Capítulo 4: Hermano gemelo.

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[Editado]

Candace.

Me desperté el domingo bastante tarde y no fue por decisión propia, mi estómago exigía comida. Me levanté con toda la calma del mundo, conté los pasos hasta llegar al baño, al entrar observé mi reflejo en el espejo y sí que lucía horrible, anoche me dormí algo tarde haciendo cosas sin importancia y los efectos del insomnio se estaban manifestando. Me cepillé mis dientes y luego recogí mi cabello en una despreocupada coleta, para finalmente bajar a la cocina de la misma manera que entré al baño; cuando llegué vi que sobre la encimera había una nota, la tomé y la leí.

"Candace, salí al parque porque nos ofrecí como voluntarias para ayudar en el refugio de animales, espero que puedas asistir. No te levanté porque confío en que no te levantarás tan tarde y llegarás a tiempo. Tienes hasta las 13:00 hr para llegar.

Te ama, mamá"

Mi primera reacción fue reír pero luego recordé que necesitaba ganar puntos con mi madre así que volteé hacia el reloj, abandoné la idea cuando vi que eran las 12:25 del mediodía, lamentablemente di los puntos por perdidos.

Abrí la despensa y tomé pan y mantequilla de maní, este era uno de los desayunos más nutritivos, en otras circunstancias había comido pizza recalentada de días pasados. Unté mantequilla y cuando me disponía a comer sonó el timbre, no sé porque las personas deben venir a molestar cuando mi madre no está. Me quedé observando la puerta y me encontré pensando en que si tuviera el poder de mover las cosas podría abrir desde aquí, el timbre volvió a sonar así que lastimosamente tenía que ir a abrir. Tomé el pan y caminé hacia la puerta, tomé un bocado y luego abrí, al ver quien tocaba perdí el apetito y no pude reaccionar como lo ameritaba el momento porque tenía la boca llena de pan. Tuve que masticar mientras él me veía de esa estúpida manera que me hace sentir idiota.

—Bueno, buen provecho —dijo seguido de una sonrisa.

— ¿Se puede saber qué haces tú aquí? —hablé cuando estaba segura de que había tragado el pan.

— ¿Y tus modales? —preguntó.

¿Qué demonios?

— ¿Tú hablándome de modales? —Solté una seca carcajada cargada de arrogancia.

—Sí, ¿Qué tiene de malo?

—Ayer no tuviste nada de modales —Mordí otro trozo del pan—. Ya vete —hablé con la boca llena.

—Pero bebé deja el pasado atrás y tienes algo por aquí —Seguido de eso limpió al lado de mi boca, luego bajó la cabeza y mordió de mi pan—. Está rico —expresó mientras saboreaba el pan.

¿Alguna vez han sentido que quieren asesinar a alguien? Así me sentía yo.

— ¿Qué necesitabas? —dije reuniendo toda la paciencia que quedaba en mi cuerpo.

—Mi madre te mandó esto —dijo mientras me entregaba un sobre.

— ¿Qué es? —pregunté examinando el sobre.

—Bueno, por alguna razón decidió pagarte a ti y no a mí.

—Eh, mañana le agradezco. Ahora vete, déjame terminar de desayunar —dije mientras comenzaba a cerrar la puerta.

—Pero ni siquiera has dejado que diga el comentario que tengo sobre tu cabello —dijo sosteniendo la puerta.

— ¿Por qué dejaría que te burlaras de mi cabello?

— ¿Burlarme? Pero si solo quería decir lo linda que estas hoy —dijo con una sonrisa.

Esperen

Celarium [Editando muy lentamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora