𝐈𝐭𝐚𝐥𝐢𝐚 𝟏𝟗𝟎𝟑

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- ¿Cómo me habías llamado la ultima vez? - me pregunto mientras se apoyaba en el cabecero de mi cama, con una sonrisa amplia - Creo que era en otro idioma, pero no lo recuerdo bien - solté un risilla y me senté a su lado, apoyándome también en el cabecero.

- Te llamo de muchas maneras, amore mío - la mire admirando sus facciones y acaricie su pelo, dejando un mechón detras de su oreja - ¿Por qué lo preguntas? - Dalia me miro por unos segundos, sonriendo.

- Por nada, solo por curiosidad - se levanto de la cama y se sentó sobre mis piernas, apoyando su cabeza en mi pecho luego - Esto no esta nada bien - sonreí y pose mi mano, sin guantes en ella, acariciando su mejilla.

- Es demasiado tarde para que te arrepientas - le susurre y mire sus labios mientras sonreía de lado -  ¿Quieres arrepentirte? - Dalia se sonrojo y me dejo un beso en mis labios, que yo proseguí manteniéndola cerca.

- Eres una depredadora - me dijo cuando logro separarse de mis labios, yo solté una risilla mientras acariciaba sus brazos cubiertos por tela de ropa - Aeris - la mire con atención cuando me llamo y ella me miro algo cohibida - ¿Algún día me hablaras de tu vida?

- Algún día - le dije con una sonrisilla, aunque en el fondo no queria hablarle de absolutamente nada referente a mi - Pero no hay nada interesante de lo que hablar - ella me miro con una mueca mientras yo volví a acariciarla - Ten paciencia, mi señora.

- Ya la tengo - me dijo, pero aun enfurruñada de que no le siguiera contando las cosas - Pero no durara mucho - sonrío y le remango la camisa mientras ella comenzó a tartamudear, por que estuviera viendo su piel.

- Intente que dure - susurro y comienzo a besarle el brazo, dejando un rastro de besos mientras ella suelta risillas - ¿Lo puede lograr? - pregunto con una sonrisa y luego le aparto un poco de tela del cuello de su camisa, besando su hombro.

- Pues no lo sabre - se levanta rápido, sonrojada y bajando sus prendas con una sonrisa que intentaba esconder - Solo date prisa - suelto una risilla mientras mantengo mis manos a mis costados, mirándola desde mi sitio.

- Yo soy rápida - me levanto de la cama y ella se agarra al marco de mi puerta, mirándome juguetona y con una sonrisa - No le aconsejo eso, señorita - Dalia soltó una risilla y agarró su falda para echar a correr.

- ¡Atrápeme!

Salí de mi cuarto y sonreí negando, viéndola bajar las escaleras a la prisa mientras agarraba su falda con una mano y usaba su mano libre para amarrarse de la barandilla. Di un toque en la madera y comencé a correr a una velocidad humana, haciendola reír y soltar un pequeño gritito.

 Di un toque en la madera y comencé a correr a una velocidad humana, haciendola reír y soltar un pequeño gritito

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Despues de haber llevado a Dalia junto a su marido suspire aliviada, aunque no tuviera aliento. Espera a que cayera la noche y aguantar la sed durante toda la tarde había sido más difícil de lo que pensaba. Sobre todo con las encantadoras venas de esa bella mujer delante de en todo momento.

Me enguante las manos, para asegurarme de no estropear mi comida el dia de hoy y salí de mi casa por mi ventana, para no abrir la puerta de la entrada y llamar la atencion de miradas indebidas. 

Camine por las calles todo lo rápido que podría, escondiéndome entre las sombras debido a que aunque llevara cualquier tipo de calzado, por culpa de las calles desierta mis paso resonarían por todo el pueblo.
Arranque unas flores que estaban en la ventana de una pueblerina y camine hacia el cementerio, donde había estudiado y era muy consciente de quien seria mi victima. 

- ¿Srta. Donovan? - el enterrador me miro con curiosidad en cuanto entre al cementerio con unas flores y camine hacia una tumba apartada, dejándolas sobre ella - Orar a los muertos es importante ¿pero a estas horas? - lo mire con una pequeña sonrisa.

- Ya sabe, las pesadillas saben donde atacar - camine hacia el, que me miro apoyándose en su pala examinándome con desconfianza - ¿Esta trabajando a tales horas? - entrelace mis manos enguantadas delante de mi cuerpo y el me miro con los ojos entrecerrados.

- Los muertos no descansan, señorita - asentí y el volvió a comenzar a cavar, intentando que ninguna porción de tierra manchara mis ropas - Últimamente hay demasiados - me miro de reojo y luego escupió al suelo, mire el escupitajo con una mueca y luego devolví mi mirada al hombre - Los demonios no tienen descanso.

- Dicho así da algo de miedo - lo mire y fingí estar asustada, pero el aprecio no tragarse mi papel de damisela asustada - Pero de todas formas los demonios no existen - el dejo de cavar y estiro su espalda - No hay de que preocuparse.

- Los demonios existen, la muerte no persigue a tanta gente - volvió a cavar y no me dirigió ninguna mirada - Tenga cuidado cuando vuelva a casa, señorita - di unos pasos hacia el y senti sus músculos tensados, estaba claro que el tenia una teoría sobre mi.

- Mejor téngalo usted - tire mis guantes al suelo y el, como si llevara un tiempo planeándolo, intento impactar su pala en mi cabeza. Pero logre atrapar el objeto entre mis manos antes de el impacto y transformar el objeto en piedra majo mi tacto - No tenga miedo, soy mas gentil que los demonios - aprete el mango de la pala y la roca se desmembró, calleando a pedazos mientras el hombre me miraba estupefacto.

- ¡Por Dios! - exclamo mientras se caía el suelo por culpa de sus rodillas débiles, y comenzó a arrastrarse hacia atrás - ¡Aléjate! - lo mire con el ceño fruncido y llegue mi dedo índice a mis labios, mientras tanto el saco un crucifijo de el interior de sus prendas.

- No sea ridículo - arranque su colgante y lo tire al agujero que estaba cavando, el me miro anonadado de que su truco no hubiera funcionado - ¿Eres tan viejo para seguir ese truco? - sonreí y pise su tobillo para que no siguiera arrastrándome - Seré gentil, no te preocupes.

Pose mi mano sobe su boca, apretando con fuerza su cara y con mi otra mano lo agarre de la camisa levantándolo del suelo y pegando su espalda a mi. El hombre comenzó a temblar e intentando gritar bajo mi mano, yo observe al pueblo y sonreí en cuanto no vi ni un alma.

El hombre me miro de reojo y yo acaricie su escaso pelo con delicadeza antes de clavarle mis colmillos en el cuello. Justo en la yugular para que la sangre encontrara el camino a mi boca mas rápido.
El grito contra mi mano hasta que su sangre no pudo producir mas de lo que yo bebida y definitivamente el agujero que estaba cavando se uso antes de tiempo.

 El grito contra mi mano hasta que su sangre no pudo producir mas de lo que yo bebida y definitivamente el agujero que estaba cavando se uso antes de tiempo

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- 1243 palabras - 

PD: ¡Nuevo capítulo! Espero que os gustara el don de Aeris, pero en el caso de que no podéis echarle la culpa a mi hermana. Ya que logro convencerme. 


𝐑𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭 𝐥𝐨𝐯𝐞Where stories live. Discover now