Noche 18: Inquietud.

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Si hay algo que lamenta en esta vida es nunca haber detenido la tiranía de su padre, tampoco se perdonaría el haber cumplido con sus expectativas y las vidas que se vio obligado a arrebatar por un poco de reconocimiento; sabe que no es un santo, sus manos están manchadas de sangre inocente y es algo que nunca podrá cambiar no importa cuánto se esfuerce por ello, en su memoria prevalecen los gritos y súplicas de portadores de magia que no hicieron nada más que entrar en las tierras de Camelot.

Él como príncipe debió mostrar amabilidad para aquellas personas que solo buscaban un buen lugar para formar familias pero en su lugar los recibió con un batallón tras su espalda, debió usar su voz para abogar por ellos frente a la corte real pero en aquel momento la uso para ordenar un ataque, desvío estirar su mano para brindar apoyo pero al final su mano sostuvo la espada con la que fueron masacrados.

No hay nada que pueda decir para justificar sus acciones y tal vez es por eso que sabe que morirá en manos de una de esas personas, de portadores de magia, tal vez lo escuchó entre murmullos en el castillo o solo alguien se lo grito, no puede recordar pero está seguro que morirá de esa manera y aunque siente un poco de temor no se opondría a ser ejecutado en manos de un hechicero.

Pero si existe algo que lo sorprendió fue enamorarse de Merlín, no sabe cuando pasó ni que lo hizo distinto a todos sus sirvientes, solo sabe que un día mientras el azabache hablaba sin parar se dio cuenta que le encantaría escuchar su voz por siempre. Cada acción realizaba capturaba su atención de una manera desmedida, su voz se volvió un salvavidas al cual acudir ante la duda y sus risas fueron el mejor remedio para los pensamientos que siempre lo atormentaban.

No es que antes no fuera feliz es solo que con Merlín se percató de esa felicidad, porque incluso con el azabache en su vida sufría e incluso caía con mayor fuerza, pero saber que al levantar la mirada Merlín estaría ahí con su mano extendida listo para brindarle su ayuda lo hace sentir todo lo contrario a miserable. Está agradecido con ese escandaloso chico porque en un castillo donde a veces se ahoga él sabe mantenerlo a flote.

No había nada que pudiera estropear su felicidad...o eso pensó hasta que se volvió cada vez más avaricioso, porque ya no le bastaba con solo saber a Merlín a su lado. No, él lo quiere aún más cerca de eso y si fue de esa manera en la que se percata que su admiración y agradecimiento eran más bien deseo y amor, pero decidió ocultarlo porque él es un príncipe y no es cualquier príncipe sino el único heredero al trono de Camelot y por tanto su vida ya está escrita desde el momento en el que fue concebido su padre ya tenía su futuro planeado...lo sabía pero aun así se encontró innumerables veces imaginando que sería de él sino fuera príncipe.

Si no lo fuera tal vez existiría la posibilidad de aceptar su amor, si no hubiera nacido como un príncipe podría ser libre de elegir su futuro y sabe que en ese futuro estaría Merlín, pero eso no pasó y solo le queda resignarse a ser lo que esperan de él. Gobernará con la ayuda del gran consejo y se encargará de que Merlín tenga una buena vida, eso fue lo que pensó durante mucho tiempo hasta aquel día en el que -gracias a una emboscada- entendió porque Merlín siempre parecía ocultar algo.



El chico por el cual cayó enamorado era un hechicero.



Aún recuerda su rostro aterrado, como su cuerpo se crispó ante su mirada y lo mucho que sus ojos se abrieron en sorpresa, pero en aquel momento no dijo nada incluso cuando despertó desorientado y con el recuerdo estampado en sus pupilas no dijo ni hizo nada porque no encontró cómo afrontarlo porque el rostro de Merlín le atravesó el pecho, la mirada que le dio -incluso si fue solo por un par de segundos- estaba llena de terror uno profundo y bien justificado pues estaba frente al hijo de Uther quien era un tirano para los de su clase.

Frío (Merthur)Where stories live. Discover now