Capítulo 11: Nada es lo que parece.

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[Editado]


Candace.


Me levanté gracias a un fuerte dolor que martillaba mi cabeza, achiqué mis ojos mientras se adaptaban a la luz que se filtraba por los grandes ventanales que adornaban la habit... ¿Dónde diablos estoy? Me senté de golpe provocando que un dolor más fuerte se manifestara, examiné aquella habitación y definitivamente no era la mía y mucho menos la de Margareth, el miedo me invadió ¿Qué había sucedido anoche? Un resoplido a mi lado hizo que me sobresaltara, volteé y me encontré con un chico descansando tranquilamente, lo observe y por primera vez me permití hacerlo a profundidad: se veía diferente sin su sonrisa torcida sarcástica, sin sus cejas arqueadas y su jodida boca... ¿Qué diablos hago observándolo?

— Andrew, despierta —Lo toqué por el hombro— Callaham, levántate.

Él solo resopló y volteó hacia el otro lado. Busqué con la mirada un baño y al encontrarlo me puse de pie, me sobresalte al ver que él estaba sin camisa así que me revisé y solo me faltaban los zapatos en ese momento pude respirar nuevamente. Antes de adentrarme al baño tomé una de sus camisas del gran armario que se hallaba a un lado de la habitación y —aunque es realmente vergonzoso— también tomé uno de sus bóxer que reposaban en uno de los cajones.

Veinte minutos más tarde ya estaba saliendo de la ducha, tome el bóxer y me lo puse —debo admitir que era cómodo y además mi trasero lucia genial—. Sacudí mi cabeza y me abofeteé mentalmente por pensar en tonterías cuando me encontraba nada más y nada menos que en el baño del ser más idiota. Me puse el sujetador, seguido de eso me sequé el cabello con la toalla e hice lo posible porque luciera bien mientras lo peinaba con mis manos; para finalizar me metí en el pantalón y pase la camisa por mi cabeza, el olor de su perfume inundó mi nariz y me repetí que odiaba aquella fragancia. Unas grandes letras con la frase "Say no to drugs & yes to pizza" se encontraban plasmadas en la camisa. Antes de salir eche una última mirada a mi reflejo en el espejo, lucia mucho mejor sin la capa de maquillaje. Salí y el seguía dormido así que me dispuse a buscar mis tacones para poder irme de ahí de una vez por todas, al no verlos a simple vista tuve que arrodillarme a un lado de la cama y agachando mi cabeza —que aún me dolía como el infierno— para buscar mejor.

—Qué bello es despertarse con esta vista —susurró con su voz ronca provocando que un estremecimiento recorriera mi cuerpo.

—Eres un idiota —dije mientras me ponía de pie y lo fulminaba con la mirada.

—Esa es mi camisa favorita —habló mientras se estiraba, sus músculos se tensaron ¡Además el idiota tenía que tener buen cuerpo! Candace, concéntrate. Por alguna razón su risa resonó.

— ¿Dónde están mis zapatos?

—Estás sonrojada —Puse los ojos en blanco para restarle importancia.

— ¿Dónde están mis zapatos? —pregunté nuevamente de mala gana.

—Huy que genio, están en el auto al igual que tu teléfono.

Respiré y me repetí que si me alteraba el dolor de cabeza aumentaría.

—Ahorita te consigo una pastilla —Lo observe atónita ¿Cómo lo sabía?

— ¿Cómo sabes que me duele la cabeza?

—Te vi tomar directo de un barril, tiene que dolerte. —Asentí y me senté en la cama esperando que se duchara.

Sé que debería de irme sola pero 1. No quiero caminar 2. No tengo mis zapatos y 3. Tenía un jodido dolor de cabeza.

Luego de un rato el salió del baño con la toalla alrededor de su cintura, esperé que tomará su ropa y se adentrara nuevamente para así cambiarse. Eso no paso.

Celarium [Editando muy lentamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora