Capítulo 14: Celerium

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[EDITADO]

Candace.

Observaba nuevamente por la ventanilla mientras repetía nuevamente las últimas dos horas en mi cabeza, aún estaba molesta por lo de Andrew pero lo que realmente me tenía pensativa era lo de Margareth y Thomas, sé cómo son las normas de Celarium y sé que lo que están haciendo no hay manera de que sea bien visto. Un suspiro cargado de preocupación salió de mí, me bastaba con "Andrew el asesino" y ahora está con un "Mi amiga y el primo de mi archienemigo", al menos habían menos posibilidades de acabar muerta.

— ¿Aún impresionada? —preguntó— En mi defensa yo no recordaba que ella era tu mejor amiga, la vi llegar un día a casa de Thom pero no recordé inmediatamente que era ella la chica que me amenazó aquella tarde en tu casa, y además esa noche estaba al pendiente de cuidar a cierta chica. —Ignoré lo que dijo y obviamente él no pudo entender la indirecta—. ¿Estás nuevamente en plan ley del hielo? ¡Exprésate, fresita!

Lo ignoré y empecé a cantar mentalmente una tonta canción de un comercial de chicles que pasaban hace mucho, lo escuché resoplar.

—Pediré cambio de acompañante —dijo—, el silencio me molesta y tu amiga se ve que habla hasta por los codos. Tú eres la aburrida de dúo según veo.

—Cierra la boca, Callaham —dije sin girarme.

—Eres tan gruñona. Y mal educada, me has dado la espalda todo el viaje. —Gruñí y me giré, él me dio una sonrisa.

—Ahora cállate. —Cerré mis ojos.

—Te prohíbo que duermas. —Abrí mis ojos, una oleada de rabia se posó en mí.

— ¿Desde cuándo nos prohibimos cosas? —pregunté con rabia, inmediatamente continué—. En ese caso te prohíbo que hables. También te prohíbo que vuelvas a hacer lo que hiciste en el restaurante y jamás en tu vida vuelvas a sacarme de esa manera de ningún jodido lugar. —Ya en este punto me encontraba sentada tensa en el asiento.

— Bien —dijo—, ya te desahogaste. Ahora vayamos de campamento de forma pacífica. ¿Está bien? —Asentí a regañadientes mientras subía ambos pies al asiento y los ponía en posición del indio.

— ¿Puedo poner a reproducir algo que me guste? —pregunté señalando el radio—, a mí tampoco me gusta el silencio y no sé qué podría hablar contigo.

—Está bien, pero dame una de esas gomitas que trajiste. —Tomé el bolso de mano que estaba abajo de mi asiento y saqué dos bolsitas de gomitas, le lancé una y luego coloqué alguna canción de mi agrado.

El resto del viaje fue normal, ambos susurrábamos algunas canciones y yo le lanzaba algún dulce cada cierto tiempo, nos habíamos detenido un par de veces más para tomarnos algunas fotos —Marja y yo, claro— y luego seguíamos. El camino era claramente verde, muchos árboles, mucha naturaleza, mucha paz; Andrew parecía conocer perfectamente aquel lugar porque en ningún momento titubeaba con respecto a tomar alguna vía. No habíamos hablado de nada importante pero era notorio el cambio de humor y de aura dentro del auto.

— ¿Esto es seguro? —pregunté observando todo a mi alrededor. Hace diez minutos habíamos estacionado en el medio de la nada y yo seguía sin entender que tiene de diferente este trozo de área verde con los mil trozos de áreas verde que dejamos atrás desde que dejamos, pudo haber sido un viaje menos corto.

—No, los traje aquí para asesinarlos y que nadie escuche sus gritos. —Sentí la sangre dejar mi rostro y mis manos sudar, al otro lado escuché a Thomas y Marja soltar sonoras carcajada—. Por supuesto que conozco este lugar, fresita, venía con mis padres y los de Thomas todo el tiempo.

Celarium [Editando muy lentamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora