, el aliento se contuvo, los temblores por igual, de haber podido el corazón también esperaría quieto la noticia—La dirección que me diste es la de la camioneta, en el interior no había nadie pero encontramos los brazaletes en el asiento trasero.

— ¿Ves sangre?—a Kenji le temblaba la voz.

—No hay ningún rastro de violencia—sabía lo que estaría pensando y me apresure a desestimar su nefasta hipótesis.

— ¡Kenji, tranquilo! Si los tenia puestos en el brazo a la altura del bicep se los pudieron quitar con facilidad y sin hacerle ningún daño.

— ¡Perfecto...—dio un manotazo sobre el escritorio—no le dislocaron las muñecas para sacarle los brazaletes—bufo sarcástico—Pero ¿Dónde está?

—No lo sé... pero se exactamente lo que hacer para averiguarlo—me puse en ello inmediatamente.

— ¿Rastrearas el teléfono? ¿Crees que quienes se la llevaron no se ocuparon de deshacerse de cualquier dispositivo rastreable?

—Si es así, llamare a mi contacto en el FBI para que me dé acceso a las grabaciones de las cámaras de todo el perímetro del estadio—intentaba hablar y teclear simultáneamente pero hacer ambas cosas al mismo tiempo entorpecía la velocidad de ambas.

Conseguí triangular la señal y sentí un alivio glorioso:

—Estos secuestradores son estúpidos o la damita ha sido muy lista—voltee a ver a Kenji con una sonrisa y él me respondió con una mirada cargada de esperanza—La señal se aleja rápidamente por la interestatal norte.

— ¡Quieren salir del estado!

— ¡Transmite la señal al GPS de la camioneta!—dijo el señor Liu con voz jadeante—Le pondré la sirena, la hare sonar y pisare el acelerador a fondo. No se me escaparan.

—Por tu bien, eso espero—le amenazo Kenji— ¡Espera la señal tomando la ruta más directa hacia la interestatal! No hay tiempo que perder.

—Entendido, señor—ya se podía escuchar el sonido de la sirena de fondo—Ya estamos en movimiento.

Intentaba transferir la señal cuando Kenji se empieza a marchar cojeando hacia la puerta:

—Sergio, iré a ponerme ropa—me hablaba desde el marco de la puerta, yo asentía sin poder quitar los ojos de la pantalla hasta que la señal se hubiera transferido correctamente—En tres minutos te quiero en el garaje con el tanque listo—hablaba de la camioneta todo terreno blindada a la que le llamábamos "el tanque".

—Sí, señor—ya había desaparecido para cuando le respondí.

Me apresure a deslizar las piernas por el primer pantalón que encontré sin reparar en quitarme primero el pantalón de pijama, introducir los pies a la fuerza en unos zapatos de deporte para no tener que aflojar los condones y después volver a hacer el nudo, me puse el chaleco antibalas sobre la camisa de pijama y me eche por encima de todo un abrigo de cremallera, no había tiempo para botones.

Cogí de pasada a la salida mi arma y le puse el cartucho ya bajando las escaleras. Una vez al pie de la escalera, vi la puerta de la entrada abierta (recordé que no cogí las lleves de la casa solo las del Tanque) y me precipite hacia ella.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now